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la diaria

Cultura

Eduardo D'Angelo, distinguido por su trayectoria en los premios Florencio en diciembre de 2010 en el Teatro Solís. / Foto: Nicolás Celaya
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Mil voces calladas

Ya lo hemos dicho: pocas cosas son tan tristes como la muerte de un comediante, especialmente la de uno tan bueno y alegre como Eduardo D’Angelo, una figura que para los que tenemos entre 30 y 60 años era tan familiar como uno de esos tíos graciosos que te salvan las fiestas de Navidad.