El poblado de Samalayuca está situado 52 kilómetros al sur de Ciudad Juárez, estado de Chihuahua, limítrofe con Estados Unidos y una de las más afectadas por la violencia, tal como lo evidencian las cifras de femenicidios y crímenes vinculados con el narcotráfico: en lo que va del año son más de 2.700 los asesinatos cometidos.

Es una zona desértica, aunque ganadera, fundada formalmente en 1880 con la llegada del ferrocarril y actualmente conformada por cuatro ejidos, en tres de los cuales el domingo se eligió al presidente seccional y a tres comisariados para las comunidades El Ojo de la Casa, Vergel y Villa Luz. En toda el área viven 2.500 personas, 300 de ellas en la última de las nombradas, donde Olga Herrera Castillo, de 43 años, casada y con cinco hijos, recibió el respaldo de sus vecinos para estar al frente de la Policía.

“Ocupar este cargo de repente me da miedo, pero me animan y se me quita”, declaró a El Diario digital de Juárez para, acto seguido, expresar que se siente orgullosa “de hacer un trabajo que tradicionalmente está destinado al hombre”. Prometió trabajar por su familia y “para ayudar en el pueblo”. Considera que el principal problema de inseguridad que sufre su comunidad es “por la tomadera”. Para ella el consumo abusivo de bebidas alcohólicas desencadena en violencia familiar, la alteración del orden público, riñas y lesiones.

“Vamos a ponernos de acuerdo con la Policía Municipal de Ciudad Juárez y la Policía de aquí para reforzar la vigilancia”, proyectó una de sus primeras acciones una vez que sea impuesta en el cargo en el transcurso de los próximos días. También anunció que buscará contar con una mayor presencia policíaca, particularmente los fines de semana, cuando aumenta la llegada de turistas -atraídos por los médanos de Samalayuca que están dentro de su jurisdicción-, e impulsar más programas preventivos y mejorar las redes viales para evitar accidentes.

Sobre su colega de Vergel, Verónica Ríos, no hay datos. Incluso El Diario consignó que intentó entrevistarla, “pero no fue localizada”. Los comicios de Salamayuca fueron de los más concurridos (193 personas sufragaron) y en los que los ciudadanos aceptaron postularse. Ese día también fue electo para estar al frente de la Presidencia Seccional de Samalayuca Javier Meléndez y para regidores Zaida Herrera Porras y Juan López Rodríguez, mientras que en el ejido de El Ojo de la Casa quedó al frente de la Policía Samuel Meléndez.

A diferencia de lo ocurrido en esta zona en otras poblaciones satélites de Juárez, como San Agustín, El Sauzal, San Isidro, Ejido Zaragoza y Venustiano Carranza, la afluencia fue escasa y ningún habitante se inscribió como candidato. El temor a represalias es mencionado como el factor que explica esta realidad. La prensa local da otras pistas sobre estos cambios culturales y sociales que se viven en México, al menos al norte del estado de Chihuahua: “Mientras la violencia se impone en las comunidades fronterizas, surge con fuerza la participación de la mujer al frente de la seguridad pública”.

En octubre, Marisol Valles, de 20 años, casada y estudiante de criminología, asumió la jefatura de la Policía de Praxedis Guerrero, también ubicado en ese estado fronterizo con Texas. Su nombramiento fue cuestionado ya que incumple con la edad requerida para el cargo: según el código municipal de Chihuahua, la edad mínima para entrar en la función pública es de 21 años. Sin embargo, el presidente municipal de ese poblado, el propio gobernador César Duarte Jáquez, y el Congreso del Estado decidieron pasar por alto “el detalle” en virtud del impacto mediático que implicó su designación, por ser joven, por ser mujer y por simbolizar ese cambio cultural que trae implícito un compromiso con su comunidad.

Quizá la tendencia que indica una mayor presencia de mujeres en roles vinculados a la seguridad también se explique con un dato espejo dado a conocer días atrás por el Instituto Nacional de las Mujeres (Inmujeres) del gobierno mexicano: en los últimos tres años se ha incrementado 400% el número de féminas detenidas por participar en actividades ligadas al narcotráfico, desencadenante de la violencia.