En un relato digno de una novela de espionaje, la fiscalía de Nueva York hizo público ayer el desmantelamiento de una red rusa de espías con el arresto de unas diez personas el domingo. Durante décadas vivieron en los suburbios de Nueva York, Nueva Jersey y Washington como personas “comunes”. Según la agencia EFE, fuentes de la fiscalía de Nueva York informaron que una pareja sudamericana que residía allí ya compareció ante un tribunal federal de Manhattan. El hombre sería “de origen uruguayo” y los dos contarían con ciudadanía peruana. Fueron detenidos por actuar durante un “largo período” en misiones encubiertas en el país, “de manera ilegal”, como agentes para Rusia.

“En relación con las acusaciones presentadas en EEUU contra un grupo de personas sospechosas de espiar para Rusia, informamos que se trata de ciudadanos rusos que en distinto tiempo fueron a parar a territorio norteamericano”, indicó el portavoz de la cancillería rusa, Andréi Nesterenko. Un comunicado en la página web del Ministerio de Relaciones Exteriores ruso agrega que los detenidos “no cometieron actos dirigidos contra los intereses de Estados Unidos”.

Nesterenko declaró que no entendía “los motivos por los que el Departamento de Justicia ha hecho una declaración pública al estilo de las ‘pasiones de espionaje’ propias de los tiempos de la Guerra Fría”, informó EFE.

El caso se conoce días después de que el presidente ruso, Dimitri Medvedev, visitó la Casa Blanca y se reunió, el jueves, con su par estadounidense, Barack Obama. Éste ya estaba informado entonces de la operación que preparaba el FBI, indicó Robert Gibbsel, vocero de la Casa Blanca. Los agentes del FBI siguieron durante al menos siete años a las personas que fueron finalmente detenidas.

Tanto la agencia EFE como el diario Le Monde y la BBC británica hablan de una undécima persona detenida ayer en Chipre. Según la BBC, intentaba huir hacia Bucarest, mientras que Le Monde indicaba ayer, citando a las agencias AFP y Reuters, que el hombre, de nacionalidad canadiense, habría sido liberado bajo una fianza de 20.000 euros, en espera de su extradición.

Anoche, el portavoz del Departamento de Justicia, Dean Boyd, no quiso especificar por qué motivo se realizó el operativo en ese preciso momento y pese al relanzamiento de las relaciones entre Rusia y Estados Unidos. Pero insistió en que una de las razones se vincula con “el hecho de que uno de los sospechosos tuviera previsto dejar Estados Unidos”, para arrestarlo antes de su partida, informó EFE.

El subsecretario de Estado norteamericano para asuntos europeos, Philip Gordon, subrayó que la Guerra Fría está “superada” y aseguró que su país seguirá trabajando con Moscú en las áreas de interés común. Por otro lado, el primer ministro ruso, Vladimir Putin, expresó al ex presidente Bill Clinton -que justo se encontraba de visita en Rusia- su deseo de que los avances “en las relaciones entre nuestros estados no se vean perjudicados por los últimos sucesos”.

El FBI presentó documentos sobre las reuniones que habrían mantenido los acusados, que intercambiaban bolsas idénticas y material informático en lugares públicos como Central Park o la estación de trenes de Long Island.

La fiscalía de Nueva York aseguró que todos ellos trabajaban para el servicio de inteligencia de Rusia: “Eran agentes rusos que ocultaron todas sus conexiones entre ellos y Rusia, incluso trabajando bajo su dirección y control; eran agentes a los que normalmente se llama ‘ilegales’ [...] asignados en un país extranjero bajo identidad falsa” pero con nombres auténticos, informó EFE. Además, el fiscal Michael Farbiarz dijo que “ésta es sólo la punta del iceberg” y que “las pruebas son aplastantes, simples y firmes”. También se presentaron -contra nueve de los detenidos- cargos por “lavado de dinero”.