Una verdadera lucha por sus derechos es la que inició una pareja gay en Malaui el sábado. Tiwonge Chimbalanga y Steven Monjeza se casaron públicamente en un país en que la homosexualidad es ilegal y tiene una pena máxima de 14 años de cárcel.

La pareja fue apresada ayer, informaron las agencias de noticias Reuters y Europa Press. “Los acusamos de grave indecencia pública porque la práctica [homosexual] es contra la ley”, declaró Davi Chingwalu, portavoz de la Policía. Agregó que el matrimonio probablemente se enfrente a nuevos cargos e informó que permanecerá en la cárcel mientras se realizan las investigaciones.

Sin embargo, la postura del gobierno frente a la homosexualidad cambió un poco a partir de la lucha contra el VIH y el sida, que padece el 25% de los varones gays malauíes, según estimaciones del Centro para el Desarrollo del Pueblo, una organización local. Para ayudar a combatir esta enfermedad, en setiembre el gobierno hizo su primera referencia pública a la homosexualidad, diciendo que deben reconocerse sus derechos.

Salvando las distancias, lo mismo exigen las parejas de gays y lesbianas en Portugal, donde el Consejo de Ministros aprobó un proyecto de ley que habilita el casamiento entre personas del mismo sexo. La iniciativa pasó al Parlamento, donde se prevé que será discutida a mediados de enero, y contará con la aprobación de la mayoría de los legisladores. Sin embargo, la comunidad homosexual critica que no es suficiente. “Aquí no se ha hecho nada para lograr un cambio cultural, y se empieza ahora con una medida dictada desde arriba”, declaró Sérgio Vitorino, de la asociación Panteras Rosas, al diario español El País.

El gobernante Partido Socialista portugués respalda la iniciativa, que cuenta con el apoyo del resto de la izquierda en el Legislativo. Los ultraconservadores y el Partido Socialdemócrata, principal partido opositor, se oponen al matrimonio homosexual, aunque están dispuestos a aceptar una unión civil.

Desde la sociedad lusa se están juntando firmas para que se realice un referendo sobre este asunto porque consideran que no todos los ciudadanos están de acuerdo con el proyecto de ley. La nueva legislación alteraría el Código Civil para que el casamiento no sea exclusivo para personas de distinto sexo, pero no incluye la posibilidad de adopción para las parejas homosexuales, ya que, según aseguró el partido de gobierno, esto no formaba parte de su campaña electoral.

Otro lugar en que se legalizaría el casamiento gay es en el estado de Washington, Estados Unidos, donde el consejo municipal de la ciudad aprobó una medida al respecto que ahora deberá esperar 30 días para ser promulgada. Si durante este período, que vence el 15 de enero, el Congreso nacional no se pronuncia en contra, la ley quedará aprobada. Se considera improbable que el legislativo rechace el matrimonio entre personas del mismo sexo, porque no lo hizo en casos anteriores, en los estados de Massachusetts, Iowa, Vermont, Connecticut y New Hampshire.

Mientras tanto, la Corte Suprema en Pakistán ordenó al Registro Civil que las personas que no se sientan ni mujeres ni hombres se puedan identificar como hijras en el carné de identidad nacional.

“Hijra” es el nombre musulmán que denomina a travestis, hermafroditas -que son muy pocos-, y transexuales operados o no, pero también a los eunucos, castrados por su propia voluntad. Todos ellos suelen vivir en comunidades pequeñas y tener dificultades para acceder al mercado laboral. Sobreviven por medio de la prostitución, espectáculos de entretenimiento en fiestas sociales y la mendicidad, que se refuerza con la creencia popular de que pueden hacer mal de ojo.

Se estima que la medida comprende a unas 300 mil personas, y uno de los primeros pasos para reconocer sus derechos fue dado en junio, cuando la Corte Suprema ordenó al gobierno que fueran censadas, algo que aún está pendiente.

El miércoles, la Corte Suprema incluyó la tercera opción en el carné de identidad. Esto les permitirá, según la ley, votar, ser propietarios y acceder al mercado laboral.

Almas Bobby, presidenta de una asociación que defiende los derechos de los hijras, declaró que éste es “un paso mayor” y aseguró: “Lentamente estamos ganando respeto en la sociedad. Ahora la gente reconoce que también somos seres humanos”.