“Si Raúl Alfonsín marcó los años 80 y Carlos Menem los 90, Néstor Kirch-ner y su mujer marcaron la última década” en Argentina, dijo ayer a la diaria Amancio Vázquez, politólogo de la Universidad Nacional de Rosario y doctor en historia.

Al dejar la presidencia, Kirchner mantenía un lugar central en la política argentina: era presidente del Partido Justicialista, diputado y secretario general de la Unión de Naciones Suramericanas, además del papel que jugaba en el gobierno de su esposa, la presidenta Cristina Fernández. Su nombre sonaba como posible candidato en las presidenciales de 2011, y según los medios de su país, tenía más ocupaciones y actividad política en los últimos años que en los tiempos en que fue presidente. Ni siquiera las dos intervenciones a las que fue sometido este año por problemas cardíacos lo habían llevado a aliviar su agenda.

Kirchner nació en Santa Cruz, en la ciudad de Río Gallegos, el 25 de febrero de 1950. En los años 70 se trasladó a la provincia de Buenos Aires para estudiar Derecho en la Universidad de La Plata. Allí comenzó a militar en la Juventud Peronista y conoció a su esposa, Cristina Fernández, también estudiante y compañera de militancia.

“Yo conocí a Néstor Kirchner y a su compañera Cristina -una divina mujer- en el 75. Estaban a punto de casarse. Era una pareja muy afectuosa, muy acaramelada”, recordó Alberto Correa, ex militante del Frente Estudiantil Revolucionario uruguayo, exiliado en Buenos Aires. “Lo conocí junto a otros dirigentes de la Juventud Peronista y trabajadora y dirigentes de organizaciones de intencionalidad revolucionaria en la Argentina”, dijo a la diaria.

Relató que en momentos de mucha represión política organizaciones de izquierda pidieron al gobierno de derecha de la provincia de Buenos Aires una tregua para reunirse y debatir sobre lo que ocurría. Allí conoció a la pareja. “Era difícil no acercarse a ellos porque El Flaco era un tipo muy espontáneo, de mucho hablar, de mucho empuje, muy jugado. Cristina, con veintipocos años, era una mujer muy linda, no podía pasar desapercibida”, aseguró Correa.

Néstor y Cristina se casaron ese año y se trasladaron a Río Gallegos, donde vivieron la dictadura que comenzó en 1976. En Santa Cruz los Kirchner criaron a sus hijos Florencia y Máximo, y se dedicaron a la actividad profesional con bastante éxito. Desde entonces, la pareja compró varias propiedades, entre ellas un hotel cinco estrellas en El Calafate que le valió varias críticas de sus adversarios. Su fortuna incluso los enfrentó a acusaciones de enriquecimiento ilícito que fueron desestimadas por la Justicia.

Otros tiempos

Con el regreso de la democracia, en 1983, los Kirchner volvieron a la política. Néstor fue alcalde de Río Gallegos en 1987 y tres veces gobernador de Santa Cruz. Cuando él llegó a la Presidencia, Cristina Fernández era senadora nacional.

Antes de Kirchner, llegó a la Casa Rosada la crisis política y económica de 2001, que tiró abajo al gobierno de Antonio de la Rúa, a quien siguió un desfile de cinco presidentes en poco más de una semana. Finalmente quedó al mando Duhalde, quien llamó a elecciones anticipadas y logró que el Partido Justicialista aceptara presentar la candidatura de Kirchner, un dirigente desconocido en el ámbito nacional.

Kirchner llegó al gobierno “con más desocupados que votos” pero “pudo, junto a todos los argentinos, revertir esa sensación de fracaso”, resumió años después su esposa, al asumir la presidencia en diciembre de 2007. En 2003, Kirchner recibió apenas el 22% de los votos y debía competir en segunda vuelta con Carlos Menem, que había alcanzado el 24% de los sufragios. Pero Menem notó que iba a perder y dio un paso atrás. Al frente quedó Kirchner, sin la posibilidad de ampliar su base de respaldo en un balotaje.

Pese a ser un desconocido con pocos votos, empezó su gobierno pisando fuerte y creando su propio liderazgo. Durante su administración se canceló la deuda argentina con el Fondo Monetario Internacional, se reorganizó una Corte Suprema de Justicia que había sido conformada a gusto del menemismo, y se impulsó una política de derechos humanos que defienden incluso muchos de sus críticos. Se terminó con las leyes de Punto Final y Obediencia Debida y también con los indultos de Menem a ex represores. Hubo una política expresa de reivindicación de las víctimas del terrorismo de Estado y de recuperación de la memoria colectiva. Un ejemplo fue la orden de retirar el retrato del dictador Jorge Rafael Videla de dependencias militares, o la creación de un museo de la memoria en la Escuela Superior de Mecánica de la Armada, un centro de detención clandestina y tortura emblemático de la dictadura.

En 2007 Kirchner promovió la candidatura de su esposa Cristina y eligió como su compañero de fórmula a Cobos, un dirigente de la opositora Unión Cívica Radical. El ex presidente hablaba por entonces de la “transversalidad”, de una alianza con movimientos progresistas de distintos partidos, en parte para lograr un respaldo a su liderazgo que fuera más amplio que el que encontraba en el Partido Justicialista. Entonces se creó el grupo de los llamados “radicales K”, que integró Cobos, aunque un año más tarde el vicepresidente votó contra el gobierno y se convirtió en un problema para la presidenta. Ayer Cobos dijo al canal TN acerca de Kirchner: “Este hombre impactó la vida política argentina”.

Otros rivales políticos le atribuyeron al ex presidente, entre otras cosas, una voluntad de perpetuarse en el gobierno, un estilo confrontativo y una acumulación de poder en manos de lo que llaman “el matrimonio presidencial”. Pero en su defensa salían las encuestas, que le daban buenas posibilidades al oficialismo en las elecciones de 2011, al menos si evitaba una segunda vuelta electoral.

Sus partidarios lloraban ayer a Kirchner. El presidente de la agencia estatal de noticias Télam, Martín García, escribió una sentida columna en la que dijo que Kirchner entró ayer al “Comando Celestial” del Partido Justicialista, y comparó su muerte con la de Juan Domingo Perón.