Los trabajadores de Viñedos y Bodegas Bella Unión Sociedad Anónima (ex Calvinor) decidieron ocupar la planta en reclamo de cuatro meses de salarios atrasados, tres años de licencias y salario vacacional, y en busca de llegar a un acuerdo para que la empresa pase a manos de los trabajadores, en un formato de cooperativa autogestionada.

En diálogo con la diaria, el presidente del Sindicato de Obreros de Calvinor (Socal), perteneciente a la Federación de Obreros y Empleados de la Bebida (FOEB), Enrique Machado, explicó que la medida se tomó “porque la cosa no daba para más, hace meses que no cobramos, la viña se cae a pedazos por descuido, está abandonada desde octubre y la empresa ha incumplido cinco convenios firmados ante la Dirección Nacional de Trabajo”.

Según Machado, se han desarrollado reuniones con el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social (MTSS) y representantes del Instituto Nacional de Vitivinicultura (Inavi), en las cuales han surgido ideas para “alivianar la situación”, entre ellas el cobro de un seguro que la empresa tenía que cobrar de Inavi por dos granizadas del año pasado, y que ahora podría destinarse a resolver una parte de las deudas con los trabajadores, estimada en unos 38.000 dólares. Machado reconoce que ese dinero “no soluciona ni por asomo el problema por el que ocupamos, aunque nos brinda un poco de aire”.

Respecto de las gestiones del MTSS, Machado teme que “los tiempos del gobierno sean diferentes de los nuestros, y que en una de ésas cuando cobramos el dinero, ya está todo muerto”.

Los trabajadores buscan agilizar las gestiones para formar cooperativa. Para eso, según cuenta Machado, ya han tenido contactos en el Instituto Nacional del Cooperativismo (Inacoop), las autoridades de la Intendencia de Artigas y el Inavi. “También contamos con una reserva de un vino de buena calidad para arrancar, aunque es cierto también que desde diciembre no fraccionamos vino y es necesario empezar de una vez”, explicó.

“Una desprolijidad”

El diputado nacionalista Rodolfo Caram, en tanto, explicó que “hay muchas posibilidades” de avanzar hacia un modelo de autogestión, pero antes habría que solucionar algunos problemas. “El Banco República quiere cobrar la garantía que la empresa le debe, pero los trabajadores no pueden hacerse cargo de esa deuda, así que habría que encontrar una solución a ese tema”, planteó Caram, y agregó que “por eso lo mejor es que una empresa seria y con buen respaldo y capital se haga cargo de la empresa”. Para el diputado artiguense, “la solución es que Alur [Alcoholes del Uruguay] asesore a los trabajadores y las tierras de la empresa no sólo que tengan viñas sino que se pueda plantar caña de azúcar”. Caram opinó que “toda la historia de Calvinor es una desprolijidad” aunque admite que cuando el Estado vendió la empresa a Feracor, durante la gestión de José Mujica en el Ministerio de Ganadería, en ese caso “no hubo errores ni desconocimiento, sino que tanto Mujica primero como [Ernesto] Agazzi luego, fueron engañados por una empresa que rápidamente empezó a fundirse”. Lo lamentable, añade Caram, es que “la marca Calvinor se vino al piso en el mercado y eso va a ser difícil de revertir”.

La historia de Calvinor ha tenido muchas idas y vueltas. Surgió en 1984, con el apoyo del Banco Interamericano de Desarrollo, para producir uvas para el consumo. Pero cinco años después, en la zona sur de Brasil se expanden los viñedos y la empresa uruguaya pierde competitividad. Eso generó problemas económicos graves y Calvinor se transformó en Viñedos y Bodegas Bella Unión, cuyos accionistas eran la azucarera Calnu y la Corporación Nacional para el Desarrollo (CND). En ese contexto, cambia el rumbo del proyecto y comienza la actividad vitivinícola. Poco después, se implementa la elaboración de vinos finos, con plantas traídas desde Mendoza para vinos blanco y rosado. Pero 75% del mercado mundial estaba volcado al vino tinto y otra vez fracasó el negocio.

En 2006 las acciones de Calvinor pasan a la CND. La empresa que compra las acciones es Parma, pero inmediatamente decide abandonar el negocio, por lo cual se vuelve a poner a la venta las acciones y finalmente las adquiere Feracor por 1,25 millones de dólares. Feracor estaba compuesta mayoritariamente por Bruzzone y Sciutto, en asociación con los empresarios Líber Burgos y Pedro Cat.

Según Machado, en ese momento “las condiciones de la viña y la producción eran inmejorables, pero rápidamente la cosa empezó a cambiar, se retrasaban muy seguido nuestros pagos, se empezó a aprovechar la viña de un modo menos efectivo”. En 2010, Feracor vende 60% de sus acciones a los productores vitivinícolas de Canelones Washington y Cristian Charamelo, lo que “terminó de fundir a la empresa. Luego pasaron la empresa a una con otro nombre, que en realidad eran ellos mismos y todo se vino abajo”.