La campaña electoral para las elecciones legislativas del domingo en Turquía se desarrolla en un creciente clima de ataques a las libertades de expresión y política, en la que el gobierno acusa de conspiración y traición a sus opositores, según denuncian intelectuales y militantes por los derechos humanos. El primer ministro, Ahmet Davutoglu, dijo el martes en un acto de campaña que los tres partidos de oposición “están conspirando contra el gobierno” y que los socialdemócratas del CHP, los nacionalistas del Partido de Acción Nacionalista (MHP) y los izquierdistas pro kurdos de HDP coordinan acciones contra su partido, el islamista moderado y conservador Partido Justicia y Desarrollo (AKP), que gobierna desde 2002.

Sin embargo, los ataques surgieron ayer desde otras tiendas. Un grupo de unos 1.000 nacionalistas atacó ayer a seguidores de HDP durante un acto de campaña en la localidad de Erzurum, en el noreste. Los atacantes quemaron un vehículo de transporte partidario en el que estaba el conductor, que resultó herido, e intentaron linchar a un joven que participaba en el acto político, según informó la agencia de noticias Efe, que citó al diario opositor Cumhuriyet.

La muchedumbre, que irrumpió en el acto con banderas turcas y a los gritos de “venganza” y “esto es Erzurum, de aquí no sale nadie”, pasó un cerco policial para ingresar a la plaza en la que los seguidores de HDP estaban reunidos, mientras la Policía intentaba dispersarla con vehículos lanza-agua y gas lacrimógeno. Un policía fue herido y los nacionalistas impidieron que llegara hasta él una ambulancia. La población de Erzurum suele votar a los partidos nacionalistas; sin embargo, el presidente local del partido nacionalista MHP, Ahmet Anatepe, aseguró a la agencia turca de noticias DHA que su fuerza política no tuvo nada que ver con esos hechos.

Los ataques en contra de HDP, que se presenta por primera vez en todo el país y que además está buscando votos más allá de la comunidad kurda, que representa 15% de la población, se han acumulado durante la campaña. El domingo, la copresidenta del partido Figen Yüksekdag (el HDP tiene siempre un hombre y una mujer en cada cargo) tuvo que ser escoltada por la Policía debido a una impresionante protesta en su contra. El 18 mayo, dos paquetes bombas explotaron en sedes del HDP en ciudades costeras y dejaron un herido grave y cinco leves. Además, ayer, en el sureste del país, apareció muerto por disparos el conductor de un ómnibus del HDP que llevaba material electoral.

Según el primer ministro, el HDP y las otras dos fuerzas mayoritarias de oposición (en total son 20 los partidos opositores que están en carrera) hicieron una alianza secreta con el predicador islamista Fethullah Gülen, un ex aliado de Erdogan que ahora es su enemigo número uno, y también con la guerrilla del Partido de Trabajadores de Kurdistán y con el DHKP-C, un grupo marxista que se atribuye atentados y secuestros.

La red del imán Gülen, que incluye centros educativos, de atención social y empresas, y que apoyaba al AKP hasta 2013, fue calificada de “organización terrorista” por la Fiscalía, y sus integrantes son detenidos con frecuencia. El viernes le tocó a Bank Asya, integrante de esa red, que fue intervenido por el Estado turco. La medida se dispuso con el argumento de que sus actividades y alianzas ponían en peligro “la confianza y la estabilidad del sistema financiero” del país, en el que esa institución financiera ocupa el décimo lugar.

Callar al mensajero

No sólo los partidos de oposición y quienes son afines a Gülen son acusados por el gobierno, también es el caso de la prensa. El periodista Can Dündar, jefe de la redacción de Cumhuriyet, enfrenta cargos de “espionaje” y “propaganda a favor de una organización terrorista”, acusado por la Fiscalía. Además, Erdogan presentó una denuncia en su contra por “intento de derrocar al gobierno”, en la que el presidente reclama una doble cadena perpetua. El motivo de estas acusaciones contra el periodista es que su diario publicó fotos y videos que según él y su equipo demuestran que el gobierno entregó, en enero de 2014, armas a los jihadistas sirios que luchan contra el presidente Bashar al Assad. La Fiscalía turca había dado la orden de revisar camiones supuestamente involucrados en esa entrega, pero la Policía detuvo su actuación después de que el Ejecutivo asegurara que se trataba de “ayuda humanitaria” que viajaba bajo protección de los servicios secretos.

Erdogan le dijo a Dündar por televisión que “pagaría caro” esa publicación, y tanto su diario como intelectuales y organizaciones de defensa de los derechos humanos reaccionaron ante esas palabras. Decenas de intelectuales turcos, entre ellos el premio Nobel de Literatura Orhan Pamuk, hicieron público su apoyo a Dündar y su diario. “No debemos sacrificar la democracia y la libertad de pensamiento en la agitación y pasión electoral”, escribió Pamuk, mientras que el filósofo esloveno Slavoj Žižek dijo que Dündar es un “héroe de la libertad” y lo comparó con Julian Assange, Bradley Manning y Edward Snowden.

El resto de la prensa opositora también reaccionó ante la actitud del gobierno. El primer ministro Davutoglu “no ha aclarado cuál es el papel de los partidos de la oposición, si no deben oponerse al gobierno”, señaló el diario Hürriyet Daily News

El martes, Cumhuriyet publicó en su portada los retratos y los nombres de 59 integrantes de su redacción, con el titular “el responsable soy yo”, para ratificar que todo el equipo apoya a Dündar y que asume “colectivamente” la responsabilidad de haber publicado esas informaciones, según tradujo el periódico francés Courrier International.

El nerviosismo del gobierno se debe a que por primera vez desde que el AKP llegó al poder, podría perder la mayoría absoluta que renovó desde entonces en cada elección. Según las encuestas, esto depende en gran parte de si HDP supera el 10% de los votos que le permiría duplicar la treintena de representantes que tiene de momento, aunque la cifra no es alta si se tiene en cuenta que el Parlamento cuenta con 550 escaños. A esto se suma que MHP también crece en las encuestas, algo que también reducirá los escaños oficialistas. Si el AKP pierde la mayoría absoluta, ya no podrá impulsar las reformas a la Constitución que pretende hacer con el objetivo de pasar a un régimen presidencialista. También por eso el AKP es el principal blanco de la oposición, que quiere evitar que esto ocurra. Los sondeos apuntan a que el AKP obtendrá entre 39% y 44% de los votos, que el Partido Republicano del Pueblo (laico y socialdemócrata) recibirá entre 23% y 29%, el MHP entre 16% y 18%, y el HDP, 10%.