Massachusetts se convirtió en el estado responsable de definir el futuro de una de las principales promesas de campaña del presidente estadounidense, Barack Obama. El escaño en el Senado por ese estado quedó vacío por la muerte del senador demócrata Ted Kennedy, quien mantuvo su banca por casi 47 años, en una cámara de 100 escaños en la que los demócratas tienen una mayoría especial de 60 que les permite impulsar leyes sin necesidad de negociar con sus opositores.

La demócrata y fiscal general del Estado, Martha Coakley, y el senador republicano del legislativo estatal Scott Brown competían ayer por ese escaño ocupado por los Kennedy durante 60 años, empezando por el ex presidente John Fitzgerald Kennedy. Para esa banca los ciudadanos de Massachusetts no votan a un conservador desde 1972, recordó la agencia de noticias ANSA.

Pero los sondeos previos a la elección de ayer indicaban una ventaja para Brown de entre 5% y 10%, pese a que el número de demócratas registrados en el estado triplica al de republicanos. La desesperación demócrata quedó en evidencia cuando Obama viajó para colaborar con la campaña de su correligionaria el domingo. “Muchas iniciativas legales van a depender de un solo voto en el Senado de Estados Unidos”, destacó el presidente.

Probablemente Obama pensara en la reforma sanitaria, que fue aprobada en las dos cámaras, pero en cada una con un texto independiente, textos que ahora deben unificarse para una votación final y definitiva, en la cual podría fracasar si los demócratas pierden la mayoría especial que tienen en el Senado.

El propio Brown basó su campaña en críticas a la reforma sanitaria y a la “debilidad” de la administración actual en materia de seguridad nacional, informó la agencia de noticias Reuters. Los republicanos aplaudieron su suerte y plantearon esta votación como un referendo sobre la gestión Obama, en el que Coakley, que fue elegida fiscal general en 2006 con el 73% de los votos, aparece como conejillo de indias. La campaña republicana fue exitosa: la fiscal comenzó la carrera electoral con 40% de ventaja a su favor, en intención de voto, y hace un mes su ventaja se redujo a 30%, informó el diario madrileño El País.

Los demócratas también temen que un resultado adverso sea un anticipo de noviembre, cuando se renovará la Cámara de Representantes en su totalidad y la tercera parte de los senadores en las elecciones legislativas. Los demócratas ya tienen en su contra la decisión de no presentarse a la reelección anunciada por cuatro senadores veteranos que tenían todo a su favor para continuar en el Parlamento. Además, en cinco estados los senadores demócratas están en desventaja en las encuestas.

Ayer el gobierno esperaba que los ciudadanos fueran a votar pese al mal tiempo en Massachusetts, donde la participación de los votantes suele ser baja.

Sí, se podría

Para el miércoles de la semana próxima Obama anunció su primera rendición de cuentas acerca de su gestión, que será transmitida por cadena nacional, y se espera que aproveche para elevar sus logros y disimular errores. El editorial del Washington Post de ayer destacó que “en los asuntos que más importaron en este primer año, Obama hizo las cosas bien”, pero eso no parece ser suficiente para los estadounidenses, ya que una encuesta publicada por CBS indica que la popularidad del presidente descendió a 50% desde el 68% con que contaba en abril.

El porcentaje es bajo. De los últimos nueve presidentes de Estados Unidos, sólo Ronald Reagan tuvo una popularidad menor luego de su primer año de gestión, con 49%. Incluso George W Bush logró 82% en su momento.

Uno de los principales caballos de batalla de Obama, la reforma sanitaria, goza de poca salud en las encuestas. En la realizada por CBS, el 41% de los estadounidenses estima que mejorará el sistema sanitario, aunque 35% cree lo contrario.

El editorial del Washington Post considera que una de las primeras responsabilidades de un presidente es mantener el país seguro, lo que a su entender Obama cumplió, pero en las encuestas el 41% de los consultados manifestó que el país no es ni más ni menos seguro que antes.

Aunque Obama insiste en que defenderá a su país a todo costo, lo que quedó demostrado con la reacción frente al intento de ataque terrorista de Al Qaeda en un avión, logró mostrar una faceta menos bélica y más diplomática que la de Bush, al anunciar la retirada de tropas de Irak y prometer el cierre de la prisión militar de Guantánamo, que fue postergado porque no se logró reubicar a todos los prisioneros.

También hubo un cambio de postura en cuanto a temas internacionales, como la crisis del sistema financiero y el cambio climático. En lo económico, el presidente ordenó el salvataje de varias entidades bancarias, pero no dudó en afirmar que hay que regular el mercado financiero. En cuanto al medio ambiente, no hizo cambios significativos y la Cumbre de Copenhague pasó sin que Obama aprovechara la ocasión para hacer grandes anuncios ni establecer acuerdos importantes.

La situación en Haití luego del terremoto que sufrió el país caribeño la semana pasada fue una oportunidad para que Estados Unidos demostrara solidaridad, pero el caso se está tiñendo de roces internacionales y países como Francia y Brasil cuestionaron que Washington pretenda aparecer como el mayor y mejor de los gobiernos comprometidos en esa causa y tomar más decisiones de las que le competen. El envío de más de 13.000 soldados para colaborar con la seguridad interna llevó a que incluso la novísima autoridad en Relaciones Exteriores de la Unión Europea, Catherine Ashton, dijera que más que “ayuda militar” Haití necesita coordinación de la ayuda que llega.

Desde el entorno de Obama se asegura que los cambios comenzarán a notarse a partir de ahora, cuando bajen la exigencias de transformaciones inmediatas. Mientras, los republicanos insisten en criticar que la reforma de la salud, la mayor en la historia estadounidense desde la creación del sistema actual, que aportará cobertura a unos 36 millones de ciudadanos de los 46 millones que no tienen asistencia médica, es una reforma socialista, ejemplo de una economía intervencionista. Ya lo dijo el propio Obama el fin de semana: “Hay veces que siento que todos los esfuerzos son por nada”.