Ray Tensing, un policía blanco de 25 años que trabajaba en la Universidad de Cincinnati, fue acusado de homicidio y compareció ayer ante la Justicia por disparar y matar a Samuel DuBose, de 43 años, un conductor afroamericano desarmado, al que detuvo por circular sin matrícula en el estado de Ohio. DuBose murió el domingo 19 y Tensing fue suspendido en su cargo.

“Es una muerte sin sentido y totalmente injustificada. El agente no estaba lidiando con alguien a quien se buscara por asesinato, sino con alguien que no llevaba matrícula”, dijo el fiscal a cargo del caso, Joseph Deters, al presentar el miércoles los cargos contra el funcionario. “Es el acto más estúpido que haya visto por parte de un policía”, agregó.

Tensing se declaró inocente, mientras que afuera del tribunal había protestas contra la violencia policial racista.

Según muestra el video que filmó la cámara de vigilancia que tenía el policía en su uniforme, la matrícula estaba en la guantera del auto y él disparó luego de discutir con DuBose. Este último no tenía su libreta -según el canal CNN, se la habían suspendido- y Tensing, que le había pedido que se quitara el cinturón de seguridad y que abrió la puerta del auto de DuBose, disparó cuando éste puso en marcha el vehículo. En ese momento las imágenes son confusas, pero la versión del policía, según la cual el conductor “casi lo atropelló”, es poco creíble. Tensing disparó a la cabeza de DuBose en el momento en que arrancó el vehículo, y otra vez cuando el vehículo estaba avanzando. Pero en ningún momento, según muestran las imágenes y concluye la Fiscalía, estuvo en peligro la vida del policía. El conductor murió de un disparo en la cabeza. Este caso mostró la utilidad de poner cámaras en los uniformes policiales, una medida que se implementó luego de que desde el año pasado se acumularan los escándalos por sucesivos abusos policiales contra ciudadanos negros, en varios de los cuales quedaron libres los acusados.

En un artículo publicado por The New York Times, el periodista negro Charles Blow escribió: “La simple idea de que esta violencia ocurra a manos de personas que actúan en nombre del gobierno, en nuestro nombre pero contra nuestro cuerpo, es una pastilla difícil de tragar. ¿Cómo mis impuestos pueden pagar su sueldo cuando sus acciones derraman la sangre de mi cuerpo? ¿Cómo es posible que deba temer tanto de los policías como de los criminales? ¿A quién recurro cuando los policías se convierten en criminales?”.