“Fue una noche negra para Europa. Fue un ataque a un país que se había expresado democráticamente”, dijo Tsipras en la entrevista, al contar cuál fue el tono de las 17 horas de negociaciones que culminaron con el acuerdo. Reconoció que sobreestimó la fuerza que podía tener el resultado del referéndum en las negociaciones, dijo que había funcionarios de la zona euro “señalando con el dedo a un dirigente electo”, y concluyó que el mensaje que dieron los líderes de ese bloque es que en los países que están bajo un plan de rescate “no tiene ningún sentido celebrar elecciones”.

Tsipras dijo que la decisión que tenía por delante “era muy difícil: o firmar el acuerdo o directamente salir del euro”, una posibilidad que Alemania y otros países del norte europeo manejaron con insistencia en las negociaciones. “Grecia no podía soportar una vuelta al dracma”, que sería “un desastre para las clases media y baja”, aseguró antes de apuntar: “He ido a Estados Unidos, a Rusia... ninguno nos ha ofrecido ayuda”. El primer ministro insistió: “No existe un plan B, la quiebra desordenada no es un plan B”.

Destacó además que este acuerdo es para tres años, mientras el que se había manejado antes era sólo para unos meses. “Estábamos en un callejón sin salida hace sólo diez días, ahora tenemos nuestras necesidades aseguradas para tres años”, afirmó, aunque después reconoció que él no cree en el acuerdo.

Durante la jornada de ayer se había especulado mucho sobre qué diría Tsipras durante la entrevista, y se manejó la posibilidad de que dejara el cargo y llamara a elecciones anticipadas. “Lo peor que puede hacer un capitán es abandonar su barco”, dijo, descartando esa posibilidad.

Primera prueba

Los medios griegos informaban ayer que un tercio de la bancada de Syriza (de 149 miembros) votará en contra del proyecto de acuerdo, que según las condiciones impuestas por los acreedores debería aprobarse hoy. El acuerdo se someterá a votación en otros siete países de la zona euro, entre los cuales están Francia, que lo votará también hoy, y Alemania, que lo votará el viernes y donde la aprobación no parece estar asegurada. Lo rechaza parte de la oposición e incluso un sector del partido de Angela Merkel, la Unión Demócrata Cristiana, según aseguró ayer el ministro de Finanzas, Wolfgang Schäuble.

En Syriza son varios los diputados e incluso ministros que han manifestado públicamente su rechazo a este acuerdo, porque consideran que humilla a Grecia y no asegura una recuperación. También se manifestó en este sentido el Fondo Monetario Internacional, que en un análisis confidencial al que accedió la agencia de noticias Reuters asegura que es necesario que los países de la zona euro le den a Grecia un período de gracia de 30 años o aceptar “profundas quitas” de la deuda.

Entre quienes han rechazado el acuerdo figuran el ministro de Energía, Panagiotis Lafazanis, que lidera uno de los sectores internos de Syriza, y la presidenta del Parlamento, Zoe Kostantopoulou, así como el diputado Dimitris Kordelas, que también anunció que renunciará a su banca porque su partido está incumpliendo con su propio programa de gobierno. A ellos se suman el líder de ANEL, el partido aliado de Syriza, y el ministro de Defensa, Panos Kammenos, que sin embargo no descartó la posibilidad de que lo respalde para asegurar la continuidad del gobierno de Tsipras.

“Cada cual debe saber a qué intereses sirve. ¿Quieren servir a quienes desean tirar al gobierno?”, dijo ayer Tsipras en la entrevista. Anoche las previsiones indicaban que el acuerdo obtendría el respaldo de los opositores Nueva Democracia, Pasok y To Potami, con lo que reúne 106 de los 151 que necesita para ser aprobado. Además, Syriza y ANEL cuentan con 162 diputados, de los cuales serían necesarios 45.

“Voy a intentar que Syriza siga unido”, dijo ayer Tsipras, antes de descartar la posibilidad de expulsar a quienes voten en contra del acuerdo: “No está en la cultura de nuestro partido expulsar a la gente. La nuestra es una cultura del diálogo”, sostuvo.