Los recientes discursos públicos del comandante en jefe del Ejército, general Pedro Aguerre, y la oportunidad en que fueron realizados han generado diferentes opiniones e interpretaciones. Aguerre no sólo hizo uso de la palabra dos veces en menos de una semana, sino que fue el gestor de esos actos y sus pormenores. Para el 18 de mayo, con motivo de conmemorarse 40 años de la muerte de cuatro soldados a manos de un comando del Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros, el comandante en jefe del Ejército organizó un acto -que tradicionalmente era convocado por el Círculo Militar y el Centro Militar-, ordenó la concurrencia de todos los efectivos activos y se encargó de la oratoria, antes realizada por referentes de los centros de militares retirados. El 24 de mayo, con motivo del Día del Ejército, la fuerza decidió realizar un gran desfile en Durazno. Participaron más de 2.000 efectivos, 115 vehículos blindados y 140 equinos, en lo que según informa el Ministerio de Defensa en su portal, se trató del “mayor desfile militar” en los últimos 30 años.

En su discurso ese día, el general dijo que hay que “evitar caer nuevamente en el enfrentamiento entre orientales y dejar de poner líneas en la historia”. “Durante las guerras se pueden producir muchas muertes”, pero “cuando las muertes y agresiones se producen en conflictos entre connacionales las heridas no terminan de sanar”, agregó. Señaló que hay que “juntar pero no dividir, para que sin olvido de nuestros actos, podamos crecer”, y aspiró a que los ciudadanos se sientan orgullosos del Ejército.

Para el analista en materia de defensa Julián González, Aguerre tiene como objetivo reinsertar al Ejército en la sociedad y con “esa perspectiva está actuando”. De esta manera se explica que haya convocado al acto en homenaje a los cuatro soldados, evitando que los centros sociales de retirados lo hicieran en solitario, como hasta ahora, “utilizando el acto como tribuna”. La señal de Aguerre es muy clara, “el que da el mensaje es el superior de todos los militares activos y retirados, y ésa es la única voz del Ejército”, dice González. El objetivo del desfile en Durazno tiene que ver con darle más protagonismo al Ejército, realizando “el mayor desfile militar desde la salida de la dictadura”, algo que ningún comandante en jefe del período democrático se había “animado a hacer”. De esta manera pretende recuperar el significado de los desfiles militares como fiestas ciudadanas, como en épocas previas al golpe de Estado, cuando el vínculo del Ejército con la sociedad civil era mucho mayor, agrega González.

El coronel retirado Guillermo Cedrez, presidente del Centro Militar, opinó que el discurso de Aguerre estuvo bien y no tiene “nada que criticar”.

Sobre el final de su alocución en Durazno, Aguerre señaló que no había que caer “en maniqueos simplismos, propios de mentes fundamentalistas y carentes de hidalguía para ayudar a componer”, convocando a militares en actividad y retirados a trabajar juntos. Cedrez no se sintió aludido por esa referencia y considera que Aguerre se dirigió a sectores que “no transan, que no nos quieren ni a él ni a mí”, pero que no están en la órbita militar, y agregó: “Fundamentalistas no acepto en mis filas”.

Cedrez comparte que hay un cambio en la conducción del Ejército y en el relacionamiento con la sociedad desde la asunción de Aguerre, pero aclara que considerar novedosa la iniciativa de organizar el acto por los cuatro soldados caídos “es un error”, porque antes era una conmemoración institucional del Ejército, que como se dejó de hacer, “la empezamos a organizar nosotros”.

Por su parte, el mensaje de Aguerre fue criticado por el secretario de Derechos Humanos del PITCNT, Edgardo Oyenart. El dirigente sindical afirmó que si bien se percibe “un cambio en el discurso” del Ejército desde la llegada de Aguerre, esto “tiene un valor relativo” porque se pueden hacer “mil discursos y ninguna transformación en la sociedad”, o, por el contrario, hacer uno solo y “decir todo lo que saben” sobre el paradero de los desaparecidos, cosa que “no han hecho y parece que no van a hacer”. Para Oyenart, el planteo de que hubo una guerra “es un disparate, una mentira”, porque “lo que hubo fue una dictadura que ejerció sobre la población una represión indiscriminada”. De un lado estuvieron los militares y del otro lado “el pueblo todo” desarmado, consideró Oyenart.