El papa fue recibido en el aeropuerto por el presidente cubano, Raúl Castro, y ya en los discursos iniciales quedó claro cuáles serían las posturas de los dos. Francisco repitió la frase que marcó la visita de Juan Pablo II en 1958, “que Cuba se abra al mundo y que el mundo se abra a Cuba”, celebró la normalización de las relaciones con Estados Unidos y les dio “ánimo” a los dos países para “continuar avanzando por este camino”. Pero también recordó a “aquellas personas que, por diversos motivos”, no encontraría en la isla y “a todos los cubanos dispersos por el mundo”.

Por su parte, Castro agradeció la mediación del papa en el restablecimiento de las relaciones e insistió en que “debe cesar” el bloqueo de Estados Unidos a su país, que es “cruel, inmoral e ilegal”.

También subrayó los puntos de coincidencia entre el discurso papal y las políticas del gobierno cubano, y dijo que “la revolución cubana” se gestó para lograr “conquistas” como las que hoy reclama Francisco, entre ellas la solidaridad y el fin de la desigualdad, incluso estando “bloqueados, calumniados, agredidos, con un alto costo de vidas humanas y grandes daños económicos”. Castro, de formación jesuita, orden católica a la que perteneció Francisco, dijo que sigue con “mucha atención” los pronunciamientos del papa y señaló también coincidencias en otras áreas, como la preocupación por el daño ambiental y el consumo desenfrenado.

Desde que comenzó el papado de Francisco, con quien Castro ha dicho que tiene afinidad, el gobierno cubano ha sido más flexible y, actualmente, se está construyendo la primera iglesia nueva en la isla.

Francisco fue recibido efusivamente por los cubanos. Miles se reunieron en la noche del sábado para acompañar su recorrida por algunas calles de La Habana y cientos de miles presenciaron ayer la misa que celebró en la Plaza de la Revolución, que fue acompañada por canciones religiosas al ritmo de la salsa y banderitas cubanas, del Vaticano y de Argentina.

En la simpatía que ha generado Francisco y en algunas coincidencias que tiene con el gobierno, la iglesia cubana encuentra la oportunidad para expandirse en un país en el que la fe católica convive con la santería, de origen africano, y en el que durante 30 años (1966-1996) no existió el feriado de Navidad, por disposición del gobierno. El propio Francisco, a su llegada a Cuba, pidió a Castro “libertad y medios” para que la iglesia acompañe el proceso de apertura y de acercamiento con Estados Unidos.

En este sentido, el diario argentino Página 12 informó en su edición de ayer cómo han sido los diálogos entre el Vaticano, la igle sia católica cubana y el gobierno de Castro, y destaca el papel del cardenal y arzobispo católico de La Habana, Jaime Ortega. En base a esos intercambios, concluye que la iglesia y el gobierno de Cuba coinciden en varios de los puntos de su agenda, entre ellos el rechazo a los intentos de la disidencia de bloquear la normalización de las relaciones con Estados Unidos y con el Vaticano. El diario cuenta que Ortega reaccionó con irritación cuando, a comienzos de setiembre, cinco de las Damas de Blanco ocuparon la catedral de Pinar del Río para exigirle al papa que durante su visita reclamara al gobierno “respeto por los derechos humanos”. En ese entonces, Ortega dijo que las Damas de Blanco “son unas pocas señoras, y dentro de ellas hay de todo”.

Justamente ésta y otras organizaciones opositoras pidieron ayer a Francisco que se reuniera con sus representantes para conocer su postura sobre lo que sucedía en la isla, pero no estaba previsto que ese encuentro tuviera lugar. El papa sí se encontró con Fidel Castro, en la tarde de ayer, antes de asistir al Palacio de la Revolución de La Habana, donde se encontraría con el presidente cubano.

El papa partirá mañana rumbo a Estados Unidos, donde será recibido por el presidente Barack Obama, y tiene previsto hablar el jueves ante el Congreso, del que depende que se levante el bloqueo económico a Cuba. En general, el recibimiento a Francisco será menos cálido en Estados Unidos. Allí han caído como un balde de agua fría sus mensajes sobre temas que, además, están presentes en la campaña electoral para las presidenciales de 2016, entre ellos la encíclica del medioambiente, las críticas al capitalismo y a “la ambición desenfrenada por el dinero”, así como su llamado a la solidaridad con los migrantes. A tal punto que en su última portada la revista Newsweek se pregunta: “¿Es Francisco católico?”.

Se prevé que en el Congreso Francisco hable sobre la responsabilidad de Estados Unidos ante el cambio climático y la contaminación, y haga un llamado a promover las energías renovables. Quizá mencione el embargo, aunque eso no se da por seguro. En todo caso, en su análisis, The New York Times consideró días atrás que se espera que el discurso del papa sea más parecido al que podría pronunciar Bernie Sanders, el candidato más de izquierda del Partido Demócrata, que al que daría Hillary Clinton.