En una entrevista publicada el sábado por el diario francés Journal du Dimanche, el líder libio Muamar Gadafi dijo que permitiría el acceso al país de una comisión de la ONU o de la Unión Africana y lamentó que “ninguno [de los países] comprenda que esto es una lucha contra el terrorismo”. Gadafi se preguntó: “¿Por qué cuando estamos en lucha contra el terrorismo en Libia no nos ayuda nadie?”.

El gobernante se dirigió al presidente francés, Nicolas Sarkozy, al decir: “Espero que cambie su actitud hacia nosotros y que rápidamente se ponga a la cabeza de la investigación, que bloquee la resolución del Consejo de Seguridad de la ONU y haga que se detenga la intervención extranjera”.

Gadafi se jactó de tener detenidos a tres pilotos de un helicóptero holandés que habría aterrizado sin la autorización de su gobierno con el objetivo de trasladar a varios holandeses de vuelta a su país.

También la oposición armada tuvo detenidos durante algunas horas a ocho soldados británicos que llegaron a territorio rebelde para negociar con sus líderes, quienes indicaron que dan la bienvenida “a cualquier delegación británica”, si se les propone de forma oficial.

Ante la invitación de Gadafi, la Unión Europea envió ayer un equipo de observación a Libia, informó la alta representante de política exterior del bloque, Catherine Ashton, que intentará analizar la situación antes de la reunión que mantendrán los cancilleres el viernes.

Quienes sí se reunieron fueron los miembros del Alba, el viernes. Allí, el canciller venezolano, Nicolás Maduro, leyó un comunicado de su homólogo libio, Moussa Koussa, autorizando a Venezuela a seleccionar países que conformen una segunda comisión orientada a buscar una solución pacífica al conflicto, indicó la agencia de noticias ANSA.

Los países del Alba respaldaron la iniciativa del mandatario venezolano, Hugo Chávez, de crear una “Comisión Internacional Humanitaria para la Paz e Integridad de Libia” que buscará “evitar una agresión militar de la OTAN”, indicó la estatal Radio Nacional de Venezuela.

Mientras en la OTAN sigue en el aire la posibilidad de una iniciativa militar, en Libia las fuerzas de Gadafi avanzan sobre territorio rebelde. Las versiones de un lado y de otro son contradictorias: las tropas del gobierno aseguraron ayer que los rebeldes habían sido derrotados en Ras Lanuf, pero los opositores lo negaron horas después.

El gobierno también anunció que detuvo la embestida de la oposición hacia Sirte, ciudad en la que nació Gadafi, e informó que hizo retroceder a los rebeldes en varias ciudades. Las fuerzas opositoras enfrentaron bombardeos y ataques por tierra en las zonas que atravesaban. La situación parecía cada vez menos una revuelta y cada vez más una guerra, y se estimaba que ayer murieron unas 100 personas. Si se cuenta desde que comenzaron las protestas, la cifra subiría hasta 6.000, según organizaciones humanitarias.

Alrededores

En tanto, en Yemen las protestas cuentan con un nuevo aditivo en las fuerzas separatistas del antiguo Yemen del Sur, que se unificó con el Norte en 1990, unión que tuvo su primera crisis cuatro años después, cuando desembocó en una guerra civil. Las movilizaciones siguen creciendo, sobre todo después de que el presidente Alí Abdalá Saleh rechazara ayer dejar el poder este año, como le había propuesto la oposición, y anunciara su disposición a seguir en su cargo hasta 2013.

En Túnez los cambios políticos corren mejor suerte. El primer discurso del nuevo jefe de Estado, Beyi Said Essebsi, tocó todas las teclas: prometió la formación de un gabinete sin ministros “extranjeros” -en referencia a ex ministros tunecinos que volvían de Francia para ocupar cargos-; sostuvo que el ex presidente Zine El Abidíne Ben Alí, que huyó del país el 14 de enero, cometió el delito de “traición”, por lo que debería ser juzgado con riesgo de ir a la horca; e indicó que su prioridad será que el país vuelva a la normalidad.

En sentido contrario, ayer el gobierno de Arabia Saudita prohibió las manifestaciones y advirtió que las fuerzas del orden usarán todas las medidas necesarias para hacer cumplir esa imposición.