“¿Hay agua? Porque yo soy un gran aguatero”, le preguntó el candidato nacionalista Luis Alberto Lacalle al rector de la Universidad de la República (Udelar), Rodrigo Arocena, al llegar al Paraninfo. “Claro, ¿usted no vio el incremento presupuestal que tuvo la Universidad?”, le contestó el rector. “Yo tomo agua de OSE. A mí me gusta el agua de OSE”, le retrucó Lacalle. En ese clima de distancia cordial transcurrió la jornada organizada por la Udelar, que convocó a representantes de los distintos partidos políticos a debatir sobre el futuro de la educación terciaria en el marco de la discusión sobre la reforma de la Ley Orgánica de la Udelar.

Lacalle ofició como una especie de anfitrión, sirviendo agua a los expositores y elogiando a algunos de ellos (“te tenemos de postre porque sos el más dulce”, le dijo a Sarthou, que era el último expositor). También despertó algunas risas cuando afirmó que la Universidad debía ocuparse de “fortalecer valores” como “el orden como estructurador de la libertad, el patriotismo y la libertad ordenada”. Para este último principio citó a Juan Pablo II.

El representante de Asamblea Popular fue el más aplaudido, al afirmar que no se debe cobrar matrícula y que la Universidad tiene que pensar en el futuro. “Cuando se habla de reforma tiendo a correr para el otro lado, porque temo que perdamos cosas esenciales”, confesó. Esas cosas, a su entender, son el rol de “alerta social” de la Universidad, la autonomía y el cogobierno. Consideró que debe “fortalecerse la sindicalización estudiantil”, que el Poder Ejecutivo no debe controlar a las universidades privadas porque eso es “neoliberal” y “cosificador” (opinó que ese control debería ejercerlo la propia Udelar) y que debe llegarse a 6% del Producto Interno Bruto para la educación “sacándole al capital financiero, al latifundio y a los gastos de defensa”.

No tan distintos

Los representantes de los restantes partidos acordaron en algunos puntos. Por ejemplo, en la necesidad de un sistema de acreditación y evaluación, en la importancia de la orientación vocacional y de la movilidad horizontal (posibilidad de cursar materias en facultades distintas con un sistema de créditos), y en la urgencia de la descentralización.

También en la necesidad del cobro de matrícula. El representante del Partido Colorado, Alfredo Solari (coordinador programático de la candidatura de Pedro Bordaberry), señaló que la mitad del presupuesto universitario se destina al 20% más rico de la población y propuso establecer educación gratuita para estudiantes con ingresos familiares inferiores a la media, préstamos reembolsables para estudiantes con ingresos cercanos a la media y matrícula para aquellos con ingresos superiores a la media. El candidato a vicepresidente por el Frente Amplio, Danilo Astori, no fue tan explícito. En la campaña electoral interna, el cobro de matrícula universitaria fue una de las diferencias que tuvo con quien hoy encabeza la fórmula frenteamplista, José Mujica. Ayer apuntó que “no es el cobro de matrícula sí o sí, sino cómo los sectores pudientes de la sociedad aportan para que la enseñanza universitaria llegue a los sectores más pobres”. “Comparto que hay que buscar mecanismos. Ojalá se aborde el tema en el contexto globalizador en el que hay que analizarlo”, expresó.

Otro aspecto en el que hubo acuerdo fue en la necesidad de que haya un mayor vínculo entre la oferta universitaria y la estructura productiva del país o el “proyecto nacional”. Astori afirmó que se debería diversificar la oferta educativa, “que está muy atada a tiempos pasados”. Solari opinó que esto debería condicionar el financiamiento, y que debería “primar el conocimiento científico y tecnológico”. Astori advirtió que se debe “asociar la formación al trabajo pero también a la cultura universal y al humanismo”.

Solari, Lacalle y Sarthou consideraron que debería haber más de una universidad pública en el país. El candidato del Partido Independiente, Pablo Mieres, afirmó que el cogobierno debería limitarse a definir los grandes lineamientos y no dedicarse a “resolver las cosas cotidianas”, porque “la Universidad necesita construir una verdadera estructura gerencial”. Lacalle habló de una “acechanza mercosuriana” para que los títulos valgan en toda la región, ante la cual nuestro país debería defenderse a través de la colegiación.

Todos felicitaron al gobierno por la creación de la Agencia Nacional de Investigación e Innovación, menos Sarthou, que consideró que “agencia” es una palabra que se asocia con el mercado.