Luego del terremoto de 7,3 grados Richter que sacudió Haití el martes, hubo tres réplicas el mismo día y en la mañana de ayer se produjeron dos más; una de 4,4 grados y otra de 4,7, ambas con epicentro a unos 50 kilómetros de la capital, Puerto Príncipe, una distancia que al menos salvó al golpeado país de mayores consecuencias, informó la agencia de noticias ANSA en base al registro del Instituto Geofísico de Estados Unidos.

La misma institución realizó un mapa de la destrucción en ese país del Caribe. Su capital, que fue el epicentro del terremoto inicial, es una “ciudad muerta”. El distrito en que se encuentra el puerto de la ciudad, Jacmel, tiene entre el 60% y el 80% de su edificación destruida; en el distrito de Carrefour y el de Grand Goave, una de las localidades más antiguas de la isla, el terremoto fue calificado por los técnicos de “extremadamente violento”. Se estima que 2,2 millones de personas viven en estas zonas, cerca de la frontera con República Dominicana.

Por su cercanía, el gobierno dominicano flexibilizó las reglas de migración para los haitianos. Pidió además a las Fuerzas Armadas realizar el mayor esfuerzo posible para atender a las víctimas y para canalizar la ayuda que llega a Haití. Ayer fueron 2.000 las personas provenientes de ese país atendidas en el Centro de Operaciones de Emergencias dominicano. Los hospitales haitianos están desbordados, y sólo uno seguía aceptando heridos. Mientras, Haití espera la llegada de los hospitales móviles auspiciados por organizaciones como Médicos Sin Fronteras o por países como Estados Unidos y Brasil. Mientras tanto, se atiende a los heridos de forma improvisada en los lugares más insólitos, como la explanada de un hotel.

A su vez, las misiones de ayuda humanitaria encuentran dificultades para su aterrizaje en el aeropuerto de Haití, ya que la torre de control no funciona, por lo que el descenso debe ser manual, sin controladores ni radares. Esto genera un “desafío logístico enorme”, afirmó Elisabeth Byrs, portavoz de la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de Naciones Unidas. Tampoco el puerto ubicado en Jacmel está funcionando. Sus tres grúas quedaron destruidas, el muelle está dañado y se desconoce la cantidad de escombros que hay bajo agua, informó el diario argentino La Nación.

Mientras tanto, las morgues no dan abasto y más de 1.500 cuerpos se amontonan en el interior y exterior de la que se encuentra en el Hospital General de Puerto Príncipe. Y los cuerpos siguen llegando, informó el director del centro, Guy LaRoche, a la agencia de noticias Europa Press. Además de lo horripilante de la situación, la acumulación de cadáveres trae consigo problemas de insalubridad. De acuerdo a la Cruz Roja, el número de muertes rondaría las 50.000.

Miles y miles de personas pasaron su segunda noche a la intemperie, ya sea porque perdieron sus hogares o porque temen dormir en casas semiderrumbadas. Se quedan en la calle o en parques y jardines alrededor de la avenida principal de Puerto Príncipe, Campos de Marte. Organizaciones civiles, como Oxfam, establecieron como prioridad alcanzar agua potable y mantas a los damnificados, mientras alertan que la situación de seguridad va empeorando, porque la gente asalta los supermercados para obtener comida y agua. Es el caso de James, un estudiante de 21 años que saqueó un supermercado junto con sus hermanos para conseguir el arroz y el agua que ayer racionaban con cuidado, informó la agencia de noticias AFP.

También se teme que si la ayuda tarda en llegar, la búsqueda de comida o agua se convierta en violenta. Valmir Fachini, vocero de la ONG brasileña Viva Río, denunció que escuchó disparos de armas de fuego de forma constante en la noche del miércoles.

Según relata AFP, los sobrevivientes reclaman un Estado que tome decisiones, mientras observan el palacio presidencial y las sedes ministeriales, totalmente destruidos. La haitiana Radio Kiskeya señaló que el terremoto causó la muerte de “decenas de personalidades” que dejaron al país “en un estado de casi vacío en la toma de decisiones”. Los sobrevivientes reclaman también que la ayuda no les llega, mientras corresponsales de distintos medios aseguran que no se percibe coordinación ni organización de la ayuda humanitaria, sino un frenético intento constante de salvar vidas y ayudar a los damnificados.