Trabajadores egipcios de sectores tan diversos como el transporte, la banca, el petróleo, la industria textil y los medios de información del Estado, así como otros funcionarios públicos, mantienen un paro en reclamo de aumentos de salario y mejores condiciones de trabajo, al margen de las protestas por un cambio de régimen que causaron la renuncia del presidente Hosni Mubarak el viernes.

“Algunos sectores organizan protestas a pesar del regreso a la vida normal y de las condiciones que hacen que todas las categorías del pueblo deban ser solidarias”, afirma un comunicado emitido ayer por el Consejo Supremo del Ejército, que ahora gobierna.

De acuerdo a ese texto, “los egipcios honrados” estiman que la actitud de quienes continúan protestando tiene “consecuencias negativas: atentado a la seguridad del Estado, perturbación y trabas a la producción y al trabajo en sectores estatales, trabas a los intereses de los ciudadanos e impacto negativo sobre la economía nacional”.

Ayer, en la plaza Tahrir (Libertad en árabe), epicentro de la revuelta anti-Mubarak, algunos grupos exigían que se cumpliera la promesa de liberar a los detenidos durante las protestas y anular el estado de emergencia vigente desde 1981.

Por otro lado, un grupo de ciberactivistas que lideró las protestas dio a conocer ayer que se reunió con dos miembros del Consejo militar, y que durante el encuentro fueron informados de que la comisión a cargo de reformar la Constitución culminará su trabajo en diez días, previéndose que el referendo sobre sus propuestas se realice a mediados de abril. La información, citada por la agencia AFP, lleva las firmas del bloguero Amr Salam y el joven informático Waël Ghonim, que trabaja en la filial egipcia de Google y desempeñó un papel muy destacado en la convocatoria de las manifestaciones contra Mubarak.

La calle o las urnas

El mundo árabe continúa tomando el ejemplo egipcio y son cada vez más los países en los que la población se manifiesta en contra de las autoridades. En Yemen hubo protestas ayer, por tercer día consecutivo, para reclamar la renuncia del presidente Ali Abdalá Saleh, y los manifestantes fueron atacados por partidarios del régimen con piedras y armas blancas. Más tarde, la Policía tomó la posta y dispersó la protesta. En el sur, cuatro personas resultaron heridas en enfrentamientos entre opositores y oficialistas. En Irán también soplan vientos magrebíes, y pese a la fuerte presencia policial hubo intentos de realzar protestas callejeras en Teherán y otras ciudades, que llevaron a enfrentamientos con las fuerzas de seguridad, numerosas detenciones y por lo menos un muerto y varios heridos en la capital.