“Voy a pedirle al presidente [José] Mujica que considere abolir su Ejército. ¿Para qué necesita Uruguay un ejército? ¿Quién es el enemigo de Uruguay de nuevo? ¿Lo va a invadir Argentina? ¿Lo va a invadir Brasil?”, se preguntó ayer Oscar Arias, el presidente de Costa Rica y premio Nobel de la Paz, cuyo país desarticuló su fuerza de tierra en 1948, decisión que fue ratificada mediante reforma constitucional un año después.

Arias anunció su intención al canal colombiano NTN24, en momentos en que nuestro país, tal como informó el lunes el ministro de Defensa, Luis Rosadilla, a su regreso de Estados Unidos, podría realizar una alianza en defensa con aquel país. El planteo también llega cuando el rol de las Fuerzas Armadas, en concreto, de la rama de tierra, se encuentra en debate, incluso a instancias de Mujica, que pretende incorporarla a la erradicación de la pobreza y al Plan de Impacto Habitacional, aunque, como aclaró, “no para que construyan viviendas sino para que cuiden los materiales”.

En las interrogantes de Arias no figura una que sí se hizo el senador herrerista Luis Alberto Lacalle, que el lunes, cuando Rosadilla fue a la Comisión de Defensa a dar cuenta de sus líneas de acción y de su viaje al norte, entregó un documento en el que sugiere orientar el rol de las tres fuerzas bajo la hipótesis de tener que combatir un movimiento subversivo. Aunque sin mencionarlo, se refería a la posibilidad de que surja un grupo guerrillero similar al Movimiento de Liberación Nacional (MLN) que integró Mujica, y la alusión queda clara: el ex presidente afirma tener la certeza de que quedaron “definitivamente saldados” los “trágicos acontecimientos” ocurridos entre 1963 y 1973.

La línea de pensamiento de Lacalle continúa el eje establecido por el Herrerismo para las elecciones nacionales de 2009, concretamente cuando el jefe de campaña, Gustavo Penadés, ordenó publicar unos spots en los que se aseguraba que el arsenal de guerra hallado en una casa en la capital pertenecía a personas vinculadas a Julio Marenales y José Mujica, y que su sector tenía información de que había células dormidas afines al MLN dispuestas a ser la retaguardia de Mujica y defenderlo a sangre y fuego.

Lejos de estas elucubraciones de campaña y proyectos de asociación estratégica, el presidente costarricense insistió: “Voy a pensar en hacerle una carta al presidente Mujica para que considere lo que nosotros consideramos en 1948, cuando nos preguntamos: ¿para qué necesitamos un ejército?; ¿por qué no acabamos con él y le declaramos la paz al mundo?”. “Ciertamente pienso que Uruguay podría hacer lo mismo”, opinó.

Arias también recomendó a Venezuela y a Brasil no continuar con la carrera armamentística ya que el argumento de la necesidad de estar preparados ante un eventual ataque “suena a excusa barata para complacer a los militares, que posiblemente están ejerciendo mucha presión ante los gobiernos civiles, que a veces son débiles y no se atreven a decirles que no a los militares”.