Después de dos semanas de negociaciones, la cumbre del clima en París aprobó el sábado el primer acuerdo mundial de lucha contra el cambio climático, en el que 195 países se comprometieron a frenar el calentamiento global. El pacto, que entrará en vigor en 2020, propone un paquete de medidas para alcanzar un objetivo: que para finales de este siglo la temperatura del planeta no aumente más de dos grados respecto de los niveles preindustriales.

Para lograrlo, todos los países firmantes deberán “lo antes posible” limitar sus emisiones de gases de efecto invernadero, en particular el dióxido de carbono (CO2). Además, se comprometen a lograr para la segunda mitad del siglo “un equilibrio entre los gases emitidos y los que pueden ser absorbidos”. El documento advierte que se podrá seguir emitiendo estos gases siempre y cuando puedan ser capturados y almacenados geológicamente o los absorba el efecto “sumidero” que poseen los sistemas naturales.

Aunque el acuerdo fue muy celebrado, los objetivos que cada país se fija para recortar sus propias emisiones de estos gases no aparecen en el texto como legalmente vinculantes. Por lo tanto, el compromiso que asuman queda librado a su voluntad. El texto cambió la palabra “deberán” por “deberían” para evitar que Estados Unidos, el segundo mayor emisor mundial (después de China), quedara fuera del pacto. El gobierno estadounidense alegó que si el acuerdo lo obligara a cumplir esos objetivos, tendría que ser ratificado por el Congreso, en el que podría tropezar con el rechazo de la mayoría republicana. La presidencia de la cumbre dijo que el cambio en la redacción ya “estaba acordado” de antemano y que hubo un error a la hora de escribir la versión final, que después fue corregida. El único país que criticó la modificación fue Nicaragua, que aunque se negó a respaldar el texto no pudo bloquear el pacto.

Lo que sí es vinculante es el mecanismo de revisión de los compromisos de cada país, o de las “contribuciones nacionales”. Si bien no se aplicarán sanciones, se creará un mecanismo de “reporte y rendición de cuentas transparente” por el cual los países deberán revisar cada cinco años sus contribuciones y renovar sus promesas para evitar que la temperatura aumente más de dos grados. En esas revisiones se centra buena parte de las expectativas, porque los objetivos que establecieron los distintos países no bastan para alcanzar el objetivo.

De los 195 países que forman parte de la Convención de Cambio Climático de la Organización de las Naciones Unidas, 187 entregaron sus compromisos con declaraciones de que tomarán las medidas necesarias para cumplir con sus metas. Los que no lo hicieron tendrán que entregar sus contribuciones para poder formar parte del acuerdo.

En materia de financiación, el acuerdo establece que de acá a 2020 los países más ricos “deberán movilizar” 100.000 millones de dólares anuales, cifra que a partir de 2025 se revisará al alza. Los destinarán a un fondo para respaldar a los países más pobres de forma que éstos puedan tomar medidas para adaptarse a los efectos del cambio climático sin estancarse económicamente.

El acuerdo aclara que otros estados también podrán aportar al fondo pero de manera voluntaria. Además, el documento incluye la creación de un organismo internacional dedicado a compensar a los países que se verán más afectados por las consecuencias del cambio climático.