Ayer de mañana se llevó a cabo una asamblea de trabajadores de Granja Los Andes en Toledo, en el departamento de Canelones, cercano al kilómetro 23 de la ruta 6. El conflicto (ver http://ladiaria.com.uy/ACG2) se originó luego de la denuncia de los asalariados -verificada en agosto y octubre por la Inspección General del Trabajo- relacionada a problemas en la infraestructura del establecimiento, que no contaba con comedores, baños ni duchas adecuadas.

En la asamblea, además de los trabajadores de la quinta que están integrados a la Unión Nacional de Asalariados, Trabajadores Rurales y Afines (UNATRA) participaron María Flores, delegada de ese sindicato, Beatriz Fagián, coordinadora del Secretariado Ejecutivo del PIT-CNT y responsable del Departamento de Género, Equidad y Diversidad de la central sindical, y representantes de Extensión Universitaria de la Universidad de la República. La movilización se llevó a cabo “afuera de la portera” de la quinta y fue acompañada por algunos vecinos de la zona.

Lucio, vocero de los trabajadores en la asamblea, agradeció el apoyo de los medios en este conflicto: “Cuando nosotros nos empezamos a mover con la prensa, ahí la empresa recién empezó a moverse. Hace unos diez días compraron los calefones y el comedor lo empezaron ahí también”.

El trabajador criticó la demora en las obras, asegurando que en agosto del año pasado reclamaron el comedor y “recién hoy lo están terminando”. “Encima, es en un altillo, a pocos centímetros del techo de chapa, donde en verano hace más de 40 grados, por lo cual la patronal sabe que es provisorio; o sea, aún no hay una solución definitiva”, detalló.

También criticó que haya “sólo un baño terminado y lejos de donde algunos compañeros trabajan, por lo que para ir al baño tienen que caminar más de un kilómetro o ir a las chircas”. Agregó que por esta situación le pidieron al empresario que comprara baños químicos, pero no hubo respuesta. También solicitaron un vestuario, y recordaron que “hubo compañeras que cuando tenían el período faltaban varios días porque no tenían dónde cambiarse”; además, “recién ahora tenemos una ducha”, agregó. Fagián opinó que se trata de “una verdadera falta de respeto”. Por otra parte, señalaron que en el campo lindero al que trabajan no hay agua potable.

Los trabajadores también denuncian “presión psicológica por parte del patrón para que abandonemos el sindicato” y que no se respetan las categorías de trabajo: “Acá un peón cobra como peón pero trabaja de todo. Un compañero hace unos días se quejó de esto y fue despedido”.

Otro punto conflictivo es el equipamiento. Rosa, otra trabajadora, denuncia que desde 1994, cuando ingresó a trabajar en la quinta, “nunca me dieron un par de botas”. Para la delegada de la UNATRA, María Flores, este último punto “no es optativo, es obligatorio”. Otra trabajadora afirmó que tiene “dolores extraños” y que el médico le recomendó estudios para determinar si se debían a los químicos utilizados en la cosecha. “No fue capaz de pagarme los estudios”, se lamentó.

También hicieron referencia a los salarios: “Ganamos 48 pesos la hora. Nadie quiere hacerse millonario; él se hace millonario, nosotros sólo queremos buenas condiciones de trabajo [...] lo que cansa más son las discusiones y la tirantez que hay con los compañeros que no están organizados”.

Flores se sumó a las críticas al dueño del establecimiento: “Acá se hace sólo lo que él dice. Es como un niño caprichoso. Se hace un acuerdo y él viene acá, cambia toda la versión de lo dicho en el ministerio y viola lo acordado”. “Aunque no quiera hacer lo que le pedimos lo va a tener que hacer, sí o sí, porque no nos vamos a quedar quietos”, añadió. Fagián informó que van a pedirle una entrevista al director nacional de Trabajo, Luis Romero, para aclarar “de una vez esta situación que no puede seguir”.

