Hasta el sábado 19, el Centro Cultural de España, el Espacio de Arte Contemporáneo y Cinemateca Uruguaya serán las sedes de la quinta edición del Encuentro Internacional de Novela Policial, más conocido como Semana Negra. Como ya es habitual, a lo largo de la semana participarán escritores uruguayos, periodistas, artistas, abogados, detectives y varios invitados internacionales (la programación completa se puede consultar en www.semananegra.uy): el encargado de la apertura será Dani el Rojo, el asaltante de bancos catalán que regresa a Montevideo dos años después de su última visita y volverá a hablar de su experiencia, pero como sus libros no circulan por Montevideo, los interesados deberán limitarse una vez más a sus sugestivas historias, sin poder incursionar en su faceta como escritor; también llegarán el chileno Ignacio Fritz y su coterráneo Ramón Díaz Eterovic, que ha explorado la historia social de su país en las últimas décadas con su detective privado Heredia, y que apuesta a escribir novela policial porque está convencido de su estrecho vínculo con “los crímenes políticos que han asolado a Chile y a Latinoamérica. Un crimen que abandona el cuarto cerrado o las motivaciones individuales, y se relaciona con el poder del Estado, los negociados políticos y económicos, la falta de credibilidad en la Justicia, la búsqueda de verdad”.

Otros visitantes serán el italiano Mimmo Franzinelli, que hablará sobre el asesinato del cineasta Pier Paolo Pasolini; y el español Fernando Marías, que ofrecerá dos monólogos (con entrada libre, como todas las demás actividades): uno sobre un criminal que, antes de suicidarse en prisión, revela los secretos de una maquiavélica corporación, y otro en el que, a la vez que relata una historia, reflexiona sobre el proceso de la construcción narrativa. A su vez, llegará desde Buenos Aires el docente, teórico e investigador Ezequiel de Rosso, responsable de la selección de ensayos sobre Mario Levrero La máquina de pensar en Mario (2013) y de su prólogo, y de una obra de referencia para el género: Nuevos secretos. Transformaciones del relato policial en América Latina, 1990-2000 (2012). De Rosso conversará con Hugo Fontana sobre algunos referentes latinoamericanos del policial, y el viernes 18 cerrará la semana en el ciclo Todos Somos Raros –organizado por el programa radial La máquina de pensar, conducido por Pablo Silva Olazábal en Radio Uruguay–, cuando se cruzará con el crítico Gerardo Ciancio para reflexionar en torno a Jorge Luis Borges y la literatura policial. Esta actividad, presentada por Silva Olazábal, contará además con la participación musical de Héctor Numa Moraes.

Entre las propuestas nacionales habrá un encuentro entre Aparicio García y Manuel Berriel, directores de la película –aún no estrenada– La noche que no se repite, y el autor de la novela en la que se basó ese film, Pedro Peña. Por otra parte, algunos integrantes del proyecto Nada crece a la sombra (Patricia Banchero, Denisse Legrand, Juan Miguel Petit y Jaime Saavedra) hablarán sobre la rehabilitación y las posibilidades reales de las personas privadas de libertad; los periodistas Christian Font y Fernán Cisnero recorrerán películas policiales pensando en los “secretos del género”, y Silva Olazábal, Roberto Appratto y Francisco Álvez Francese conversarán sobre la serie Fargo. En la sala Cinemateca habrá un ciclo de películas del género negro y policial, entre ellas clásicos como El Halcón Maltes (John Huston, 1941), Obsesión (Luchino Visconti, 1943), Pacto siniestro (Alfred Hitchcock, 1951) o Sed de mal (Orson Welles, 1958).

Consultado por la diaria, Fontana habló de las particularidades del género, y recordó que el argentino Ezequiel de Rosso ubica dos focos fuertes de su desarrollo en español: uno en Buenos Aires y otro en México. “En la literatura argentina él identifica dos etapas: una entre los años 30 y los 40, muy influida por la corriente inglesa y el género de enigma, a la que pertenecen Borges y Adolfo Bioy Casares; y la segunda etapa la ubica en los 70, ya más influenciada por la escuela de Los Ángeles, y su eslabón central es Rodolfo Walsh. En esta escuela noir, el detective se involucra directamente en los casos, por lo general lo rodea la violencia, y provoca nuevos crímenes. En esto Walsh es fundamental, porque además implica otra característica, que es la dimensión política, por ejemplo en el descontrol del Estado y la represión”, explicó el autor de El crimen de Toledo.

Sobre la vertiente uruguaya, Fontana opinó que es aún “muy incipiente”, debido a que se está transitando por las primeras experiencias. Reconoce que, en ese sentido, la colección Cosecha Roja, de la editorial Estuario, adquiere una importancia vital, porque, “aunque sea despareja, comienza a mostrar un ejercicio que todavía no ha adquirido buen cuerpo”. También señala una “ausencia crítica”, en la medida en que “no hay un lector que se haya especializado en la literatura policial nacional como para dilucidar sus mayores influencias, cómo se ha comportado frente a los aparatos represivos, si los investigadores son policías, periodistas o abogados. Falta ordenar el panorama para que se pueda comenzar a hablar de una literatura policial uruguaya”, advierte.

Michel Foucault afirmó en “Los anormales” –su curso en el Colegio Francés– que toda literatura de terror se podía leer como una novela política. Fontana va más allá, y sostiene que “toda novela policial se puede leer como novela política”. Considera “evidente que hay distintos mecanismos de acercamientos a las políticas puntuales, porque lo de Sherlock Holmes responde a una sociedad burguesa que funciona bien, y el detective participa para corregir aquello que se ha desviado. Después, los yanquis ya proponen que la sociedad entera está en desorden y que el crimen es apenas un síntoma”, y así reconfiguran la explotación y las injusticias sociales sobre los más débiles, los desplazados o los parias.

Lo que le extraña a Fontana es que en Uruguay “tenemos un homicidio diario –y el porcentaje es mayor que el de Estados Unidos, una sociedad que nos parece violenta–, y dos suicidios por día, pero no hay un escritor visible que se haga cargo de narrar la violencia homicida, los ajustes de cuentas ni los suicidios. Algo pasa en la narrativa uruguaya por lo que no podemos ver esa realidad ni acercarnos a ella, y nos ponemos a escribir de ciencia ficción y de raros. La verdad es que no me lo explico”, observa, consciente de que, a veces, las cosas fundamentales suceden mientras pasa el tiempo.