En su primera entrevista concedida a un medio de prensa extranjero desde que dejó la vida pública por razones de salud, hace cuatro años, el líder cubano Fidel Castro habló al diario mexicano La Jornada acerca de su enfermedad. “Llegué a estar muerto”, dijo en esta entrevista publicada en dos partes.

Hablando de los peores momentos de su enfermedad, Castro confesó: “Ya no aspiraba a vivir, ni mucho menos... Me pregunté varias veces si esa gente [los médicos] iban a dejarme vivir en esas condiciones o me iban a permitir morir... Luego sobreviví, pero en muy malas condiciones físicas”. Explicó que necesitó una reeducación para volver a caminar y a escribir.

A una pregunta sobre los riesgos de recaída por su regreso a la vida pública, hace un mes y medio, el ex presidente cubano respondió: “No quiero estar ausente en estos días. El mundo está en la fase más interesante y peligrosa de su existencia y yo estoy bastante comprometido con lo que vaya a pasar. Tengo cosas que hacer todavía”. En su opinión, el mayor peligro mundial es la guerra nuclear. Por eso propone “crear una fuerza de persuasión internacional para evitar que esa amenaza colosal se cumpla”.

El 9 de setiembre vencen los 90 días otorgados por el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas para comenzar a inspeccionar los barcos iraníes, y en opinión de Castro ése es el día en que podría estallar el conflicto o la propia bomba, por eso tanta urgencia e insistencia. Castro señaló que las armas nucleares actuales son más potentes que las bombas de Hiroshima y Nagasaki.

Consultado sobre la persecución que sufrieron los homosexuales en la Cuba de los años 60, acusados de ser “contrarrevolucionarios” y en muchos casos enviados a campos de trabajo militar-agrícola, Castro respondió: “Estoy tratando de delimitar mi responsabilidad en todo eso porque, desde luego, personalmente, yo no tengo ese tipo de prejuicios”. Argumentó: “Mira: piensa tú cómo eran los días nuestros en aquellos primeros meses de la Revolución: la guerra con los yanquis, el asunto de las armas y, casi simultáneamente a ellos, los planes de atentados contra mi persona”.

“Escapar a la CIA, que compraba tantos traidores, a veces entre la misma gente de uno, no era cosa sencilla; pero, en fin, de todas maneras, si hay que asumir responsabilidad, asumo la mía. Yo no voy a echarles la culpa a otros”, añadió. El líder cubano argumentó: “Teníamos tantos y tan terribles problemas, problemas de vida o muerte, ¿sabes?, que no le prestamos suficiente atención”.