A la medianoche de ayer, los medios hondureños daban como ganador, con el 55% de los votos, al candidato del Partido Nacional, Porfirio Lobo. Todavía no se conocían datos acerca de la abstención, a la que convocó la oposición al gobierno de facto de Roberto Micheletti, aunque el Frente de Resistencia contra el golpe de Estado aseguraba que treparía a 70% en rechazo al gobierno de facto.

El Frente, además, denunció que en el norte de Honduras, en San Pedro Sula, una manifestación de unos mil opositores al gobierno de facto de Roberto Micheletti fueron reprimidos anoche por la Policía. Informó que una persona fue herida y otra detenida, y se desconoce qué pasó con otras dos. Esta denuncia se suma a muchas otras que acompañaron las elecciones.

Cinco candidatos se presentaron a las elecciones hondureñas de ayer, en las que aparecían como favoritos Lobo, seguido por Elvin Santos, del Partido Liberal, al que pertencen tanto Micheletti como el presidente depuesto, Manuel Zelaya. Ambos partidos son de derecha y los únicos que han gobernado el país. Además del próximo presidente, se elegía ayer el vicepresidente, 128 diputados y 298 cargos locales.

Lobo tiene 61 años y es uno de los mayores productores de granos de Centroamérica, con una larga carrera política. En los últimos años, perdió ante Zelaya en las elecciones de 2005 y fue presidente del Congreso entre 2001 y 2006.

Bajo el eslogan “Cambio ya”, tiene como pilares de su plan de gobierno la seguridad urbana, el crecimiento económico, la generación de empleo, la reducción de la pobreza en 10% y la educación con salud.

Lobo dijo en referencia a la crisis política que buscará el diálogo nacional, incluyendo a Zelaya, y destacó la importancia del mandatario depuesto en la relación que él mismo pueda establecer con la comunidad internacional, que se resiste a aceptar los resultados de esta elección. No quiso hacer declaraciones acerca de la restitución del mandatario, lo que será discutido en el Congreso el miércoles, y dejó entender que tanto Zelaya como Micheletti deberán ahora aguardar a que el Congreso les dicte su “destino”.

Luego de votar ayer, el candidado dijo que “esta elección marca, sin ninguna duda, el paso para un gobierno de unidad nacional”. El presidente electo, que asumiría el 27 de enero, deberá enfrentar no sólo la crisis política que atraviesa el país, sino también el desafío de que la comunidad internacional legitime su triunfo.