Las autoridades de la Iglesia católica publicaron ayer el documento de trabajo (Instrumentum laboris) en el que se basarán las discusiones del próximo Sínodo de la Familia, el octavo encuentro mundial que se celebra sobre este tema, y que tiene lugar cada tres años desde 1994. En octubre, el sínodo extraordinario de obispos sobre la familia había generado expectativas y finalmente decepción respecto a la postura de la Iglesia ante las personas divorciadas, casadas en segundas nupcias y los homosexuales. Sin embargo, se veían tímidas señales de apertura.

Ayer, el Vaticano presentó el documento en el que se apoyarán los debates del Sínodo de la Familia, un encuentro mundial previsto del 4 al 25 de octubre en la ciudad estadounidense de Filadelfia, con el título “La vocación y la misión de la familia en la Iglesia y en el mundo contemporáneo”. El texto señala como fundamental el “arte de acompañar” las nuevas realidades, como la de los divorciados o las familias homosexuales, destacó la agencia de noticias Efe.

El cardenal Lorenzo Baldisseri, secretario general del sínodo de obispos, el cardenal Peter Erdö, relator general, y el arzobispo Bruno Forte, secretario especial del sínodo de obispos, presentaron y explicaron ayer el texto a los periodistas del Vaticano.

Los dos temas predominantes en el documento son la situación de los divorciados y la homosexualidad, como ya había sido el caso en octubre. Respecto al primero, los expositores aseguraron que existe un “común acuerdo” sobre lo “indisoluble” que es el matrimonio y la idea de buscar una “vía penitencial” que esté bajo la responsabilidad de los obispos, para que los cristianos divorciados que se hayan vuelto a casar por civil puedan reintegrarse a la Iglesia. El Instrumentum laboris señala que esa “vía” debería implicar una “toma de conciencia del fracaso y de las heridas” producidas por la ruptura de su primera unión que debería generar “arrepentimiento”. Además, el texto aboga por “un acompañamiento de gran respeto” para los divorciados vueltos a casar y por evitar que se puedan sentir “discriminados”, promoviendo que participen en la comunidad.

Sobre las personas casadas por civil o que conviven sin estar casadas, el texto reconoce que esa situación “muy a menudo no está motivada por prejuicios o resistencias a la unión sacramental, sino por situaciones culturales o contingentes”. Para estas situaciones la Iglesia propone un “camino de crecimiento abierto a la posibilidad del matrimonio sacramental” para esas parejas.

Además, el documento sugiere “una atención específica” y “acompañamiento” a las familias integradas por homosexuales que “deben ser acogidos con respeto y delicadeza” y evitando cualquier “discriminación injusta”.

Sin embargo, el Vaticano también mantiene “la importancia de afirmar que la educación de un hijo debe basarse en la diferenciación sexual”, y que la procreación “tiene su fundamento en el amor conyugal entre un hombre y una mujer, que constituye la base indispensable para la formación integral del niño”.

En su primera parte el documento analiza el contexto social y señala un “cambio antropológico” que se percibe en la disminución de los matrimonios y el aumento del divorcio. El documento muestra su rechazo al aborto y a la eutanasia y manifiesta que “es tarea de la familia, apoyada por toda la sociedad, acoger la vida que nace y ocuparse de su última fase”. Afirma que “la vida es un regalo de Dios y, por eso, no se pueden descartar ni su comienzo ni su estado terminal”.

Este texto reafirma las posturas ya conocidas de la Iglesia católica en estos temas. Lo mismo hizo el papa en un acto celebrado el domingo junto a jóvenes en Turín. En esa instancia le pidió a la juventud que se aleje de las versiones “hedonistas” del amor y haga “el esfuerzo de vivirlo de un modo casto”, aunque “no sea fácil”.

Papa verde

Esto contrasta con la postura inédita que adoptó el papa Francisco al publicar, la semana pasada, una encíclica sobre la protección de la casa común”, el primer documento pontificio sobre ecología. También conocido como “encíclica verde” se llama Laudato si (Alabado seas) en referencia al comienzo del Cántico de las Criaturas de San Francisco de Asís, un santo que los católicos vinculan con la paz, la pobreza y la protección de la creación divina.

“No hay dos crisis separadas, una ambiental y otra social, sino una sola y compleja crisis socioambiental. Las líneas para la solución requieren una aproximación integral para combatir la pobreza, para devolver la dignidad a los excluidos y simultáneamente para cuidar la naturaleza”, advierte el papa Francisco en ese texto histórico.

Por ese escrito, Jeb Bush, candidato republicano a la presidencia de Estados Unidos, respondió que el papa no le iba a dictar cómo gobernar y le pidió al líder católico que no se ocupara más de política.

El documento de 191 páginas hace recomendaciones y consideraciones sobre el sistema económico y político. “Mientras unos se desesperan sólo por el rédito económico y otros se obsesionan sólo por conservar o acrecentar el poder, lo que tenemos son guerras o acuerdos espurios, donde lo que menos interesa a las dos partes es preservar el ambiente y cuidar a los más débiles”, escribió Francisco.

El papa señaló además que el calentamiento global de las últimas décadas “se ve potenciado especialmente por el patrón de desarrollo basado en el uso intensivo de combustibles fósiles”, y por lo tanto pidió que se cambie el sistema y se apueste por las energías renovables. De paso cuestionó a los grupos petroleros.

También advirtió que “muchos de aquellos que tienen más recursos y poder económico o político parecen concentrarse sobre todo en enmascarar los problemas o en ocultar los síntomas”. El líder de los católicos denunció además “la tendencia a privatizar el agua, aunque el acceso a ella sea un derecho del hombre”, y la explotación de las tierras del hemisferio sur por parte de las multinacionales que, según los obispos de la Patagonia que cita, hacen en la región “lo que no se les permite en países desarrollados o del llamado primer mundo”.

“Los poderes económicos continúan justificando el actual sistema mundial, donde priman una especulación y una búsqueda de la renta financiera que tienden a ignorar todo contexto y los efectos sobre la dignidad humana y el medioambiente”, advirtió.

Por otro lado, el papa señaló que “algunos sectores económicos ejercen más poder que los mismos estados”, y que “la misma política es responsable de su propio descrédito, por la corrupción y por la falta de buenas políticas públicas”.

Sin miedo a adentrarse aun más en la política, el texto señala que “la deuda externa de los países pobres se ha convertido en un instrumento de control, pero no ocurre lo mismo con la deuda ecológica” que tienen los países ricos con los “pueblos en vías de desarrollo”, ya que mantienen sus industrias a costa de los recursos medioambientales de éstos. Las cumbres internacionales sobre el clima tampoco se salvan de sus críticas, ya que escribe que allí no se resuelve nada por falta de interés, un mensaje apenas velado para la cumbre de Naciones Unidas sobre el clima, prevista para diciembre en París.