El domingo vence el plazo legal para que el primer ministro de Turquía, Ahmet Davutoglu, del islamista Partido para la Justicia y el Desarrollo (AKP), logre formar un gobierno de coalición, tal como se lo encomendó el presidente Recep Tayyip Erdogan después de las elecciones del 7 de junio. En esos comicios, el AKP perdió la mayoría absoluta que venía renovando en los sucesivos comicios desde que llegó al poder en 2003.

Luego de un encuentro con Erdogan, Davutoglu reconoció que no ha logrado establecer una alianza con otros partidos que le permita formar un gabinete, por lo que el país parece encaminado hacia elecciones anticipadas. En este caso, lo habitual es que el presidente deje en manos del partido que llegó segundo en los comicios la tarea de formar gobierno. Esa responsabilidad debería recaer en el socialdemócrata Partido Republicano del Pueblo, que obtuvo 25% de los votos en junio frente a 41% del AKP. En el tercer lugar se ubicó el ultranacionalista Partido de Acción Nacionalista, y en el cuarto, el izquierdista y pro kurdo Partido Democrático de los Pueblos (HDP).

Sin embargo, de acuerdo con la prensa local, es probable que Erdogan no siga esa tradición y convoque nuevos comicios para intentar que el AKP recupere una mayoría absoluta que le permita hacer reformas constitucionales, para que Turquía adopte un sistema de gobierno presidencialista en lugar del actual, parlamentarista.

Se da casi por descartada la otra salida prevista por la ley turca: que el Parlamento convoque a una nueva elección, que implica la asunción de un gobierno transitorio integrado por todas las fuerzas con representación parlamentaria, incluso el HDP. Para el gobierno, el HDP es el brazo político del ilegalizado Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), al que considera terrorista.

El gobierno de Erdogan anunció en julio que luchará por igual contra los jihadistas de Estado Islámico (EI) y contra el PKK, dando por terminado un tímido proceso de paz con el movimiento kurdo. Desde entonces los enfrentamientos entre soldados y milicianos del PKK son diarios.

Los medios locales opositores aseguran que en realidad el objetivo del AKP siempre fue convocar nuevas elecciones para recuperar su mayoría absoluta, y los pro kurdos afirman que la estrategia militar que adoptó el gobierno busca debilitar a un partido que estaba en fuerte crecimiento, más allá de los 15 millones de kurdos que viven en el territorio turco.

Pero, de momento, la salida electoral tampoco parece asegurada para Erdogan, ya que las encuestas le dan entre 42% y 43% de la intención de voto a su partido, porcentajes insuficientes para alcanzar la añorada mayoría, mientras que el apoyo al HDP crece.

En paralelo, ayer, un video difundido desde Raqqa, la ciudad siria que EI considera su capital, llamó a los turcos a levantarse contra Erdogan, para que Estambul sea parte de su califato. Aunque sus opositores acusan al gobernante turco de complicidad con EI, esa organización lo acusó ayer, en un video, de complicidad con los kurdos. Al mismo tiempo, tanto EI como el PKK sufren desde hace semanas los bombardeos turcos, tanto en Turquía como en Siria e Irak.