Durante el funeral de Gray, el lunes, su familia pidió que la protesta por su muerte fuera pacífica. Así fue la marcha que se realizó después de la ceremonia, hasta que algunos grupos de manifestantes agredieron a la Policía, saquearon comercios, destruyeron mobiliario urbano e incendiaron autos y edificios.

Gray murió en una comisaría de Baltimore el 19 de abril. El joven no sobrevivió a una lesión de la médula espinal que sufrió en circunstancias poco claras, que se están investigando, al igual que se investigan los motivos que llevaron a la Policía a detenerlo.

El balance oficial de las protestas fue de 15 policías heridos, varios de ellos graves, más de 200 manifestantes detenidos, y 144 vehículos incendiados, al igual que 15 edificios.

La alcaldesa demócrata de Baltimore, Stephanie Rawlings-Blake, que es afrodescendiente, anunció el lunes un toque de queda, de 22.00 a 5.00, y que se aplicará durante una semana. Dijo que no permitirá que el trabajo de “varias generaciones” sea destruido por manifestantes violentos. En tanto, el gobernador republicano de Maryland, Larry Hogan, decretó el estado de emergencia y dispuso el envío de cientos de policías para vigilar las calles de la ciudad y evitar que se repita lo que pasó el lunes. La situación llevó incluso a que se suspendieran las clases ayer.

Esta ciudad sufrió un proceso de desindustrialización a partir de los años 60 y la población blanca emigró hacia los suburbios. Hoy 60% de sus habitantes son afrodescendientes y de bajos recursos. En los últimos años mejoró la situación gracias al desarrollo de las empresas vinculadas a la tecnología, al desarrollo de universidades y del turismo, que generaron empleos pero también aumentaron la desigualdad. La magnitud de las protestas del lunes recuerda los disturbios que hubo en 1968 en la ciudad después del asesinato de Martin Luther King.

Hace varios meses que la población negra estadounidense acumula malestar y protesta con una violencia que va en aumento, ante los sucesivos casos de ciudadanos negros que mueren en dudosas circunstancias a manos de policías o agentes de seguridad blancos.

El presidente Barack Obama fue informado de la situación que se dio en Baltimore por su nueva secretaria de Justicia y fiscal general, Loretta Lynch, que al asumir el lunes en el cargo se convirtió en la primera mujer negra en ocuparlo. Ayer Obama dijo que “no hay excusa” para la “violencia contraproducente” y “sin sentido” y que los responsables de los disturbios deben ser tratados “como criminales”. El presidente agregó: “Eso no es una protesta. Eso no es una manifestación. Es un puñado de gente que se aprovecha de una situación, y tienen que ser tratados como criminales”. Sin embargo, lamentó las tensiones que existen entre comunidades y reconoció como legítimos los reclamos pacíficos. “La violencia de ayer distrajo del hecho de que hubo varios días de protestas pacíficas que se centraron en preocupaciones completamente legítimas de estas comunidades en Baltimore [...], que fueron constructivas y sensatas”, destacó, según citó la agencia de noticias Efe.

En una conferencia, el abogado de la familia Gray, William Murphy, dijo que la violencia policial es un asunto de derechos humanos. Rodeado de varias decenas de representantes de la comunidad negra y miembros de organizaciones que condenaron la violencia de los manifestantes, Murphy preguntó cuántos de los presentes habían sufrido violencia policial y casi todas las manos se levantaron entre los asistentes.