La otra campana

Al finalizar la asamblea, la diaria habló con el dueño del establecimiento, Jorge Gálmez, para conocer sus impresiones sobre este conflicto. Gálmez, su esposa y una empleada se quejaron por lo publicado en la diaria. La esposa de Gálmez denunció que “no es más que una campaña de desprestigio de un diario contra una empresa” y que las notas “más que causarnos un daño a nosotros, ya que mi marido tiene problemas cardíacos y se estresó mucho, causan un daño al propio diario, que publica mentiras sin corroborar”. Gálmez agregó que “a pesar de este desprestigio, nuestros clientes, el grupo Disco, Tienda Inglesa y Multi Ahorro, nos transmitieron su apoyo, ya que conocen nuestra forma de trabajar”.

Posteriormente, Gálmez, un poco más tranquilo, intentó refutar “todas las mentiras que se dijeron”. En su oficina, mostró las planillas de trabajo y aclaró: “Estoy al día con el BPS [Banco de Previsión Social] y la DGI [Dirección General Impositiva]; si no lo estuviera, mis clientes no me podrían comprar”. Asimismo, compartió unas planillas en las que se da cuenta de que guantes, botas, herramientas y equipamiento para la cura de la cosecha fueron entregados a los trabajadores, información que fue corroborada con las firmas de quienes recibieron ese material. “Siempre se les da botas a los trabajadores, equipo para las curas, cuyo uso es exigido por mí como obligatorio. Los sanciono si no los tienen puestos. Mamelucos nunca pidieron. Y equipos de lluvia no les damos porque cuando llueve no se trabaja, porque la frutilla se desarma si se la saca un día de lluvia”, dijo.

Respecto de los botiquines, mostró tres completos y aclaró que “lo que no falta acá es botiquín, por la simple razón de que mi mujer es enfermera”. Mostró los dos baños 
-“ya están prontos y dudo de que en otro establecimiento rural haya baños como éstos”, dijo- y una ducha portátil que alquiló recientemente. Luego mostró el comedor, que tiene el techo de chapa muy bajo, como sostienen los trabajadores, aunque, según Gálmez, “casi ni se usa”. “Acá no queda casi nadie a la hora de la comida, sólo dos o tres mujeres. El resto se va a la casa a comer, o prefieren tirarse debajo de un árbol, pero es un tema de elección personal”, explicó. Sobre los baños químicos planteó que estuvo evaluando la posibilidad de instalarlos, pero que al terminar la zafra no son necesarios.

Sobre la denuncia de la presencia de roedores, consignada en una nota anterior de la diaria, Gálmez sostuvo: “Hay roedores como hay en cualquier lado, pero no son un problema. Hace un tiempo cosechamos melones y guardamos más de 1.500 en un depósito; ninguno apareció mordido por roedores, sabiendo lo mucho que les gusta a los roedores el melón”.

Para Gálmez resulta “extraño” el hecho de que “a la única quinta que se le exige cosas es a la mía” y consideró que se les debería exigir “a todos por igual”. “Desde que se armó el sindicato las cosas cambiaron. Antes comíamos todos juntos, había buena relación. Ahora incluso hay un destrato de parte de los trabajadores sindicalizados hacia aquellos que no los acompañaron. Acá podía haber colorados, frenteamplistas, blancos, demócratas, gays, y nunca importó. Desde que empezó el sindicato hay una escisión; que uno tenga una forma de proceder no quiere decir que los que no piensen igual sean criticados”, afirmó. Sobre la denuncia de un despido por pedir que se respetara su categoría, Gálmez contó: “El otro día se fue un muchacho que era técnico agropecuario porque le salió otra propuesta laboral. Entonces vino un peón a pedirme para realizar la tarea de ese muchacho y su sueldo, porque no quería trabajar más en el campo. Cuando le dije que no, me pidió que lo echara. Era irse a un extremo, pero luego mi abogado me recomendó que para evitar rispideces accediéramos al pedido del trabajador de que lo echara; lo conversamos con el trabajador y estuvo de acuerdo”.

Ayer de tarde, delegados de la UNATRA se reunieron con el ministro de Trabajo, Eduardo Brenta, por la situación del sector y, en particular, por el conflicto en Granja Los Andes. Consultada por la diaria, María Flores expresó que Brenta “se comprometió a seguir estudiando los casos y a reforzar las inspecciones en todo el país. Con respecto al caso de Los Andes, manifestó su preocupación y la intención de revisar todas las actas del caso, rever la situación y realizar una inspección próxima en el establecimiento”.