Una vez le preguntaron al norteamericano Marco Rubio, senador del Partido Republicano, sobre la edad de la tierra. Respondió que era un gran misterio. No podía decir si había sido creada en siete días o en siete eras. Y remató diciendo que, ante la duda, a los niños habría que enseñarles ambas ideas.

Estas declaraciones sublevaron al filósofo Lawrence Krauss. “Me asombra que la gente tenga nociones preexistentes que desafían la evidencia de la realidad”, reflexionaba en el portal Big Think. “Quizá porque lo cree o quizá porque estaba buscando ganar adeptos en algún grupo de electores, [Rubio] tenía que argumentar que esa pregunta era un gran misterio y que de alguna forma tendríamos que enseñarle a los niños ambas ideas: que la tierra tiene 6.000 años de edad o que tiene 4.55 billones de años, que es la que en verdad tiene”, agregaba en aquella oportunidad.

Para el filósofo estadounidense, la postura del senador republicano iba en el sentido contrario del propósito de la educación, que consiste en no validar la ignorancia sino en superarla. Esta última idea es clave y no siempre se le otorga la importancia que debería tener. En la política el caso es paradigmático.

El Frente Amplio se prepara para trabajar en una estrategia de formación de sus militantes y en la homogeneización de argumentos para revertir el estado de opinión pública mayoritario a favor de la baja de la edad de imputabilidad penal, según informaba el diputado Julio Bango a Montevideo Portal.

Éste va a ser EL tema de la próxima campaña electoral. Hasta ahora los argumentos usados, a favor y en contra, han sido deficientes. Y muchas veces falsos. Usar el eslogan “Ser joven no es delito” es mentir sobre lo que se vota. Citar la frase de la despedida del Gran Tuleque, “Por los chiquitos que faltan, por los chiquitos que vienen”, es intentar vincular el asunto a otras luchas. Y qué decir de utilizar la música de “We Are The World” que suena en la web de “No a la baja”.

Del otro lado, entre los impulsores del plebiscito, la estrategia es aún más básica. Se reduce a machacar con la frase “para vivir en paz y con más seguridad” y conectar cualquier acontecimiento de violencia con la necesidad de votar favorablemente su propuesta. Por ese carril parece que va a transcurrir el debate. Y la verdad es que va a ser bastante fastidioso.

Hay que exigir que se tiren cifras, datos comparativos. Información. ¿Es verdad que en Chile se bajó a 14 años? De ser así: ¿funcionó? ¿Y qué hay de los otros países señalados por los promotores de esta votación? ¿Qué pasó con los países europeos que transitaron por este camino? ¿Propusieron lo mismo que se propone acá? ¿O son casos distintos? ¿Dieron resultado? Si funcionó en otros países, ¿por qué vamos a negarlo ciegamente? Y en caso de que haya pasado lo contrario, ¿por qué no se subraya con vehemencia?

¿Y qué sucede con la influencia de los medios de comunicación en el crecimiento de la preocupación por la seguridad? Parece que los opositores a la propuesta de Vamos Uruguay dejaron atrás esta línea argumentativa. Seguramente porque no tenían datos en la mano. ¿Por qué no se salió a buscar si efectivamente habían aumentado los segundos de policiales en los informativos de un momento a otro?

Porque si se iban a buscar esos datos, rápidamente aparecía lo siguiente: en 2009, según datos de la empresa Foco, casi se duplicaron los segundos de crónica roja en los informativos de televisión respecto del año anterior. En el caso del Canal 4, según ese relevamiento, pasó de 80.000 a 180.000 segundos de policiales. Y, en parte, también el Canal 10 dio el mismo salto. Este comportamiento no se correspondía, en lo más mínimo, con la realidad delictiva de aquel año. Según el Observatorio Nacional sobre Violencia y Criminalidad, en 2009 no se duplicaron las rapiñas, los hurtos, los copamientos, los abigeatos ni otros delitos contra la propiedad. Sin embargo, en la pantalla de la televisión vernácula la exposición de la crónica roja explotó.

¿Por qué este salto? La respuesta no es clara. La coyuntura favorable en materia de empleo y pobreza quizá trasladó el eje de las preocupaciones hacia el tema de la seguridad, los informativos sintonizaron con esa nueva percepción ciudadana y aumentaron el minutaje rojo. ¿O fue un logro de la oposición instalar el tema en la agenda?

Lo cierto es que esto se dio. Ahí hay un dato, pero nadie lo fue a buscar. Porque es más fácil caer en eslóganes gancheros, de barricada, que educar a la población con información. Porque la verdad sin envoltorios no siempre es funcional a la causa. Si el Frente Amplio planea homogeneizar el discurso vinculado a este tema entre sus militantes, que lo haga con la verdad sobre la mesa. Y si la oposición decide cambiar de estrategia, que vaya por el mismo lado. Porque si la próxima campaña se reduce a nociones preexistentes, a un cruce entre “Por paz y seguridad” contra “No me encarceles, soy menor”, solamente se terminará validando la ignorancia.