Grecia alcanzó ayer un primer acuerdo con sus acreedores, que no son una troika, sino un cuarteto, formado por las instituciones que integraban la primera (el Fondo Monetario Internacional, FMI, el Banco Central Europeo, BCE, y la Comisión Europea, CE), sumadas al Mecanismo Europeo de Estabilidad.

El acuerdo alcanzado ayer es “técnico, pero no político”, advirtió la portavoz de Asuntos Económicos de la CE, Annika Breidthardt. Esto implica que todavía quedan “detalles” por resolver, en los que jugarán un papel importante el factor político y la confianza que genere Atenas en sus socios de la eurozona.

El documento del acuerdo alcanzado ayer ya fue analizado por los número dos de los ministerios de Economía y Finanzas de la eurozona. Se espera que, si el acuerdo es bien visto, hoy se convoque a una reunión del Eurogrupo, que reúne a los titulares de Economía y Finanzas de la eurozona, para que otorgue su “visto bueno”. Lo que se sabe del acuerdo es que incluye una disminución de los objetivos fiscales para Grecia en 2015: la meta bajó de un superávit primario de 1% del Producto Interno Bruto que exigía el anterior acuerdo a un déficit primario de 0,5%, lo que se traduce en menos recortes. Para los siguientes años, los objetivos son obtener superávits primarios que van de 0,5% en 2016 a 3,5% en 2018.

Grecia espera que el primer desembolso del tercer rescate sea de 24.000 millones de euros, de los cuales 10.000 millones se destinarán a recapitalizar la banca, 7.200 millones a devolver el crédito que le dio la eurozona en julio y otros 5.000 millones a pagar al FMI y al BCE cuotas de préstamos previos que vencen en agosto y setiembre.