El regreso del ex presidente Nicolas Sarkozy a la actividad política no le resultaba fácil. Después de unos dos años de suspenso y de retirada a medias del escenario político, el dirigente de derecha recuperó en diciembre las riendas de su partido, la Unión por un Movimiento Popular (UMP). Esta organización política no se había repuesto de las luchas de poder que desataron la retirada de la vida política que anunció años atrás Sarkozy. Además, hoy la UMP sigue enfrentando deudas millonarias y un escándalo por desvío de fondos que todavía está en manos de la Justicia.

El ex presidente, aunque no es ajeno a los problemas del partido -que se deben en parte a las irregularidades detectadas en las cuentas de su infructuosa campaña para la reelección de 2012-, logró su meta de ganar las elecciones departamentales. La derecha recibió 45,03% de los votos. La UMP, que se alió con la centrista Unión Demócrata Independiente, se quedó con dos tercios de los departamentos franceses, 66 de los 99 en los que se votaba. Además, gobernará 1.209 cantones de los 2.054 que existen.

Sólo un departamento, la Lozère, pasó de manos de la derecha, que lo gobernaba desde 1955, a manos de la izquierda. En esta circunscripción y en algunas otras, varios partidos de izquierda se presentaron unidos. En distintas combinaciones, fueron juntos el gobernante Partido Socialista (PS), su tradicional aliado el Partido Radical de Izquierda, los ambientalistas e incluso los opositores Partido de Izquierda y Partido Comunista. En total la izquierda obtuvo 32,12%.

Sin embargo, en general las elecciones castigaron a la izquierda, que perdió 25 departamentos y quedó sólo con 34 gobiernos departamentales. En cuanto a los cantones, mantuvo 796 y perdió muchos feudos históricos.

La derrota también divide a los socialistas. Los más críticos volvían a pedir a gritos ayer el cambio de rumbo que reclaman desde hace meses, y aseguraban que el castigo electoral se debe a que Hollande no está aplicando el programa que presentó en 2012. En cambio, el gobierno dice que hay que mantener el rumbo de las reformas de corte liberal. El primer ministro Manuel Valls es uno de los más firmes defensores de esa postura, basada en algunas señales positivas que está dando la economía francesa. Sus detractores socialistas aseguran que esas señales se deben a hechos independientes de las políticas del gobierno, como la baja del euro y del precio del petróleo, y que para aprovecharlas hay que cambiar la línea.

Las reuniones se van a multiplicar en el PS y también en el gobierno, con el objetivo de volver a concretar la debilitada alianza con los ambientalistas, que también piden un giro a la izquierda. Todos estos encuentros serán decisivos para definir el rumbo político, preparar el congreso partidario previsto en junio y las elecciones regionales de diciembre, última etapa de cara a la elección presidencial de 2017.

El ultraderechista FN, cuya líder, Marine Le Pen, esperaba alcanzar el liderazgo de hasta cuatro departamentos, no obtuvo ninguno. En los pocos territorios en los que no está definido qué partido va a dirigir el Consejo Departamental, las posibilidades del FN son casi nulas. El asunto quedará resuelto el jueves, cuando sean electos los presidentes de los consejos. Sin embargo, Le Pen destacó que el FN es la fuerza más votada por fuera de las alianzas, con su 22,23%.

Además, el FN pasó de dirigir un cantón a gobernar 31, y por lo tanto pesará en los debates en muchos Consejos Departamentales. Aunque se consolidó como tercera fuerza política en un país dominado por el bipartidismo, el FN no cuenta con aliados y su futuro sigue dependiendo de si logra acuerdos.

Sin embargo, continúa su avance para las elecciones de 2017, y sus líderes anunciaron que para el jueves presentarán candidatos para presidir 14 Consejos Departamentales y que ofrecerán su apoyo a la UMP si este partido acepta ciertas condiciones. Aunque el FN está en ascenso, fallaron las encuestas que lo daban ganador de esta elección. Además, quedó claro que una mayoría de franceses entiende que hay que cortarle el paso, algo que en este caso favoreció a la derecha.