El 28 de setiembre de 1966 Argentina se encontraba bajo la dictadura de Juan Carlos Onganía. Ese día, 18 jóvenes pusieron en marcha el Operativo Cóndor. El más joven del grupo tenía 18 años, el mayor 32, y los lideraba el militante peronista Dardo Cabo, dirigente de la Unión Obrera Metalúrgica, de 25 años. Habían planeado esa acción durante tres años.

Aquel día se tomaron el vuelo 648 de Aerolíneas Argentinas, que partió poco después de la medianoche desde Buenos Aires con destino a Río Gallegos. “Muchachos, aunque nos cueste la vida. Lo de menos es que nos lleven presos a Inglaterra. Lo más glorioso, que caigamos en el intento”, dijo Cabo antes de abordar el avión, según relataron después otros integrantes del grupo a la prensa argentina.

Viajaban junto a 48 pasajeros cuando Cabo y Alejandro Giovenco, el segundo al mando, entraron con armas a la cabina y ordenaron al piloto, el comandante Ernesto Fernández, que cambiara el rumbo y se dirigiera a las Malvinas.

Eligieron el 28 de setiembre para secuestrar el avión Douglas DC4, entre otros motivos porque en esa fecha el gobernador de Tierra del Fuego y de las Islas del Atlántico Sur, José María Guzmán, tenía que viajar al territorio que gobernaba, recordó décadas después el diario argentino Página 12. Al llegar quisieron reconocer a Guzmán como autoridad, pero él no sintonizó con ellos.

Los integrantes del operativo se proponían llegar a la residencia del gobernador inglés, sir Cosmo Dugal Patrick Thomas Haskard, y difundir desde allí una proclama. Aterrizaron sobre una pista para carreras de caballos en Puerto Argentino, donde Cabo proclamó: “Ponemos hoy nuestros pies en las islas Malvinas argentinas para reafirmar con nuestra presencia la soberanía nacional y quedar como celosos custodios de la azul y blanca”. Pero rápidamente el avión fue rodeado por kelpers armados e integrantes de la Fuerza de Autodefensa de las islas, y no pudieron avanzar más allá.

Finalmente, intercedió un sacerdote católico, Rodolfo Roel, que evacuó a los civiles, celebró una misa en español y tramitó una salida de esa situación. Los integrantes del operativo lograron mantener por 36 horas siete banderas argentinas flameando en las islas y cantar el himno de su país antes de entregar las armas, sin haberlas disparado.

Ante el rechazo del gobernador Guzmán al operativo, buscaron otra persona a la que pudieran reconocer como una autoridad argentina, y decidieron entregarle las armas al capitán del avión.

Los 18 volvieron en barco a Argentina, donde algunos cumplieron tres años de prisión como principales responsables del secuestro -Cabo, Giovenco y Juan Carlos Rodríguez- y otros fueron condenados a nueve meses de cárcel.

En el balance

“No nos entregamos ni nos rendimos, ‘depusimos’ la actitud. El reclamo de soberanía se había hecho y no tuvimos el apoyo de las tropas argentinas. Entonces, ante el comandante, la única autoridad que reconocimos, depusimos las armas”, dijo a Página 12 en 2006 uno de los participantes en el Operativo Cóndor, Norberto Karasiewicz. Tenían expectativas de que militares nacionalistas los respaldaran y ocuparan la isla, pero esto no sucedió.

“Onganía emitió un comunicado diciendo que nos iban a aplicar todo el rigor de la ley y nos calificó de piratas. Sin embargo, después supimos que hubo una efervescencia popular, de estudiantes y trabajadores que apoyaban la gesta nacionalista”, dijo al diario La Nación, también en 2006, Ricardo Ahe, otro de los integrantes del grupo.

Ese periódico publicó una carta enviada por Juan Domingo Perón a Ahe desde Madrid, el 1º de julio de 1967, en la que le dijo: “Un día llegará que la canalla dictatorial, entregada y entregadora, sentirá vergüenza de lo que han hecho con ustedes y así tendrán el mejor premio al patriotismo y el arrojo que ellos no han sido ni serán jamás de sentir ni practicar”.

