El ministro de Defensa israelí, Ehud Barak, declaró ante la prensa que Israel no está dispuesto a pagar “cualquier precio” por la liberación del soldado Gilad Shalit, secuestrado por una milicia afín a la organización palestina Hamas en junio de 2006 en la frontera con Gaza. El acuerdo, que está siendo negociado por representantes del gobierno de Benjamín Netanyahu y del grupo islámico Hamas, bajo la mediación de Egipto y Alemania, maneja la posibilidad de intercambiar la libertad de Shalit por la de alrededor de mil palestinos presos en cárceles israelíes, aunque aún no están del todo claros los detalles del pacto.

Israel exige que se limite al máximo el número de prisioneros peligrosos a liberar en Cisjordania y pidió también el traslado de éstos a Gaza o, incluso, su exilio en el extranjero. Sin embargo, persisten ciertas diferencias que dividen a los seis ministros de Netanyahu, que junto con el primer ministro son los encargados de decidir acerca de la postura israelí en las conversaciones.

Según los servicios de seguridad israelíes, si los militantes islámicos son dejados en libertad es probable que vuelvan a atacar. Esta idea inquieta a varios de los secretarios de Estado de Netanyahu que se hacen eco de las negativas consecuencias que podría arrojar la liberación de los miembros de Hamas. El propio Netanyahu se reunió ayer con familiares de soldados caídos y de víctimas de atentados perpetrados por Hamas, informó el diario israelí Haaretz. Durante la entrevista el primer ministro les manifestó a los familiares que se encuentra ante un dilema, porque enfrenta dos principios vitales, “el deseo de liberar a los rehenes y el deseo de proteger a los ciudadanos israelíes de ataques futuros”.

Muchos de los presos implicados en las conversaciones tuvieron participación en los atentados más sangrientos efectuados contra el país, y es por eso que el ejecutivo de Netanyahu pretende desactivar cualquier posibilidad de que Hamas vuelva a atentar contra Israel, alejando a los referentes de su territorio.

El grupo islámico exige que en el canje sean incluidos 450 nombres del movimiento, entre ellos, varios de los principales ideólogos de algunos de los ataques más importantes contra Israel, como la Intifada de Al Aksa del año 2000. Autoridades próximas a las negociaciones aseguraron que el grupo islámico ha aceptado que algunos de los prisioneros sean enviados fuera del país, pero a cambio pide que ellos puedan escoger el país de destino, indicó Reuters.

Por su parte, el presidente palestino, Mahmud Abbas, había declarado el fin de semana a un medio árabe que los mediadores alemanes habían advertido que se retirarían de las negociaciones si éstas no llegan a buen puerto antes de fin de año. Según la cadena Fox, en la misma línea se habría manifestado el representante israelí en el caso, Hagai Hadas, hipótesis que fue desmentida por el gobierno de aquel país, consignó EFE.