Ilham fue galardonado con el premio que se otorga a defensores de derechos humanos porque trabajó durante dos décadas para “potenciar el diálogo y el entendimiento entre los uigures y los han” y “promovió la reconciliación mediante el respeto de la cultura uigur, que fue reprimida en la región de Xinjiang”, explicó el martes en un comunicado la Fundación Martin Ennals. La organización señaló, además, que Ilham siempre llevó adelante su lucha sin violencia y contra el separatismo. Una de las principales diferencias entre las dos etnias es que los uigures son musulmanes y los han pertenecen a las religiones tradicionales chinas, como el budismo, el taoísmo y el confucianismo.

El activista nació hace 46 años en Xinjiang, región en la que habitan los uigures y uno de los focos de mayores tensiones étnicas de China. El gobierno chino asegura que allí actúan grupos terroristas islámicos y ha aplicado políticas controvertidas, como la prohibición del ayuno del Ramadán en algunos sectores de la población. Hace más de 20 años, Ilham emigró a Pekín para formarse profesionalmente, y llegó a convertirse en un prestigioso catedrático de economía de la Universidad Minzu, especializada en minorías étnicas. Su posición le brindó la posibilidad de visibilizar la situación de su etnia en su región natal, y empezó a dar conferencias en la universidad, donde hablaba de las desigualdades entre etnias en Xinjiang y fomentaba la convivencia entre chinos de todo el país.

En esos encuentros, además, Ilham criticaba la gestión del régimen chino en la región, que, según él, beneficiaba a los han y discriminaba a los uigures. En el plano económico, denunciaba, por ejemplo, que los de su etnia tenían que conformarse con los peores puestos de trabajo. El gobierno, entonces, empezó a limitar sus conferencias, por lo que Ilham terminó trasladando el debate a una página web.

En 2009, cuando 200 personas murieron en enfrentamientos entre uigures y las fuerzas de seguridad chinas, Ilham denunció el papel del gobierno y reconoció que “podría ir preso” pero que “estaba preparado”. Las autoridades lo detuvieron en enero de 2014 y ocho meses después lo condenaron a cadena perpetua por separatismo. Ilham todavía no se enteró de que ganó el premio Ennals, porque a su familia sólo le permiten hablarle de asuntos personales. El profesor también tiene prohibido hablar con sus visitas sobre las condiciones carcelarias en las que se encuentra. Su hija, Jewhar que el martes recibió el premio por él, dijo que su padre perdió 18 kilos y que pasó de tener el pelo negro a gris en cuestión de meses.

No sorprendió entonces que China manifestara ayer su rechazo al reconocimiento a Ilham. El portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores Geng Shuang dijo que este caso no tiene “nada que ver” con los derechos humanos y que hay pruebas “sólidas” de que, como profesor, “Ilham Tohti llamó abiertamente ‘héroes’ a terroristas y extremistas, y engañó y forzó a personas a ir al extranjero para dedicarse a actividades separatistas del Turkestán Oriental”, según informó la agencia china Xinhua. Geng agregó que la asistencia a la ceremonia de entrega del premio del alto comisionado para los Derechos Humanos de la ONU, Zeid Ra’ad al Hussein, va “gravemente contra los principios y propósitos de la Carta de las Naciones Unidas” e “interfiere en los asuntos internos de China”.

Los otros dos finalistas fueron la activista siria Razan Zaitouneh, secuestrada en 2013 por fundar un centro de documentación para reunir pruebas sobre las violaciones a los derechos humanos cometidas por el gobierno y los grupos rebeldes en su país; y un grupo de blogueros de Etiopía, que fueron acusados de terrorismo y encarcelados por documentar los abusos de los derechos humanos y la situación en las cárceles en su país.