Tanto el Partido Conservador de David Cameron como el Laborista del primer ministro Gordon Brown y, en menor medida, el Liberal Demócrata de Nick Clegg llegan a las elecciones británicas con posibilidades de triunfo, de acuerdo a las encuestas.

Los laboristas, que parecían quedar fuera de la carrera en sondeos recientes, volvieron a repuntar en los últimos. Crecieron tres puntos porcentuales en la última encuesta de intención de voto de YouGov, y obtendrían 30% de las adhesiones, detrás de los conservadores que subieron un punto, a 35%. En tanto, los liberales demócratas de Clegg, quien era desconocido antes de comenzar la campaña, bajaron cuatro puntos y conseguirían 24% de los sufragios. Pero estos porcentajes no reflejan la cantidad de bancas en el Parlamento, señaló BBC.

La elección determinará 650 diputados (533 ingleses, 59 escoceses, 40 galeses y 18 norirlandeses) para la Cámara de Comunas, la cámara baja del Parlamento. Allí se elegirá luego el próximo primer ministro.

Las características del sistema electoral británico favorecen a los partidos tradicionales, acostumbrados a disputarse el poder, y en particular al Partido Laborista, que gobierna desde hace 13 años. Con este sistema, el objetivo es ganar circunscripciones, que se reflejan en escaños en el Parlamento. Si bien los laboristas reciben menos votos en el total del país, son los favoritos en muchas circunscripciones chicas, y terminan por ganar más de ellas que sus rivales.

Los más perjudicados por este sistema son los liberales, porque consiguen más votos en total pero repartidos en varias circunscripciones, sin lograr vencer en un número suficiente de ellas. Por eso Clegg insiste con su propuesta de “cambio” y promete un sistema electoral más justo.

Las actuales reglas de juego dan lugar al llamado “voto táctico” o “voto útil”, el llamado a los partidarios de un candidato que va a perder a apoyar al “menos malo” de sus dos rivales. Este factor tradicionalmente perjudicó a los liberales, cuyos votantes se han inclinado a dar su voto a los laboristas, para evitar una victoria de los conservadores en las regiones en las que éstos puedan ganar. En esta elección, esa convocatoria partió de los periódicos The Observer, The Independent y The Guardian.

Las leyes del Reino Unido permiten hacer campaña hasta el último momento, de modo que los candidatos aprovecharon el tiempo. Ayer Brown reiteró que él es la persona adecuada para enfrentar la crisis económica, uno de los principales temas en el transcurso de esta campaña electoral.

En uno de los debates de campaña, el conservador Cameron reclamó recortar de inmediato el gasto público, algo a lo que se opuso el candidato oficialista. Por su parte, Clegg llamó a debatir entre los tres partidos una solución al déficit fiscal. El actual primer ministro, Brown, recordó que se comprometió a que un eventual recorte de gasto público no afecte servicios como los de la salud, la educación y la Policía.

Otro de los temas relevantes de la campaña fue la inmigración. Cameron, que podría convertirse en el primer ministro más joven de la historia, con 43 años, propuso establecer cuotas anuales para reducir el número de inmigrantes. Clegg, también de 43 años, propuso ciertas regularizaciones. Por ejemplo, dar acceso a la ciudadanía para quienes viven en el país desde hace más de diez años. Por su parte, Brown cuestionó las iniciativas de sus rivales y defendió el actual sistema de puntos por el que se evalúa a un inmigrante para brindarle el acceso a la ciudadanía.

Los tres candidatos llegan hoy a las elecciones con la incertidumbre que generan las encuestas, que los muestran muy parejos en intención de voto. Además de ajustados, los resultados de las encuestas han sido cambiantes, y las casas que toman apuestas relativas a las elecciones esperan ingresos de más de 37 millones de dólares. La mayoría de las apuestas apuntan a un Parlamento en el que la mayoría absoluta está en manos de los conservadores o en que ningún partido la obtuvo. Incluso, se puede apostar a un evento particular: el divorcio de Brown a causa de una derrota electoral paga 250 a 1.