La embajada de Asunción debía entregar al Departamento de Estado de Estados Unidos informes sobre datos físicos, huellas dactilares, fotografías, perfiles de ADN y “otras singularidades” de los candidatos a la presidencia de Paraguay en las elecciones de 2008, en las que fue electo Fernando Lugo. Ésta es una de las revelaciones que aparecen en los más de 250.000 documentos que liberó la organización Wikileaks a varios diarios del mundo, que dieron a conocer estos datos ayer.

Señalan, entre mucha información, que Estados Unidos realiza “esfuerzos por cortejar a países de América Latina para aislar al [presidente] venezolano Hugo Chávez” y también que la secretaría de Estado solicitó información sobre la salud mental de la presidenta argentina, Cristina Fernández, que despierta “sospechas” en Estados Unidos, informó el diario español El País, uno de los que publicaron los documentos en su web ayer.

Ni El País ni los otros periódicos -The Guardian, del Reino Unido; The New York Times, de Estados Unidos; Le Monde, de Francia, y el semanario Der Spiegel, de Alemania- brindaron por el momento más información acerca de estos temas.

Los políticos paraguayos no son los únicos a quienes las embajadas estadounidenses vigilaron para el Departamento de Estado. El primer ministro ruso, Vladimir Putin, el italiano, Silvio Berlusconi, y el presidente francés, Nicolas Sarkozy, son algunos de los líderes mundiales de quienes Estados Unidos tiene información detallada de sus sedes diplomáticas. En los documentos se señala que Putin es “autoritario y machista”, que las “fiestas salvajes” de Berlusconi despiertan desconfianza en Washington y que a Sarkozy se le aplica un “estrecho seguimiento” para que no aplique políticas que obstaculicen la política exterior de Estados Unidos.

También está bajo la atenta mirada de Estados Unidos la Organización de las Naciones Unidas (ONU). El Departamento de Estado ordenó el año pasado a funcionarios de 38 embajadas y misiones diplomáticas que recogieran información personal y de otra índole sobre el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon. También se ordenó espiar a los representantes de Sudán, Afganistán, Somalia, Irán y Corea del Norte ante la ONU porque “los organismos de inteligencia dependen mucho de los informes de los funcionarios del Departamento de Estado [...] Y las biografías informales recogidas a lo largo del mundo [...] son vitales”. Por eso importan la “numeración de tarjeta de crédito y de viajero frecuente, teléfonos, correos electrónicos, direcciones URL, programas de trabajo y aspecto físico”. Los elegidos para estas tareas son llamados a estar al tanto de “los cambios internos y los procesos de selección de los puestos clave de la Secretaría General, agencias especializadas, comités, comisiones y programas oficiales en Nueva York, Ginebra, Viena y otras ciudades, así como de los asesores especiales y jefes de equipo”.

Uno de los documentos filtrados proviene de la embajada estadounidense en Honduras, fechado el 24 de julio de 2009, casi un mes después del golpe de Estado contra el presidente Manuel Zelaya. Allí consta cómo el personal de la embajada cuestionaba el derrocamiento de Zelaya y la asunción del presidente de facto Roberto Micheletti. “La perspectiva de la embajada es que, sin lugar a dudas, los militares, la Corte Suprema y el Congreso conspiraron el 28 de junio en un ilegal e inconstitucional golpe de Estado contra el Ejecutivo [...] En el mismo sentido no hay dudas, desde nuestra perspectiva, de que la asunción del poder de Roberto Micheletti es ilegítima. También es evidente que la Constitución en sí misma es deficiente a la hora de proveer procedimientos claros para lidiar con los actos ilegales del presidente y resolver conflictos entre los poderes del gobierno”.

Otros reportes revelan información más personal. El líder libio, Muamar el Gadafi, usa botox y es hipocondríaco, mientras que la canciller alemana, Angela Merkel, “evita los riesgos y es poco creativa”, según los informes de las respectivas embajadas. Los cables también revelan información acerca de los partidos de gobierno de varios países, detalles sobre las relaciones entre los líderes y su vida personal. También se incluyen “perfiles psicológicos” que concluyen, por ejemplo, que los iraníes tienen un “egoísmo desbocado”.

El tipo de información que se persigue también depende de la región. Mientras que en Europa se buscan detalles de la vida personal de los políticos, en África lo importante es obtener “detalles de las minas de diamantes, cobre, cobalto, uranio y otros minerales, así como de la extracción de crudo; número y situación de las minas”, además del estado de salud de los dirigentes o su opinión sobre Estados Unidos.

Ayer no se podía acceder a la página web de Wikileaks y la organización denunció que era víctima de una operación de piratería informática. La organización también denunció que había sufrido una “intensa presión durante meses”, desde el anuncio de la nueva filtración, y aseguró que el Pentágono está “hiperventilando de nuevo ante el temor de que tenga que rendir cuentas”.

Antes de las revelaciones, la secretaria de Estado, Hillary Clinton, se comunicó por vía telefónica con los gobiernos de los países cuyas relaciones podían verse afectadas por las revelaciones, como Alemania, Francia y Arabia Saudita. Otros países, como Reino Unido, Israel e Italia, recibieron la advertencia de parte de la embajada estadounidense. El portavoz del Departamento de Estado, Philip J Crowley, declaró el sábado que aunque no conocía con exactitud la información que sería revelada, le constaba que se iban “a crear tensiones” entre diplomáticos “y amigos alrededor del mundo”.