Los combatientes del movimiento opositor de los hutíes, una rama del Islam chiita, tomaron ayer el palacio presidencial de Saná, la capital de Yemen. Además, bombardearon la residencia del jefe del Estado, Abdo Rabu Mansur Hadi, para obligar al gobierno a cumplir con sus reclamos. Los seguidores de Abdel Malek al Huti reclaman una mayor participación en el poder y que se preserve su acceso al Mar Rojo en la división administrativa del país.

Al Huti denunció por televisión una “conspiración” contra el pueblo yemení y “la corrupción presente entre las filas del actual régimen” y aseguró que para “profundizar la crisis” el gobierno financió y promovió la expansión de Al Qaeda en el país, grupo que reivindicó la autoría intelectual de los ataques en París del 7, 8 y 9 de enero.

Además, de acuerdo a la ministra de Comunicación, Nadia Sakkaf, citada por el diario español El País, miembros de tribus leales al ex presidente Ali Abdalá Saleh también estarían aprovechando el caos para intentar volver al poder. Anoche, el Consejo de Seguridad expresó su apoyo al gobierno yemení y llamó al dialogo.