“Quiero que la inteligencia artificial (IA) lave la ropa y los platos así puedo pintar y escribir, no que pinte y escriba así yo puedo lavar la ropa y los platos”. Esta frase no tiene una única autoría, sino que se fue construyendo en las redes sociales hasta transformarse en bandera de una lucha en la que las máquinas y las grandes empresas hace rato que han firmado una alianza.

La inteligencia artificial tiene innumerables aplicaciones y la expresión se usa para una cantidad cada vez mayor de funciones de las computadoras, como cuando un barrio se vuelve popular y las inmobiliarias extienden mágicamente sus fronteras. Pero la que más ha dado que hablar en los últimos tiempos es la IA generativa, aquella capaz de generar texto o imágenes en respuesta a nuestros comandos.

Esto ha disparado varias discusiones, como la de los derechos de autor, pero la que más preocupa al internauta de a pie tiene que ver con la sustitución de artistas visuales por máquinas que hacen los deberes. Máquinas que pintan y llevan a que dibujantes, fotógrafos y editores de imagen terminen lavando los platos. En restaurantes. Por dinero.

No estamos hablando de usuarios individuales que juegan con generadores de imágenes y comparten el resultado en sus redes, sino de artistas consagrados o estudios de Hollywood que deciden ahorrarse unos dólares (pocos, como sabrán quienes conozcan a gente que se dedica a eso) y presentar trabajos que rápidamente son identificados como producto de una IA y se los somete al escarnio en pequeñas burbujas de internet.

Hay algunos ejemplos puntuales, como los registrados en España el 23 de abril, Día Internacional del Libro. SD Distribuciones, la mayor distribuidora de cómics del país, lo celebró en sus redes sociales con la imagen de un caballero superhéroe leyendo en una cornisa, generada con herramientas de IA. Esto generó indignación en un mundillo (el de la historieta española) que ya ha manifestado en varias oportunidades el peligro que suponen estos atajos creativos y económicos.

Ya en febrero Ediciones Destino (sello de la editorial Planeta) había publicado el libro Juana de Arco, de Katherine J Chen, con una portada denunciada como IA. Planeta aseguró a El País de Madrid que esa tapa “la hizo un diseñador del equipo utilizando programas de diseño habituales que contienen desde hace tiempo utilidades de IA”, pero varias librerías advirtieron que boicotearían a aquellas editoriales que utilizaran esta clase de imágenes.

El consenso entre artistas y amantes del arte es que estos casos deben ser expuestos y criticados ya que la industria del entretenimiento está lentamente sondeando el terreno, probando qué experimentos generan controversia y (claro) si la controversia hace que las pérdidas en ventas sean mayores que el ahorro en ilustradores.

US of AI

En América del Norte han sucedido varios hechos que alimentarían la teoría del sondeo, con algunas marchas atrás y otras que parecen fingimientos de demencia. El primer caso ocurrió en marzo, cuando se estrenó la película Late Night with the Devil, dirigida por Colin y Cameron Cairnes. La historia de terror se desarrolla durante un talk show transmitido en vivo durante la noche de Halloween de 1977.

Los espectadores descubrieron tres imágenes creadas con IA que funcionan como separadores dentro del falso programa de televisión, y muchos llamaron a boicotear el paso del film por las salas de cine. Los hermanos Cairnes escribieron un comunicado acerca de la polémica, que fue difundido por Variety: “Junto a nuestro increíble equipo de gráficos y diseño de producción, quienes trabajaron sin descanso para darle a la película la estética de los 70 que siempre imaginamos, experimentamos con la IA para tres imágenes fijas que luego editamos y que aparecen como breves separadores en el film”.

De todas maneras, todavía quedan war flashbacks después de las huelgas de 2023 en Hollywood, donde el uso (y abuso) de la IA fue parte de la conversación. Al final, el periodista cinematográfico Matt Bellissimo utilizó sus redes para resumir la situación: “Muchos opinan con variantes de ‘son sólo tres imágenes de IA, ¿cuál es el problema?’. El problema es que siempre empieza con pequeñas imágenes e introducciones de programas de televisión”, dijo en referencia a la intro de Invasión secreta de Marvel, “para tomar atajos y rebajar a los artistas. Medidas inocuas para pagar menos a las personas por su trabajo”.

