Mucho antes de que se convierta en el país número 54 de África, la gestación del nuevo Estado, surgido de la separación en dos de Sudán, fue dolorosa, y la nueva República de Sudán del Sur tiene numerosos desafíos.

En lo que va de 2011, unos 150.000 habitantes de Sudán del Sur no tuvieron más remedio que migrar y 1.800 murieron por los enfrentamientos armados entre el norte y el sur, según Naciones Unidas. Por otro lado, desde que el ejército del norte entró el 21 de mayo en Abyei, una región petrolera en disputa, más de 110.000 personas de la zona se refugiaron en Sudán del Sur.

Desde octubre, ya con la independencia a la vista, unos 300.000 sudaneses del sur regresaron a su tierra, en lo que fue una de las últimas olas de migración masiva desde 2005, cuando comenzaron a retornar algunos de los 2,5 millones de habitantes que huyeron de la guerra civil, que duró desde 1983 hasta 2005 y que cobró la vida de dos millones de personas. Siguen regresando desde el norte y también desde Etiopía, Kenia, Uganda, Australia, Gran Bretaña o desde Estados Unidos.

El acuerdo de paz alcanzado en 2005 estableció la celebración, en enero, del referendo de autodeterminación, en el que cerca del 99% de sudaneses del sur votaron por la independencia.

Según una columna del ex presidente sudafricano, Thabo Mbeki, publicada en el semanario Jeune Afrique, las dificultades que desembocan en el nacimiento de Sudán del Sur surgen de que Sudán es el país más grande de África y el más diverso del continente, en los aspectos étnico, religioso y cultural. La explicación más simplista es que el Norte es musulmán y el sur no lo es, pero la realidad es mucho más compleja.  La directora de la Organización Internacional de Migraciones, Gerry Waite, advirtió que “los accesos a las rutas tradicionales son cada vez más difíciles a causa de la falta de seguridad”. Agregó: “Nuestra principal preocupación es que el flujo espontáneo [de personas] conduzca a una sobrepoblación en la región inestable y de difícil acceso del Nilo Superior”.

Según la agencia de noticias AFP, los repatriados a este país de nueve millones de habitantes tienen acceso limitado a la tierra para vivienda y agricultura, y el suministro de agua y las instalaciones sanitarias son precarios.  En la capital del norte, Jartum, el gobierno de Omar al Bashir, que se opone a la división del país, cumplió con una promesa que hizo antes del referendo: despidió a los funcionarios nacidos en el Sur. Los nacidos en el territorio de Sudán del Sur que aún viven en el Norte se estiman en un millón.

A las dificultades de la población se suma que la mayoría de los que vuelven a su tierra sólo hablan árabe y no inglés, que es el idioma oficial del sur.

Mañana en la ceremonia de independencia, está prevista la presencia de Al Bashir. En cambio, todavía no se sabe cuál será el prefijo internacional de Sudán del Sur, ni cuál será su moneda. El 14 de julio Naciones Unidas podría admitir al nuevo país como su miembro número 193.