Hay mucho para leer en los resultados de las elecciones internas del Frente Amplio (FA), que se comenzaron a divulgar en los últimos días (aunque todavía faltan algunos datos de gran importancia). A continuación se plantean algunas interpretaciones de los datos disponibles.

  1. La novedad de definir en forma directa quién ocuparía la presidencia del FA no logró ampliar la convocatoria más allá de un núcleo politizado, probablemente similar en composición al que participó en las internas anteriores de 1997, 2002 y 2006, más allá de que en esta ocasión el total de votantes haya sido menor (en unos 50.000) que el de hace seis años. Por lo tanto, fracasó la tentativa de configurar un nuevo escenario mediante la irrupción en la toma de decisiones de un gran contingente de frenteamplistas que no se involucra en las actividades orgánicas. Dado que antes había fracasado el intento de proponer modificaciones estructurales, reduciendo el peso de los representantes de comités de base en los organismos, las nuevas relaciones de fuerzas operarán en un marco general sin modificaciones sustanciales.

  2. La presidenta electa, Mónica Xavier, arrancará con mayor fuerza que su antecesor, Jorge Brovetto, por el respaldo del voto directo y por características personales (menor edad, perfil político más nítido, disposición ya manifiesta a discutir las decisiones del presidente de la República, apoyos sectoriales expresos y el hecho sin precedentes de que una mujer desempeñe la tarea), pero el cargo que ocupará no tiene ninguna potestad formal relevante. Como Néstor Kirchner cuando asumió la presidencia de Argentina, deberá “construir poder” si quiere que las cosas cambien.

  3. En el nuevo escenario, los votos en blanco son muy significativos. Las personas que se tomaron el trabajo de ir a votar sin expresar preferencia en la elección presidencial (el componente más difundido de las internas), fueron unas 31.000. Apenas 1.116 menos que los votantes de Ernesto Agazzi, 5.316 más que los de Enrique Rubio y 9.371 más que los de Juan Castillo. Aún no sabemos cuántos de esos no votantes para la presidencia fueron votos en blanco totales (sobres vacíos por completo) o anulados, cuántos se abstuvieron sólo para la presidencia y las listas sectoriales, y tampoco la cantidad de quienes optaron por otras combinaciones posibles que sería interesante analizar, pero es indudable que se reiteró, como en las elecciones departamentales de 2010, una expresión de malestares que el FA no ha sabido cómo revertir, y que constituyen un gran desafío para las próximas autoridades.

  4. Fue un éxito la alianza entre el Partido Socialista (PS) y el Frente Liber Seregni para postular a Xavier, por aciertos propios y errores del bloque que lidera el Movimiento de Participación Popular (MPP). Pero está por verse que la unión se mantenga, y uno de los factores que la pondrán a prueba es la definición de la candidatura presidencial del FA para 2014. También es una incógnita si esa definición reagrupará o mantendrá separados al MPP y el Partido Comunista (PC), que se impusieron juntos en 2009 cuando hubo que optar entre la postulación de José Mujica y la de Danilo Astori. Por supuesto, tendrá mucho que ver con esto la probable posibilidad de que Tabaré Vázquez quiera ser candidato una vez más.

  5. El PC, sin alcanzar resultados espectaculares, tiene motivos para estar satisfecho porque aumentó un poco su peso propio en la estructura, y Castillo, postulado por ese partido, se desempeñó bastante bien, logrando el apoyo de unas 4.800 personas que no apoyaron la lista comunista.

  6. Habrá que ver qué pasa con la nueva alianza entre la Vertiente Artiguista, Compromiso Frenteamplista (Raúl Sendic) y la lista 5005 (Diego Cánepa), que evidentemente postuló a Rubio con el beneplácito de Mujica, y que no votó muy bien pero tampoco muy mal (de hecho, parece que cerca de la mitad del electorado de Rubio no está alineado con ninguno de los tres sectores mencionados). Según algunos operadores y analistas, puede proyectarse hacia la creación de un sector mujiquista al que se sumaría parte del MPP. Que eso suceda dependerá, entre otras cosas, del peso entre los emepepistas de quienes menos se alinean con el actual presidente de la República.

  7. El PS festeja. Con un incremento sustancial, revirtió una tendencia decreciente que se registraba en las internas del FA y en las elecciones nacionales desde fines de los años 90, y ahora puede encarar la perspectiva de una alianza con el astorismo en un plano más cercano a la igualdad. De todos modos persiste una tensión entre sus fracciones internas, aunque en esta campaña eso afectó mucho menos la movilización colectiva del partido.

  8. El MPP tiene motivos para preocuparse. Sus problemas para definir qué candidatura impulsaría, el desempeño de Agazzi y la fuerte caída del apoyo al sector desnudaron debilidades en la primera elección que afrontaron sin Mujica desde 1994. A la inversa de lo que ocurre con el PS, se revirtió una sostenida tendencia al crecimiento dentro del FA que se registraba desde entonces, con un agravante para los emepepistas: la serie histórica de sus resultados muestra que las internas han funcionado siempre como una muestra de lo que ocurriría en las nacionales siguientes, con pocos decimales de diferencia. Los porcentajes en relación con el total del FA estuvieron cerca de 16% en 1997 y 1999, de 29% en 2002 y 2004, y de 33% en 2006 y 2009, de modo que esta caída a 20% puede consolidarse.

El 7 de este mes, hablando por radio de los recientes cambios en el Consejo de Ministros, Mujica rea-firmó su opinión de que “el mejor dirigente” es “el que cuando se va deja un conjunto que lo sustituya con ventaja”. No ha sido éste el caso desde que él dijo adiós a “la fuerza que Pepe construyó”.