Un poquito después, la polémica giró en torno a Guerra civil, la más reciente película de Alex Garland. El asunto generó poca controversia porque se limitó al marketing promocional, con cinco pósteres que mostraban instancias bélicas en puntos reconocibles de ciudades arrasadas. Ninguna imagen se correspondía con lo visto en la gran pantalla, pero las quejas surgieron por la presencia de elementos fuera de lugar, incluyendo un automóvil con tres puertas en su costado.

El siguiente caso fue bastante más problemático, porque no se trató de un audiovisual de ficción sino del documental de Netflix ¿Qué hizo Jennifer?. En un momento de la historia, que incluye un asesinato por encargo, se habla de Nam, amiga de la muchacha del título, y se la describe como una persona “animada, feliz, segura de sí misma y muy genuina”.

Para ilustrarlo, se muestran fotografías de Nam coherentes con esa descripción. Sin embargo, los sabuesos de la IA descubrieron que al menos dos de las imágenes estarían modificadas, y con sospechas fundadas de que la IA generativa podría haber metido la cola una vez más.

Una de las fotografías muestra a la joven haciendo la señal de la paz (o de la victoria) y los dedos de sus manos parecen ese enjambre mutante que suelen tener las imágenes generadas por IA. En otra, su sonrisa revela una dentadura desalineada, distinta a la del resto de sus imágenes.

Más allá de que cualquier documental construye realidades, y es común el uso de recreaciones, los espectadores saben dónde está la manipulación. Y en este caso el dilema ético es más complejo porque se trata de un caso actual, que todavía podría tener derivaciones, y la película estaría influyendo en la opinión pública.

Superhéroes y ciencIA ficción

Los últimos dos ejemplos involucran al público nerd, geek, ñoño, friki o como quieran llamarlo. El primero tiene por protagonista a William Shatner, quien fuera el capitán Kirk en Viaje a las estrellas, tanto la serie original como varias películas estrenadas luego de su cancelación. El actor de 93 años posee una vasta carrera como cantante y rapsoda, y su nuevo álbum titulado Where Will the Animals Sleep tiene una portada generada por IA en la que se lo ve rodeado de niños, un par de elefantes y algunas aves. Ante las acusaciones, Shatner se limitó a confirmar que él aprobó la tapa y que “hay que dejar que el progreso ocurra”.

Si en ese caso no hubo arrepentimiento, en el siguiente ocurrió todo lo contrario. También se trata de portadas, pero de historietas. DC Comics había anunciado en los adelantos de las publicaciones de los meses siguientes que ofrecería tres portadas alternativas de Wonder Woman, Shazam y Power Girl creadas por el artista Jingxiong Guo, también conocido como Daxiong.

Pocos minutos después de que se difundieran estas obras, las redes sociales denunciaron en masa la posibilidad de que hubieran sido generadas con herramientas de alguna IA generativa, señalando nuevamente incongruencias que no deberían existir en dibujos realizados por un ser humano. De inmediato DC Comics emitió una declaración señalando que mantiene una política por la cual todos los dibujos deben ser originales del supuesto autor, ya sean hechos a mano o mediante programas de dibujo digital.

“Estamos revisando los detalles de la situación”, dijeron, y pocos días después anunciaron que otros artistas reemplazarían a Daxiong en esas portadas alternativas. En este caso, el involucrado negó las acusaciones en un podcast: “No usé IA, soy un artista afectado por esta cacería de brujas. Llevo más de 30 años en la industria y siempre dibujé a mano”.

De todos modos, dijo no estar en contra de la IA, que, por ejemplo, le permite acceder a traducciones precisas. El artista también mostró dibujos a lápiz supuestamente anteriores como evidencia de su trabajo, pero pocos le creyeron. En el mejor de los casos hubo quienes lo acusaron de “pedirle” a una IA que terminara sus bocetos por él. Lo cierto es que la editorial de superhéroes no quiso complicarse la existencia.

La discusión recién comienza, e incluso están aquellos que utilizan herramientas de IA que supuestamente detectan el uso de IA, frente a otros que señalan que todavía no hay buenos detectores. Lo cierto es que, al menos por el momento, prima cierta atmósfera de “si pasa, pasa” por parte de los artistas o de las compañías, y quienes están preocupados ante una posible pérdida de puestos de trabajo están, lupas en mano, más atentos que nunca.