“Soy consciente de los riesgos que conllevaría mi candidatura, que no reúne todos los consensos. Decidí no ser candidato a la elección presidencial, a la renovación de mi mandato”, dijo ayer el presidente francés, François Hollande, en un discurso televisado que duró unos diez minutos.

Antes de comunicar su decisión, Hollande defendió su gestión en cuestiones como el medioambiente, la defensa de las libertades, la lucha contra el terrorismo y la baja del desempleo. También enumeró los desafíos más grandes que, en su opinión, afronta el país: el impulso de la ultraderecha, el terrorismo yihadista y el proteccionismo. Sobre el último punto, el presidente dijo que “cerrarse en sí mismo” será “el mayor desastre para los franceses”.

Hollande hizo el anuncio el mismo día en que se abrieron los plazos para presentar las candidaturas a las primarias del oficialismo, a las que ya se postuló el ex ministro de Economía Arnaud Montebourg, representante del ala más izquierdista del gobernante Partido Socialista.

La renuncia de Hollande a la candidatura podría abrir paso a una posible postulación del primer ministro Manuel Valls, que hace unos días se declaró “listo” para ser el candidato socialista si no lo era su jefe, lo que generó tensión en el oficialismo. El malestar fue tan evidente que, unos minutos después, Valls tuvo que reafirmar su “lealtad” hacia el presidente. Ahora, el primer ministro tiene el camino libre.

Los sondeos de intención de voto para las presidenciales situaban a Hollande, uno de los presidentes más impopulares en la historia de Francia, atrás del derechista François Fillon, de la ultraderechista Marine Le Pen, de su ex ministro de Economía Emmanuel Macron, que renunció en julio para formar su propio partido, y del candidato de izquierda Jean-Luc Mélenchon.

Los candidatos a las primarias del Partido Socialista tienen hasta el jueves 15 para postularse. La votación, abierta a militantes y simpatizantes, está prevista para el 22 de enero en primera vuelta y el 29 en segunda.