Ante el menor atisbo de duda acerca de la pertinencia de un paro, llueven sobre el disidente acusaciones de todo tipo, en general vinculadas a su supuesta ubicación a la derecha del espectro político. Y si el paro era, como en el caso del de transporte del sábado, motivado por la muerte de un trabajador, entonces los ataques, además de lo ya mencionado, se matizan con expresiones como “perder un compañero”, “luto”, “familia”, etcétera, de modo que el que discrepa, además de conservador, se convierte en una especie de monstruo insensible al sufrimiento ajeno.

Ésos son falsos argumentos. Pensemos en este ejemplo: si en vez de parar se les ocurriera salir a romper vidrios por la ciudad, al quejarnos nos dirían cosas como “cerdo burgués, te preocupa más tu vidrio roto que la vida de un compañero trabajador”.

Pero hablemos en serio. ¿En qué se basan los que disienten, concretamente, con paros como este último? Básicamente, las causas esgrimidas son dos: su total ineficacia y el daño que generan sobre la población en general.

¿Por qué son ineficaces? En realidad, la pregunta debería ser: ¿por qué alguien pensaría que es eficaz un paro para prevenir asesinatos de taxistas en manos de ladrones comunes? Realmente, no se me ocurre una respuesta sensata. Podría decirse: “Es para presionar a las patronales a tomar medidas de seguridad”. ¿Es así? ¿Cuáles son esas medidas? La mampara ya está y, según un comunicado del propio sindicato, redujo las muertes en Montevideo a la 18ª parte; no especifica si hubo variación en las muertes de pasajeros en caso de accidente. En el mismo comunicado se denuncia que hay presiones para eliminar dicha mampara. Pero no se explica para qué es el paro. Es decir, se dice que es en compromiso con la memoria del fallecido, y en cumplimiento de una resolución de una asamblea general que dice que ante la muerte de un trabajador se decreta automáticamente un paro de 24 horas.

Eso no es una explicación. Las preguntas son: ¿por qué un paro?, ¿cuál es el reclamo? Muy distinto es el caso de los paros, por similar motivo, realizados por los trabajadores de la construcción: en ese caso se para para exigir el cumplimiento de normas de seguridad establecidas y reiteradamente violadas por algunas empresas. En el transporte no queda clara la reivindicación. Si fuera “en prevención de una posible eliminación de la mampara”, tendrían que decirlo. O si, por ejemplo, “queremos implementar un sistema de pagos único y que no implique dinero arriba del taxi o del ómnibus”, también tendrían que aclararlo y, en ese caso, sería un paro razonable, no por algo sino para algo, y creo que contarían con el apoyo de la mayoría de la ciudadanía. Con las tecnologías disponibles no parece muy complejo lograr algo así; de hecho, en los ómnibus ya está implementado, sólo que no se obliga a nadie a prepagar la tarjeta. Para hacerlo, habría que simplificar la forma de cargarla, pudiendo hacerlo por ejemplo por teléfono, como se hace con los propios celulares, y brindarle al usuario alguna forma de control sobre cuántos boletos lleva gastados y cuántos le quedan. Saber que en los taxis y ómnibus no hay más plata que en el bolsillo de cualquier persona es el único factor realmente desestimulante de los asaltos que se me ocurre. Tal vez haya que gastar algún dinero, acaso mucho; lo desconozco. Pero creo que la vida de las personas lo vale. O sea, yo, que discrepo con el paro, estoy preocupado como cualquiera por la integridad de los taxistas, y propongo una solución razonable, que por otra parte no se me ocurrió a mí, sino que se viene planteando periódicamente desde mucho tiempo atrás. Y no entiendo por qué no se la implementa de una buena vez y se termina con el problema.

Mientras el sindicato se empeñe en utilizar un lenguaje sensiblero de luchas, compañeros y banderas, que elude toda posibilidad de debate, no va a cambiar nada o, mejor dicho, lo que va a cambiar es que la gente de a pie va a estar cada vez más caliente, independientemente de la ideología que profese.