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¿Coronavirus o poca claridad?

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09 de marzo de 2020 a las 05:02

 La misma energía que elogiamos la semana pasada del gobierno de Luis Lacalle Pou en el inicio de la gestión, particularmente en un tema sensible e importante como la seguridad pública, tuvo una contracara preocupante en la lenta reacción oficial en relación al comportamiento al alza del dólar.

El dólar en el país completó el viernes pasado 12 jornadas consecutivas al alza, con lo que acumuló un aumento semanal de 6,22%, el más importante de un mismo período desde mediados de junio de 2010 cuando se registró una suba de 7%, según consignó El Observador.

Recién el viernes pasado, el Banco Central del Uruguay  (BCU) mostró una actitud firme al intervenir en el mercado de cambio para intentar equilibrar un dólar bruscamente alcista, con ventas por US$ 5,5 millones, y en el que se movieron US$ 50,2 millones. Y dio también un mensaje acertado a los agentes económicos de que la autoridad monetaria se dispone a intervenir cuando advierta un aumento inusual de la divisa estadounidense.

Ese día, el presidente interino del BCU, Diego Labat, se refirió a la suba del dólar y explicó la política de la institución “de libre flotación con intervenciones cada vez que el banco lo entienda necesario”.

A nuestro juicio la reacción fue tardía, no solo por lo que supone el alza cambiaria en sí misma, sino por las negativas consecuencias que tiene en la inflación y en el ajuste tarifario tan discutido en estos días.

La devaluación de la moneda y el aumento de las tarifas públicas, que según trascendió será de 10% en promedio, ejercen una fuerte presión sobre la inflación anual que se ubica en 8,3%.

Labat –incluso el propio presidente como hizo con la seguridad pública– debió transmitir una actitud más contundente, aunque se evalúe que la tendencia semanal del tipo de cambio no responde a problemas domésticos sino a fuertes turbulencias en el mundo.

Hubiese sido conveniente una injerencia más rápida en el mercado de cambio y también la comunicación de un mensaje firme en ese sentido por parte de las autoridades, dos caras de una misma moneda.

En particular, cuando el propio presidente había dicho públicamente, en una entrevista en El Observador, que el dólar tendría que estar “un poco para arriba”.

¿Cuánto es “un poco para arriba” y qué significa para el gobierno un “salto brusco” que dispararía la intervención de la autoridad monetaria? No sabemos y eso genera incertidumbre, mucho más cuando recién estamos al comienzo de una nueva administración y los agentes no tienen un track record de las nuevas autoridades.

No solo para transmitir certezas en un asunto muy sensible, sino para evitar comportamientos exagerados –una “sobrerreacción” como calificó Labat– en una coyuntura doblemente sensible para Uruguay: un nuevo gobierno que enfrenta diversos retos domésticos, que incluye reformas económicas, y una coyuntura internacional de una enorme inestabilidad y de caída del nivel de actividad o enfriamiento de los principales países industriales que mueven el mundo.

El presidente Lacalle Pou tiene motivos de sobra para estar preocupado como reconoció el sábado 7. Un alza del dólar al ritmo de la semana pasada,  muy preocupante tanto para las familias como para las empresas, debería ser un motivo de una evidente vigía oficial como ocurre con la seguridad pública.

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