En La Cruz, provincia de Guanacaste, en el norte de Costa Rica, el sol no da tregua. Un clima parecido, dicen, al que vivían en La Habana, desde donde salieron a finales de octubre hacia Ecuador. Entre los 7.802 migrantes cubanos con visa de tránsito en Costa Rica había el martes 180 que estaban más contentos que los demás. En pocas horas comenzaría el plan piloto que pretende llevar, en vuelos de ese número de pasajeros, a la totalidad de cubanos que permanecen en el país.

Para Michel es un alivio poder salir. De todos modos, se mostró agradecido con autoridades y comunidades de Costa Rica porque, según dijo a la diaria, en los dos meses que pasó en este país, al que llegó el 8 de noviembre, pudo tener seguridad, alojamiento y comida.

Al avanzar el día los nervios aumentaban, pero también la algarabía. No eran ni las 13.00 y Arnobis ya estaba listo en el parque central de La Cruz, una zona que tiene 9.000 habitantes y que albergó a cerca de 3.000 migrantes cubanos.

Arnobis llegó el 7 de noviembre a Costa Rica, se apresuró a atravesar el país, pero al llegar al norte, a la zona limítrofe con Nicaragua, se encontró con que este país había cerrado las fronteras. Antes que él, miles de cubanos ya habían hecho esta travesía. Se estima que entre 2014 y 2015 transitaron por Centroamérica y México 25.000.

En el centro de La Cruz también estaba esperando el transporte hacia el aeropuerto Alaín, otro cubano, que llegó el 13 de noviembre a Costa Rica. Él, como la mayoría, viajó a Ecuador con visa y sus papeles en regla. A partir de allí comenzó la travesía por tierra.

Los cubanos son alentados a llegar a Estados Unidos por la política de “pies secos, pies mojados”, que les permite quedarse allí una vez que llegan a tierra estadounidense en embarcaciones, y la ley vigente desde 1966, de “ajuste cubano”, que consiste en que si la Policía migratoria encuentra a ciudadanos originarios de Cuba en su territorio les otorga el beneficio de la residencia. Para Alaín esta legislación es paradójica: “Miles de cubanos han muerto por causa de esta ley, porque la travesía por mar o por tierra no es sencilla”.

Para el presidente costarricense, Luis Guillermo Solís, la responsabilidad de esta crisis migratoria “no es de Centroamérica, es de Estados Unidos”, debido a los beneficios que le otorga a la población cubana. Además, justo en el momento en que los países centroamericanos y México coordinaron el plan piloto para facilitar a los migrantes la continuación de su viaje, Estados Unidos anunció deportaciones masivas de centroamericanos.

La tarde comienza a caer en La Cruz. Costarricenses, cubanos y centenares de periodistas se agolpan frente a uno de los ómnibus que llevarán a los cubanos hasta el aeropuerto local.

El plan piloto que comenzó el martes consiste en venderles a los cubanos un paquete por 555 dólares que incluye traslados desde los albergues hasta el aeropuerto más cercano, boleto aéreo en vuelo chárter de Costa Rica a El Salvador, transporte terrestre de El Salvador a México -pasando por Guatemala-, alimentación, visas, impuestos y seguro médico. Aún es incierto el futuro de quienes no puedan pagarlo, aunque representantes de los organismos técnicos relacionados con las migraciones confían en que los cubanos podrán hacerlo. Muchos reciben dinero de sus familiares y amigos que ya están en Estados Unidos.

Roeland De Wilde, jefe de la misión en Costa Rica de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) de Naciones Unidas, calificó al grupo de cubanos como “migrantes voluntarios económicos” que emprendieron el viaje con recursos propios y continuarán haciéndolo.

Ya caída la noche, la alegría y el nerviosismo de los cubanos era incontenible. Lo mismo para las autoridades de Costa Rica y representantes de la OIM que llevaron adelante la logística del plan.

Mientras los migrantes ya estaban en las salas de abordaje, el canciller de Costa Rica, Manuel González, responsable político de la negociación del plan con los otros países de la región, daba declaraciones públicas. Agradeció a la OIM, pero hizo hincapié en la hospitalidad y solidaridad del pueblo costarricense. “Hemos albergado a miles de cubanos brindando la ayuda y solidaridad característica del ser costarricense. Aunque somos un país pobre hemos dado todo lo que ha estado a nuestro alcance, especialmente las comunidades de nuestro país, que han sido tan solidarias”, dijo. Entre aplausos y festejos, el primer vuelo salió a las 22.30, poco después de que en los altoparlantes se escuchara un mensaje de dos minutos del presidente de la República.

Los cubanos, aunque agradecidos, ya tenían la mente puesta en el momento en que atravesarían todo el territorio mexicano y en lograr traspasar la frontera de Estados Unidos para acogerse a la ley que les brindará residencia. “Vamos a reunirnos con familiares; yo tengo tíos y primos en Estados Unidos. Quiero progresar y vivir mejor. Es lo que queremos todos: vivir mejor”, dijo Eric, uno de los migrantes que hoy pisaría suelo mexicano.

En México deberán enfrentarse a varios peligros. Toda la ruta migratoria es un territorio en disputa. Entre redes de narcotraficantes, trata de personas y hasta autoridades corruptas, el tránsito puede ser un campo minado.

Rubén Figueroa, integrante del Movimiento Migrantes Mesoamericanos en México, advirtió que, aunque se haya establecido el plan de evacuación de los migrantes cubanos en Costa Rica, el tema no se ha agotado allí. “La situación que enfrentan los migrantes centroamericanos en tránsito por México es bastante lastimosa. Hay mucha agresión hacia ellos, incluso por parte de las autoridades”, dijo.

Los cubanos tendrán 20 días para atravesar el territorio mexicano, pero tienen la esperanza de hacerlo en dos días y llegar este mismo fin de semana a Estados Unidos. El último tramo riesgoso es el que incluye el traspaso de la frontera por Tamaulipas. Ellos pretenden hacerlo en grupos grandes para no estar solos.

Pero el martes todas las dificultades vividas o por vivir estaban en un segundo plano. Lo que por momentos parecía imposible se estaba logrando. Festejaban los cubanos, festejaban las autoridades costarricenses. Sin embargo, se necesitarán cerca de 40 vuelos como éste para que se resuelva la crisis migratoria de los cubanos que permanecen en Costa Rica.