El ambiente en Casa de Asturias era de plena campaña. Militantes con banderas, un salón colmado con más 200 personas y la energía y tensión que podía esperarse en una recta final de elecciones. El precandidato Luis Lacalle Pou era recibido por la lista 71 del Herrerismo. Pero la expectativa que había en el primer piso del edificio contrastaba violentamente con el partido de casín que se jugaba en la cantina de la planta baja, entre dos contendientes que seguían en lo suyo sin hablarse, sin mirarse siquiera.

El último en llegar fue Lacalle Pou y por eso los medios aprovecharon la espera para consultar a otros dirigentes sobre lo que parece ser el tema de la semana: el pacto entre el Partido Nacional (PN) y el Partido Colorado (PC) para presentarse en las próximas departamentales en Montevideo. Había otro condimento: el miércoles de noche Lacalle Pou propuso utilizar el lema Unión Cívica para no tener la necesidad de fundar uno nuevo.

El presidente del directorio del PN, el senador Luis Alberto Heber, expresó que la propuesta de votar junto al PC surgió por estar “cansados de ver un Montevideo abandonado” donde “no se ve la gran obra que prometió el Frente Amplio [FA]”. Aunque Heber aclaró que “no es para sacar al FA sino para gobernar mejor”. “Esto no es nuevo y el ejemplo más claro es en las elecciones de 1958 cuando votamos con el Ruralismo”, dijo Heber y expresó que “lo que realmente importa no es la forma sino el objetivo”, para lo cual “es preciso seguir hablando con el PC e invitar al Partido 
Independiente”.

Mientras el cantinero servía una ronda de escocés a los veteranos del casín, en el salón principal la concurrencia ocupaba sus lugares. El presentador hizo subir al escenario a los jóvenes de la 71 que asumirán su cargo el lunes y luego empezó a nombrar a quienes ocuparían las sillas que estaban en el estrado. Como si se tratara de una presentación olímpica, enumeró, uno por uno, los últimos logros de Gustavo Penadés, Ana Lía Piñeyrúa, Gustavo Borsari, Jaime Trobo y Luis Alberto Heber.

Finalmente anunció el nombre de Lacalle Pou y desde el fondo del salón, escoltado por cuatro muchachas con banderas de la 71, apareció el candidato, saludando a la platea al recorrer el pasillo central rumbo al escenario.

El primero en hablar fue Penadés, quien resaltó que la lista 71 “conjuga lo popular y la propuesta” y que su desaparición fue anunciada muchas veces pero “la 71 sigue firme”. Remarcó que la 71 sigue llevando a la cabeza el nombre de Luis Alberto Lacalle, y que se trata de un sector que “no es improvisado, que sabe gobernar sin aplicar modas”. Mencionó también el tema de Montevideo: “Para los problemas de la ciudad no se necesitan ideologías sino ideas”.

Luego Lacalle Pou dijo sentirse “como en casa”, ya que la 71 formó parte de su vida “en las buenas y en las malas, porque la vida es como un electrocardiograma”. Afirmó que “la política es entender al distinto” y que es una actividad que “nos empareja, nos iguala”. Expresó que más allá de pensar en la victoria, piensa y sueña con el último día de un probable gobierno suyo, “entregando el mando a otro o a otra nacionalista con la satisfacción del deber cumplido”. Los gobiernos del FA, según evaluó, “no hicieron todo mal”, aunque se detuvo en sus puntos negativos: dijo que sin llegar a ser un anarquista aboga por una sociedad “donde no todo lo rijan las leyes del hombre, sino que se lleve adelante con las leyes naturales”.

El acto finalizó con una multitud rodeando a Lacalle Pou, mientras Trobo arengaba a la platea a que se parara y aplaudiera el jingle de la 71. En la cantina sólo quedaba el cantinero, que recogía dos vasos de una mesa. Y el pizarrón del casín daba cuenta de un partido parejo.