En entrevista con la diaria, opinó que el poder político uruguayo siempre les ha dado autonomía a las Fuerzas Armadas (FFAA), aunque vaticinó que esa situación podría cambiar con el gobierno de José Mujica, ya que está mandatado por la Ley Marco de Defensa Nacional y porque esta administración tiene “una impronta diferente”.

-Usted dice que existe un desinterés civil y político en los temas de Defensa. ¿Qué tanto influyó la dictadura en este fenómeno?

-El desinterés es mucho más viejo. En 1969, Carlos Real de Azúa escribió el ensayo Ejército y política en el Uruguay, en el que califica la relación entre la sociedad y las FFAA como regida “por la dialéctica del arrumbamiento”, es decir, como si estuviera tirada en un rincón, ni siquiera bien guardada. La dictadura le agrega otra cosa distinta: el miedo, que demoró en perderse, y una cierta cuota de repudio frente a una institución que no ha sido capaz de revisar su actuación en serio.

-¿Qué relación existe entre el poder político y las FFAA?

-El vínculo entre las FFAA y el conjunto de la sociedad, y en particular con el sistema político, siempre tuvo la característica de que este último tendiera a darle autonomía a las primeras para gestionar sus cosas. Existen potestades del gobierno sobre los militares que en la práctica nunca hubo la voluntad de ejercer.

-¿El Ministerio de Defensa es un apéndice de las FFAA?

-El ministerio es una organización de carácter administrativo, sin capacidad de elaborar, controlar o evaluar políticas. En cambio, las FFAA son instituciones muy desarrolladas, cuyas tres fuerzas son muy potentes para la elaboración de políticas. Este problema tampoco es exclusivo de las FFAA.

-¿Existe una política de Defensa?

-Si la hay debe ser extraída de la historia. Debe ser sintetizada de lo que se hizo, y de quién la hizo. Quienes la elaboraron fueron las FFAA, más allá de los aportes de los ministros. Nunca hubo una definición explícita del poder político en esta materia. En países en los cuales la defensa está organizada, el Poder Ejecutivo emite documentos definiendo los objetivos de defensa o seguridad. En Uruguay eso nunca sucedió. En la Ley Marco de Defensa [Nacional] aparece la definición y creación del Consejo de Defensa Nacional, que sería el que tiene el rol de definir estos lineamientos. Sin embargo, nunca se ha reunido desde que se votó la ley en febrero de 2010.

-¿Existe una intención de cambiar esa realidad en este gobierno?

-La Ley Marco de Defensa [Nacional] reafirma la voluntad del sistema político de ejercer un mayor control sobre las FFAA. En ella se prevé una serie de mecanismos organizativos para mejorar el manejo de los temas militares, el control de su actuación y la evaluación por parte del gobierno. Requiere de otras leyes que la interpreten así como su reglamentación e instrumentación. Pero como nunca ha existido preocupación por adquirir conocimiento sobre temas de defensa, a la hora de comenzar un proceso dirigido a que ya no sean más las FFAA las que gestionen sus propias políticas, surge el problema de que se precisan conocimientos técnicos sobre asuntos militares.

-¿Influyó el discurso de Mujica en Santa Bernardina para que ahora los militares se sientan defraudados, como han expresado?

-Mujica intentó dar un mensaje a las FFAA diciéndoles que las considera parte de la nación. Eso generó mucha expectativa. Sin embargo, no creo que el descontento militar tenga tanto que ver con que se hayan sentido defraudados, como dicen, sino que hay una reacción frente a un panorama de cambios que los militares no controlan ni saben cuáles van a ser. Por formación, el militar requiere la mayor certidumbre posible, no improvisa, no está formado para improvisar. Además, hay un gobierno con una impronta novedosa respecto a otros anteriores en cuestiones militares, y hay una ley que lo mandata a instrumentar varios cambios.

-¿Qué opina de las cartas de los ex comandantes en jefe del Ejército que vaticinan la desaparición de las FFAA tal como las conocemos?

-El militar se forma para defender el status quo. Eso le genera una mentalidad conservadora. Estos comandantes en jefe se formaron y desarrollaron su carrera en la dictadura. Conocen ciertas FFAA que se hipertrofiaron durante ese período y que tuvieron una evolución posterior, siempre con escasa injerencia civil. Para ellos, que el gobierno comience a tener un nivel de injerencia mayor en estos temas significa que se viene el mundo abajo. En su cabeza conservadora, no es posible un gobierno democrático que pretenda dirigir las FFAA.

-¿El hermetismo de las FFAA permite cambiarlas?

-Nada es más difícil que la autorreforma de una gran institución y la prueba es la Universidad de la República [Udelar], que desde hace décadas tiene planteada la reforma de su carta orgánica. La Udelar es constitucionalmente autónoma, y la diferencia con las FFAA, que han sido autónomas de hecho, es que desde fuera no se ha tenido voluntad de reformarlas, y por eso ellas se reforman con gran dificultad y lentitud, o eventualmente no se reforman. El cambio tiene que venir desde afuera porque así lo marca la Constitución.