Algunos señalan que el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, intenta quedar bien con todas las partes. Pero como las partes quieren cosas distintas, incompatibles, la contradicción ha caracterizado las últimas políticas del primer ministro sobre las colonias judías en territorio palestino. Netanyahu, líder del Likud (partido que logró llegar al gobierno mediante alianzas con partidos ultrarreligiosos y hasta con el laborismo, de centroizquierda), hace malabares con la administración del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, impulsor del proceso de paz entre israelíes y palestinos.

Tras varias idas y vueltas de George Mitchell, el enviado especial de Obama para Medio Oriente, Estados Unidos habría logrado acordar que Israel paralizara la ampliación de sus asentamientos en tierra palestina para el fin de semana, informaron medios de ese país. Pero pocos días antes, el gobierno israelí arrojó un balde de agua fría a este proceso al autorizar la construcción de 455 de estas viviendas. Para algunos analistas, fue una maniobra de Netanyahu para dejar contentos a los más conservadores de su gobierno y a los colonos judíos, que miran con recelo que se frene la expansión de sus asentamientos. Algunos analistas lo calificaron también como un “caramelo” o “un regalo” para estos sectores, entregado cuando se celebra el año nuevo en el calendario tradicional judío.

El gobierno argumentó que las viviendas se construirán respetando la línea verde (lo que era la frontera de Cisjordania entre 1948 y 1967). Sin embargo, Yariv Oppenheimer, secretario general del movimiento israelí Paz Ahora, garantizó a EFE que “algunas están a decenas de kilómetros” de la línea imaginaria que separa Israel de Cisjordania. Esto preocupa a los palestinos porque, si se logra crear un Estado palestino, Israel va a hacer lo imposible para anexar estas colonias a su propio territorio. Según datos de Paz Ahora, unos 280.000 colonos judíos viven en los 121 asentamientos oficialmente reconocidos en Cisjordania, unos 190.000 israelíes viven en asentamientos en Jerusalén Oriental, y habría al menos 102 asentamientos sin autorización del gobierno.

Por su parte, el líder negociador palestino, Saeb Erekat, calificó la medida como “un serio desafío” a todos los que apuestan al triunfo de las negociaciones, y advirtió que con esto Israel termina de minar su credibilidad como un compañero fiable con quien poder construir la paz, informó la agencia palestina Ma’an. Erekat protestó dolido, ya que además muchas de estas nuevas casas se construirían en Jerusalén Este, donde los palestinos quieren establecer la futura capital de su Estado. La sensación de contradicción aumentó cuando fuentes informaron a medios israelíes de izquierda, como Haaretz, que Estados Unidos habría aprobado la autorización de nuevas construcciones en esos lugares a cambio de que Israel congelara la construcción en otros.

Una vez que el gobierno israelí anunció las autorizaciones, Mitchell canceló su viaje del jueves y se anunció que llegará a Medio Oriente el sábado, sin dar mayores explicaciones. Por otra parte, con el panorama regional más oscuro, el presidente del Consejo Nacional Palestino, Salim Zaanun, anunció que visitará la franja de Gaza para mediar entre Hamas y la Autoridad Palestina (ANP), con la certeza de que el sueño del Estado palestino es viable sólo con un gobierno de unión nacional, y para ello se debe llegar con urgencia a la reconciliación interna entre las facciones palestinas.