Hoy se instala la comisión que analizará si se abre el juicio político contra la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, que el fin de semana calificó la maniobra como un “golpe” del cual hay que defender a “la democracia”. La clave para la continuidad de Rousseff está en el principal aliado del gobernante Partido de los Trabajadores (PT), el Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), que está dividido en este tema.

La Comisión Especial sobre el juicio político estudiará los documentos que envíe la Presidencia de la Cámara de Diputados (la acusación según la cual Rousseff cometió irregularidades en las finanzas) y también la defensa que presente el equipo jurídico del gobierno. Estará formada por 65 diputados, que representan a los distintos partidos de manera proporcional a las bancadas que tienen en la cámara baja. Anoche todavía se desconocían varios de los nombres de sus integrantes, que pueden ser presentados hasta las 14.00 de hoy.

La comisión adoptará una posición ante el proceso, pero no tendrá la palabra final, ya que el caso se analizará en el plenario de Diputados sin importar su recomendación. Uno de los puntos importantes de la instalación de la comisión es qué nombres designará el PMDB, que es el partido que más lugares tiene en ella: 25, superando los 19 del PT. El problema en este nuevo ámbito es el mismo que en el plenario de Diputados: qué votará el PMDB.

En las sombras

Si Diputados acepta el pedido de abrirle un juicio político a Rousseff, la presidenta será alejada del cargo por un máximo de 180 días, mientras dure el proceso, y podría ser separada de forma definitiva si el Senado la encontrara culpable. En ese caso, el sustituto de Rousseff será su vicepresidente, Michel Temer, que es a su vez el presidente del PMDB.

Hace sólo unas semanas el PMDB mantuvo un encuentro nacional en el que Temer fue recibido con cánticos de “¡Presidente, presidente!” y en el que varios dirigentes abogaron por la separación del PMDB del gobierno. En ese encuentro había quedado más que expuesta la fractura que vivía el PMDB: algunos sectores liderados por Temer eran favorables a continuar en el gobierno y otros respaldaban la postura del presidente de la Cámara de Diputados, Eduardo Cunha, de que era necesario dejar el Ejecutivo y unirse a la oposición.

Esa tensión se veía reflejada en las acciones cotidianas de unos y otros; por ejemplo, Cunha se reunía con la oposición por fuera de la actividad parlamentaria y hacía declaraciones públicas contrarias al gobierno. Sin embargo, ahora es Temer el que se ha reunido varias veces con líderes opositores. Además, el viernes anunció su renuncia el ministro de Aviación Civil, Eliseu Padilha, uno de los dirigentes del PMDB más cercanos al vicepresidente. Todas estas acciones fueron interpretadas como una señal a la interna del PMDB de que Temer ya no se oponía al juicio político.

Según los diarios brasileños, el gobierno considera que Temer ha cometido una “traición”, aunque públicamente asegura que el vicepresidente está comprometido con el gobierno. Por su parte, dirigentes del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), el más grande de la oposición, ya han anunciado que respaldarían un gobierno liderado por Temer hasta las próximas elecciones, previstas para 2018.

Haciendo números

Los periódicos O Globo y O Estado de São Paulo especulaban ayer con los respaldos que tendría Dilma en el plenario de Diputados. Coincidían en que cuenta con los votos suficientes como para evitar la apertura del juicio político, aunque con la fuerte volatilidad que tiene en estos días la política brasileña, se desconoce si estos números se mantendrán estables.

Según el relevamiento realizado por O Globo, seis partidos se posicionaron en contra del juicio político (entre ellos Rede Sustentabilidade, de Marina Silva) y cuatro a favor, mientras que otros ocho (entre ellos el PMDB) se mantienen divididos y todavía no definieron si votarán en bloque o si permitirán a cada parlamentario actuar de forma independiente. A partir de consultas realizadas a los líderes de bancadas, O Globo informó ayer que en Diputados habría 182 votos favorables al juicio político y 258 en contra; dentro del PMDB la división sería 12 a 40.

Con este escenario de fondo, el gobierno mantuvo su agenda y Rousseff recibió el viernes al presidente electo de Argentina, Mauricio Macri. Lo hizo horas después de que trascendiera que Padilha dejará su cargo y un poco antes de que el Supremo Tribunal Electoral descartara dos de las tres acciones legales presentadas por partidos oficialistas para que anulara la apertura del proceso contra la presidenta. El tribunal deberá decidir hoy sobre el tercer pedido, que fue presentado por el Partido Comunista.

Otra decisión importante en este contexto se tomará mañana, cuando se reúna la Comisión de Ética para decidir si continúa con el proceso en contra de Cunha, acusado en esta ocasión de mentir ante sus colegas al negar que es dueño de una cuenta bancaria en Suiza. La semana pasada Cunha no contaba con los votos necesarios para evitar la apertura de ese proceso que puede apartarlo del cargo, pero ahora no se descarta que partidos opositores que estaban a favor de abrirlo cambien su voto, después de que Cunha habilitó el juicio político contra Rousseff.