El partido francés Los Republicanos, fundado por el ex presidente derechista Nicolas Sarkozy, eligió ayer en segunda vuelta su candidato a la presidencia para 2017. Compitieron dos ex primeros ministros, y fue el más conservador de ellos, François Fillon, el que se quedó con la candidatura. Cuando apenas se había escrutado poco más de la quinta parte de los votos, su rival, Alain Juppé, reconocía: “El resultado no está a la altura de mis esperanzas [...]. Felicito a Fillon por su amplia victoria y lo apoyo desde esta noche, le deseo buena suerte y la victoria el año que viene”. Esos primeros resultados indicaban que Fillon iba a arrasar en las primarias: reunía 69,5% de los votos frente al 30,5% de Juppé. Antes, había sorprendido en la primera vuelta, cuando dejó fuera del balotaje a Sarkozy.

Una encuesta difundida ayer por la agencia de noticias Efe, elaborada por el instituto demoscópico Harris Interactive para los canales LCP y Public Sénat, estimó que si las elecciones francesas tuvieran lugar hoy, Fillon sería el candidato más votado, con 26% de apoyo, y pasaría a la segunda vuelta con la líder del ultraderechista Frente Nacional, Marine Le Pen, con 24%. En el balotaje, que podría volver a unir a la derecha y la izquierda contra la extrema derecha -como ocurrió en otras votaciones nacionales o municipales- Fillon le ganaría a Le Pen 67% a 33%.

“Se entendió lo que yo planteaba: Francia no puede tolerar su declive. Quiere verdad y quiere acción”, concluyó Fillon ayer en su primer discurso después de conocer los resultados parciales de las primarias. “Voy a asumir un desafío inusual para Francia: decir la verdad y cambiar por completo su software”, dijo. Ese cambio de software implica reducir el Estado y los puestos de empleo público, promover la familia tradicional y el nacionalismo, con un programa que el propio Fillon califica de “radical”. Ayer el candidato de derecha evaluaba: “En nuestro país hay una inmensa necesidad de respeto [...] Tengo el deber de devolverles la confianza a los franceses”.