Más tarde vendría otra dictadura, la que comenzó en 1976 y se extendió hasta 1982, durante la que murieron varios de los 18 integrantes del Operativo Cóndor.

Cabo, que entonces militaba en Montoneros, hoy es uno de los desaparecidos argentinos. Según informó Página 12, también lo son otros dos integrantes del grupo, Pedro Cursi y Edgardo Jesús Salcedo. De aquellos 18, Rodríguez y Jorge Money fueron asesinados por la Triple A, mientras que Giovenco pasó a militar en la ultraderecha.

Para la historia

Al aterrizar en las Malvinas, Cabo llamó al lugar Puerto Rivero, en reconocimiento al gaucho Antonio Florencio Rivero. A unos y al otro los recordó el 23 de agosto la presidenta argentina, Cristina Fernández, en el acto oficial por el aniversario del 27 de agosto de 1833, fecha en que Rivero, de 26 años, lideró una rebelión contra los ingleses y logró izar la bandera argentina en las islas. Acerca de él, Fernández dijo que la historia lo “difamó, ‘anonimó’ y desapareció”. Añadió que “Londres no [lo] juzgó, porque no le quiso cuestionar la beligerancia; porque hacerlo hubiese implicado reconocer la soberanía” argentina en esas islas.

En agosto, el Parlamento de Tierra del Fuego aprobó la ley Gaucho Rivero, que prohíbe a buques de bandera británica que tengan como finalidad explotar recursos naturales de las islas amarrar o abastecerse en la provincia. La impulsora de esa iniciativa, la diputada Patricia Cubría, del kirchnerista Frente para la Victoria, dijo que la ley rinde homenaje a Rivero porque peleó por la soberanía argentina y porque “también dio la pelea por la explotación que sufrían los gauchos en las islas”.

Por su parte, las figuras de los jóvenes que participaron en el 
Operativo Cóndor fueron revindicadas no sólo por Perón, en 1967, sino por varios actores políticos. En 2009 el Poder Legislativo de la provincia de Buenos Aires, con Daniel Scioli como gobernador, aprobó una ley que les otorga a los sobrevivientes una pensión y cober-
tura médica, luego de que otra ley provincial, de 2006, a 40 años del operativo, los declaró “ejemplo de entrega, compromiso y 
patriotismo para las nuevas 
generaciones”.

Durante el acto por el aniversario de la revuelta de Rivero, Fernández recibió de manos de Cristina Verrier, quien fue esposa de Cabo y tercera al mando en el Operativo Cóndor, las siete banderas argentinas que ondearon en las Malvinas en 1966. Verrier le sugirió a la presidenta que una de ellas fuera colocada en el mausoleo de Néstor Kirchner, en Santa Cruz, y otra en la Basílica de Itatí, en Corrientes, a los pies de la imagen de la Virgen de Itatí, de la que ella y Cabo eran devotos. Así se hizo.

“En aquel momento de dictadura decidieron un acto de patriotismo y de reconocimiento nacional. Fueron a nuestras Malvinas a plantar la enseña nacional”, dijo el 18 de octubre Fernández, al llevar en persona la bandera a la iglesia de Corrientes. La presidenta dijo que iba a ese lugar “como peregrina para cumplir una promesa” y depositar “una enseña patria que estuvo en Malvinas como signo de soberanía y compromiso de la juventud con la historia de su patria y de su pueblo”.

“La historia de estos argentinos, de Rivero, de Cabo, de Verrier, de los cóndores y de los ex combatientes [de 1982] tienen un común denominador: la juventud”, dijo la presidenta, y agregó que ésa es “la edad de los sueños”, que “es cuando afloran sentimientos, la pasión y el amor a la patria”.

Meses antes, en marzo, Fernández anunció que se construirá el Museo y Memorial Malvinas en el predio de la ex Escuela Superior de Mecánica de la Armada, con el objetivo de inaugurarlo en agosto de 2013, para los 180 años de las acciones del gaucho Rivero. La presidenta dijo entonces que el reclamo por las Malvinas se transformó de “una causa de características patrioteras” en “la defensa de los recursos ictícolas y energéticos de toda la región”. Rodeada por sus ministros, también se refirió ese día al Operativo Cóndor: “Recuerdo que fue muy conmocionante, fue un acto muy peronista”.