Gustavo González integra desde joven la Federación Uruguaya de Cooperativas de Vivienda por Ayuda Mutua (FUCVAM), de la cual llegó a ser secretario general. En 2003 se fue a Centroamérica a trabajar en un proyecto en convenio con el Centro Cooperativo Sueco para replicar el modelo de FUCVAM en otros países. Radicado nuevamente en Uruguay, viaja constantemente para atender proyectos en El Salvador, Honduras, Guatemala, Bolivia y Paraguay. Se trata de una “réplica exacta del modelo uruguayo” con propiedad colectiva, usuarios, autogestión y ayuda mutua, dice.

Más cooperativas

-¿No te convence el Plan Juntos?

-Lo que hizo Mujica fue homogeneizar la vivienda, basado en la ilusión de que los capitalistas son buenos y pueden poner plata para que los pobres construyan. Eso es un brutal idealismo del presidente que llevó a que el buque insignia esté ahora como la avioneta perdida: nadie sabe nada de él. Se convoca al voluntariado como si estuviéramos en los años 70. Y esto lo va a tener que defender todo el FA, porque Larrañaga, Lacalle y Bordaberry se van a acordar del Plan Juntos seis meses antes de las elecciones.

-¿Qué otras políticas se podrían aplicar en el tema vivienda?

-Hay que reconstruir el Fondo Nacional de Vivienda, porque ahora los recursos dependen de la voluntad política del Parlamento cuando asigna el presupuesto, y eso es un riesgo. Hay que rearmar una cartera de tierras y el Estado tiene que intervenir cargando de impuestos al que especula con el suelo o al que tiene seis viviendas vacías esperando la suba de alquileres. Hay que hacer una reforma urbana, que es tan importante como la agraria. Todavía tenemos posibilidades, si se trabaja con la gente. El cooperativismo de vivienda no puede ser la única alternativa pero tiene que ser una de las más importantes. Es la más barata para el Estado.

Los centroamericanos “sienten una gran admiración por los cooperativistas” de Uruguay y según González, que reconoce que ha tenido “la suerte de viajar bastante”, no ha encontrado “un movimiento social cooperativo como el de este país”. Sin embargo, a pesar de la historia de FUCVAM y de su contribución a la solución de la problemática de la vivienda, “acá nadie le da pelota y le pegan tanto desde la derecha como desde la izquierda”. En los países de América Central, al igual que en Uruguay, “se ha dado la pelea por crear leyes nacionales de vivienda y conseguir financiamiento estatal”. La etapa de construcción es similar, “con equipos técnicos que asesoran, y la gente construye y tiene el control de la cooperativa”, cuenta. Luego de casi nueve años de trabajo, en la actualidad “existe una coordinadora centroamericana y federaciones en todos los países” con proyectos que se adaptan a las diferentes realidades.

González sostiene que el problema de la vivienda afecta a toda América Latina y tiene que ver con que los planes “están hechos por los organismos multilaterales”, como el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y el Fondo Monetario Internacional (FMI), que promueven “la construcción de casas de 17 metros cuadrados”, como las de Un Techo Para mi País o el Plan Juntos, una iniciativa que González dice no comprender.

En la mayoría de los países, entre ellos Uruguay, han desaparecido “los fondos nacionales de vivienda”. Según González, el Fondo Nacional de Vivienda uruguayo, que sumaba 100 millones de dólares, “desapareció” durante la crisis de 2002 y no se sabe “dónde fue a parar”. En el tema de la vivienda “Uruguay retrocedió 50 años”: aunque “podríamos ser un ejemplo para el Tercer Mundo, las políticas que se están impulsando no conducen a eso”, opina.

El ex dirigente de FUCVAM dice que habría que haber apostado más al sistema cooperativo, pero cuando asumió el primer gobierno del Frente Amplio (FA), la izquierda “se sumó al discurso que la derecha había sostenido históricamente” contra FUCVAM, de que “éramos malos pagadores”, cuando “está absolutamente demostrado que teníamos razón”. “Blancos y colorados embromaron a un país con los colgamentos que vinieron de la dictadura, y las cooperativas resistimos y no pagamos lo que no nos correspondía. Esa resistencia hizo que FUCVAM fuese estigmatizada por la derecha, pero la izquierda tomó el mismo discurso y cuando asumió Mariano Arana como ministro de Vivienda llamó a los buenos pagadores a romper la huelga de pagos”, explica González. Eso generó “toda una situación conflictiva y tuvieron que pasar ocho años para que se resolviera”, agrega. “Recién ahora salió, con esta administración, una reestructura favorable y las cooperativas empezaron a pagar”.

En cuanto a la Ley de Promoción de la Vivienda de Interés Social, González considera que los “empresarios de la construcción buscan un negocio, y en ningún país funcionó que los sectores que están en el bolsón del déficit habitacional vayan a vivir donde invierten los privados”. Si la inversión privada resolviera el problema de los sectores populares “no habría problemas de vivienda en el mundo”, explica. “Pero invierten si el Estado les garantiza la devolución del dinero y en última instancia el Estado hace un negocio para el privado”, agrega. “Eso es lo que está haciendo la Agencia Nacional de Vivienda”, aseguró.