Aunque falta más un año para las elecciones de noviembre de 2012 en Estados Unidos, la campaña comenzó hace rato y también se conocieron varias encuestas de intención de voto. Una de ellas, publicada el viernes por la revista Time, concluye que si se votara hoy, Obama le ganaría a los tres aspirantes republicanos que aparecen con más posibilidades de obtener la candidatura de su partido: Rick Perry, Herman Cain y Mitt Romney. Pero en algún caso, la ventaja del presidente es igual al margen de error del sondeo.

Espantado

En su columna de opinión en The New York Times, del 28 de agosto, el premio Nobel de Economía Paul Krugman, advertía sobre un fenómeno “que debería aterrarnos” y decía, citando a un ex gobernador de Utah, Jon Huntsman Jr, que el Partido Republicano se está convirtiendo en un “partido anticiencia”. Para ilustrar esa transformación, Krugman recordó cómo Perry puso en duda que la acción humana tuviera que ver con el calentamiento global, y relativizó cualquier información al respecto diciendo que los científicos la manipulan. El columnista señaló que el suyo no es un caso aislado. Recordó que Romney, que antes reconocía que la incidencia del factor humano en el cambio climático era un motivo de preocupación, relativizó esa idea y dijo que no sabe qué tanto peso tiene la humanidad en el fenómeno. “Claro, sabemos lo que motiva la repentina falta de convicción de Romney. De acuerdo con la consultora Public Policy Polling, sólo 21% de los votantes republicanos en Iowa cree en el calentamiento global (y sólo 35% cree en la evolución)”, señaló Krugman. Lamentó que existan probabilidades altas de que el candidato presidencial de uno de los dos principales partidos estadounidenses “sea un hombre que cree lo que se le antoja, aun en contra de la evidencia científica, o uno que finge creer lo que le parece que el electorado del partido espera que crea”.

Rick

James Richard Perry fue la sorpresa de la campaña republicana y es el favorito del movimiento ultraconservador Tea Party. Apenas lanzó su candidatura, el gobernador de Texas acaparó la atención, los votos, y los fondos de los simpatizantes. De 61 años, casado con su novia de toda la vida, Anita, y padre de dos hijos, Perry llegó al cargo de gobernador hace 11 años, como sucesor de George W Bush, con quien muchos lo comparan por su forma de hablar y su estilo cowboy.

Nacido en Paint Creek, un pueblo de granjeros, Perry también comparte con Bush su fe de cristiano evangelista, e incluso convoca a jornadas de oración masiva en Texas para lidiar con las dificultades, desde la crisis económica hasta la sequía. Ha logrado convocar a miles de personas a esos encuentros, y también alcanzó algunos objetivos en su gestión como gobernador. Por ejemplo, logró que su estado fuera el que más puestos de trabajo generó desde junio de 2009, en plena crisis.

Aunque tiene un remotísimo pasado demócrata, ahora opina que Obama instaló el socialismo en Estados Unidos. Quiere achicar el Estado y favorecer a las empresas. Es ultraliberal en lo económico y ultraconservador en todo lo demás.

Sostiene que el sistema de seguridad social público es una estafa, se opone al aborto, defiende el derecho a portar armas, desconfía de la teoría de la evolución de las especies y pone en duda que el calentamiento global tenga que ver con el accionar de la humanidad.

Sin embargo, en un momento de la campaña se salió de su registro al prometer acceso a la educación gratuita en universidades estatales para los hijos de inmigrantes indocumentados, previo pago de una matrícula. Esto no cayó bien a los sectores más conservadores del Partido Republicano, donde encuentra a sus votantes.

Otras declaraciones suyas han causado polémica fuera de la ultraderecha estadounidense. Por ejemplo cuando manifestó que mandaría tropas a México para combatir a los narcotraficantes. Según reportó la BBC, declaró en un acto en New Hampshire: “Puede que se requiera que nuestras fuerzas militares en México trabajen con ellos para matar a esos cárteles de la droga y para mantenerlos fuera de nuestras fronteras”.

Según el sondeo de la firma Abt SRBI, el presidente derrotaría 50% a 38% a Perry. Entre los suyos, también comenzó a perder popularidad cuando fue derrotado en la semana pasada el más reciente debate que mantuvieron los varios precandidatos republicanos, y que ganaron Romney y Cain.

Herman

Perry también quedó expuesto cuando The Washington Post divulgó que el establecimiento de caza en el que su familia solía alojarse en vacaciones luce en la entrada una piedra enorme con el nombre del lugar, y que éste es Niggerhead, algo que se traduciría como “Cabeza de Negro”, y que incluye la palabra despectiva “nigger”. Perry dijo al periódico que su familia tapó la palabra hace muchos años, pero testigos aseguraron al periódico lo contrario.

“No hay una palabra más vil y negativa que la ‘palabra con la letra N’. El hecho de que la haya dejado durante tanto tiempo, hasta que la borró finalmente, es algo simplemente insensible con mucha gente negra en este país”, criticó Cain, el único precandidato afrodescendiente en la interna republicana, en declaraciones al canal Fox News.

Aunque lo han calificado como “el Obama republicano”, Cain se parece poco al presidente demócrata.

