Mientras una delegación del régimen golpista de Honduras se encontraba de viaje en Washington para intentar sumar apoyos entre la Organización de Estados America­nos (OEA) y el Departamento de Es­tado estadounidense, la cancillería del régimen anunció ayer que ce­saba a los diplomáticos argentinos en el país, debido a que el gobierno de Cristina Fernández había adop­tado la misma decisión la semana pasada con los representantes de la dictadura en Buenos Aires. El gobierno argentino había tomado esa resolución en respuesta a un pedido del presidente hondu­reño derrocado, Manuel Zelaya, y había anunciado que la relación diplomática entre Argentina y Hon­duras se canalizaría por intermedio de la embajada hondureña en Es­tados Unidos. A ello respondió el gobierno de facto que conduce Roberto Mi­cheletti diciendo que “en el marco de la más estricta reciprocidad” ca­nalizaría la relación con Argentina por medio de la embajada de dicho país en Israel. También ayer, atendiendo a una petición de la canciller de Zelaya, Patricia Rodas, el gobierno de Costa Rica anunció que le retiraría las credenciales diplomáticas a la embajadora hondureña en ese país, Koritza Suazo, a la que el presidente constitucional acusó de respaldar al gobierno de Micheletti. A su vez, el gobierno golpista continuó sumando críticas en el exterior: el Parlamento del Merco­sur (Parlasur) condenó “enérgica­mente” las acciones del “grupo de militares hondureños que ha derro­cado al gobierno constitucional de la hermana República de Honduras y que pretende mantenerse ilegíti­mamente en el poder”. La declaración del Parlasur, que pese a su condena al golpe de Estado ocurrido el 28 de junio no incluye un apoyo explícito a Zelaya, agrega que “todo golpe de Estado en el ámbito de la comunidad la­tinoamericana de naciones es un atentado a la historia y a las bue­nas relaciones de convivencia en el continente”, que genera además un “grave precedente”. Mientras, en Tegucigalpa, la misión de veri.cación del estado de los derechos fundamentales de la Comisión Interamericana de De­rechos Humanos (CIDH) se reunía ayer con las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional, a la vez que Mi­cheletti brindaba entrevistas tanto en la prensa como en la televisión, en las que reiteraba su deseo de que la comunidad internacional, y, so­bre todo, Estados Unidos aceptaran su gobierno. En una entrevista con el pe­riódico local La Prensa, Micheletti opinó que, pese a que el presidente costarricense y mediador en el con­.icto hondureño, Óscar Arias, “ha­bía tirado algunos golpes” contra el régimen, “estaba de acuerdo con él” yseguíaconsiderandoquelamedia­ción era “una buena alternativa”. Luego, tras describir como un “loco” al presidente venezolano, Hugo Chávez, y pedirle a Dios que lo hiciera re.exionar, dijo que no le molestaba el apodo “Goriletti” que usa el mandatario bolivariano para nombrarlo, aunque indicó que se oponía a que caracterizaran al proceso que lo llevó a la presidencia como golpe de Estado. “Me molesta porque no fue un golpe de Estado, sino una sucesión presidencial. Los que nos llaman ‘gobierno golpista’ son aquellos países que son enemigos nuestros y los que, de alguna forma, han per­dido oportunidades con el asalto a la economía nacional que estaban haciendo los otros”, indicó el gober­nante golpista. Zelaya también estuvo presen­te en los dichos de Micheletti. “Yo lo respetaba como presidente de la República. Lo apoyamos y tra­bajamos duro para que fuera pre­sidente y también en el gobierno. Pero cuando vimos su desviación política de izquierda, con la cual no comulgamos, entonces tomamos las decisiones”, a.rmó. Por otra parte, en una entrevis­ta con el Canal 5 de Honduras que reprodujo parcialmente la agencia EFE, Micheletti indicóquenole pre­ocupaba que los países de la Unión de Naciones Suramericanas (Una-sur) no reconocieran los comicios si éstos se celebran bajo el gobier­no de facto, porque Honduras tenía escasas relaciones comerciales con los miembros del bloque. “No tenemos una razón que nos motive a estar buscando de cualquier forma una relación” con los países de la Unasur, pero sí “con Estados Unidos, que es nuestro mayor importador de productos hechos en Honduras”, a.rmó. ¦