Si bien no logró conquistar al Tea Party como Perry, tiene mucha simpatía por ese movimiento y sintoniza con sus propuestas, entre ellas el cuestionamiento a los políticos tradicionales, algo que Cain está lejos de ser.

Nació hace 65 años en Atlanta, hijo de una camarera y de un conserje, peluquero y chofer. Se formó en matemáticas, obtuvo un máster en informática, y comenzó su vida laboral como analista de sistemas en Coca-Cola. Su trayectoria laboral lo llevó a Burger King y finalmente a la cadena de pizzerías Godfather’s Pizza, en la que llegó al cargo de presidente de la empresa. También llegó a presidir la Asociación de Restaurantes de América, pero nunca ocupó un cargo público.

Uno de sus rivales minoritarios en las internas republicanas, Jon Huntsman, se burló de él en un debate por promover una reforma impositiva a la que llama “9-9-9”, y le dijo que eso no es una propuesta sino el precio de una pizza, informó la agencia de noticias EFE. Esa iniciativa de Cain apuesta a remplazar algunos impuestos por una tasa fija de 9% de impuestos a la renta, 9% a las ganancias de las empresas, y 9% de impuestos al consumo.Algunos lo han criticado porque trasladaría parte de la carga impositiva de los ricos a los pobres, y otros porque su reforma tardaría años en implementarse.

Pero él defiende su plan con la frase: “Si 10% es suficientemente bueno para Dios, 9% debe bastarle al gobierno federal”. El candidato, que también fue pastor bautista, se refería al diezmo que algunas iglesias piden a sus fieles.

Otra de sus frases célebres la dedicó al movimiento Occupy Wall Street, que protesta contra la codicia del sistema financiero. “No culpen a Wall Street, no culpen a los grandes bancos. Si no tienen trabajo y no son ricos, cúlpense a ustedes mismos”, le dijo al diario The Wall Street Journal. Luego amplió su exposición y dijo, según publicó la BBC, que ese movimiento sólo busca distraer la atención de las “políticas fallidas” de Obama.

Mitt

Según el sondeo de Abt SRBI, si las elecciones tuvieran lugar hoy, Obama derrotaría a Cain 49% a 37%. Una pelea más difícil tendría el presidente con Mitt Romney. La encuesta concluye que le ganaría 46% a 43%, con una diferencia de 3% que es igual al margen de error del estudio.

Comparado con sus rivales republicanos, Romney es visto por los republicanos como un político más alejado de la ultraderecha, aunque en sus discursos intenta acercarse a ella todo lo posible. Le han criticado, por ejemplo, que durante su gestión como gobernador de Massachusetts (2003-2007) implementó un sistema de salud que tiene puntos de contacto con la reforma sanitaria de Obama.

Para conquistar a los votantes más conservadores, Romney se rodeó de asesores de línea más dura. Uno de ellos es Michael Hayden, ex director de la CIA, que en su momento defendió la tortura en los interrogatorios a sospechosos de terrorismo.

Además de tratar de convencer a todos de que está tan a la derecha como sus rivales, Romney enfrenta otro desafío: si ganara las elecciones se convertiría en el primer presidente mormón. La agencia de noticias EFE señaló que si llega a la Casa Blanca, Romney marcaría un precedente como el del demócrata John F.Kennedy, el único mandatario católico que tuvo su país, de mayoría protestante.

“Mitt Romney no es cristiano. Los mormones son un culto, no una religión cristiana”, dijo un pastor de Texas en un acto político en Washington, al presentar como orador a Perry, gobernador de su Estado, reportó el corresponsal del diario español ABC.

A la fe apeló Romney para decir una de sus más resonantes frases de campaña: “Dios no creó a este país para que fuera una nación de seguidores [...] Estados Unidos debe conducir el mundo o lo harán otros”. Para rematar la idea, el precandidato dijo: “Déjenme ser claro: como presidente de Estados Unidos me dedicaré a (gestar) un siglo estadounidense”. Romney siguió: “nunca, jamás, pediré perdón en nombre de Estados Unidos”.

Este político de 64 años, nacido en Detroit, es hijo del ex gobernador de Michigan, George Romney, y ya compitió en las primarias republicanas para las elecciones de 2008, pero en el proceso no le fue tan bien como esperaba y retiró su candidatura. Esta vez, podría llegar su revancha. Aunque no encabeza las encuestas en estas primarias, mantiene un apoyo sostenido y es el que recibe más contribuciones de los votantes para financiar su campaña.

Romney, Perry y Cain deberán competir entre sí y con otros aspirantes con menos intención de voto cuando el Partido Republicano inicie sus primarias, en un proceso que recorre todo el país. El primer estado en celebrarlas, Iowa, prevé adelantar esa instancia del 6 de febrero al 3 de enero.

Una encuesta publicada el jueves por el diario Wall Street Journal y el canal NBC, que midió la popularidad en la interna republicana, colocó como favorito a Cain, elegido por el 27% de los consultados, pese a que seis semanas atrás sólo recogía el 5% de apoyo. Lo seguía Romney, con su 23% de respaldo intacto desde agosto. Por su parte, Perry, que ese mes alcanzaba el 38% de los votos, aparecía en caída con un 22%. Pero los tres tienen algunos meses para cambiar esas cifras.