“Las acciones de Rusia en Siria están haciendo que una situación ya mala empeore. Como consecuencia de la campaña militar rusa, el régimen del presidente [sirio Bashar] al Assad está ganando terreno, y la oposición moderada siria lo está perdiendo”, dijo ayer el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk. Se refería a la colaboración de las fuerzas aéreas rusas con la ofensiva que lanzó el Ejército sirio hace más de una semana en Alepo, una ciudad al noroeste de Siria que controlaban los rebeldes desde 2012. El Ejército también cuenta con el respaldo, en el terreno, de la Guardia Revolucionaria Iraní y milicianos sirios y extranjeros.

“Es una de las mayores ofensivas que hemos visto desde el inicio de la guerra. La gente tiene miedo de morirse de hambre si Alepo queda cercada”, dijo a El País de España el vicepresidente de la Cruz Roja en Turquía, Kerem Kinik. Abdul Rahim al-Najdawi, quien integra uno de los grupos rebeldes, dijo a la agencia de noticias Reuters: “Están avanzando y nos estamos retirando, porque debemos minimizar nuestras pérdidas ante un bombardeo aéreo tan fuerte”. Los ataques aéreos de los rusos ocasionaron en estos días el fallecimiento de ocho civiles, cuatro de ellos niños, informó el Observatorio Sirio de Derechos Humanos.

La otra consecuencia es la huida a Turquía de miles de sirios en busca de refugio, pero este país -que con 2.500.000 sirios acoge a la mayor población de refugiados del mundo- mantiene sus puertas cerradas, aunque envía ayuda humanitaria. A esta ayuda se suma el trabajo de la Fundación de Ayuda Humanitaria (IHH, por sus siglas en turco), que se comprometió a construir dos campos de refugiados en la zona fronteriza.

Las cifras de los sirios desplazados varían según la fuente. Las Naciones Unidas calculan que son 31.000 personas, pero IHH cree que son más de 45.000. El primer ministro turco, Ahmet Davutoglu, aumentó esa cifra a 70.000, y advirtió que si “las operaciones militares” continúan avanzando, “pronto llegarán otros 70.000”.

Organizaciones civiles que trabajan en la zona advirtieron que no tienen suficiente comida y abrigo para la cantidad de personas que están llegando. El diario turco Hürriyet comunicó que la Agencia Estatal de Gestión de Emergencias del país se está preparando para recibir a 100.000 personas en 26 zonas de Turquía para el caso de que Alepo caiga en manos de las fuerzas gubernamentales. Pero, por el momento, sus puertas siguen cerradas.

Las miradas en Ankara

El lunes, la canciller alemana, Angela Merkel, viajó a Ankara, la capital turca, para buscar soluciones para los miles de sirios que esperan en la frontera turca. Tras su encuentro con Davutoglu, los dos dirigentes plantearon que la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) intervenga para ayudar a combatir a quienes trafican personas en el mar Egeo, entre Grecia y Turquía. Para analizar esta propuesta, los ministros de Defensa de la OTAN se reunirán hoy y mañana en Bruselas. “Nos tomaremos muy seriamente la petición de Turquía y otros aliados a fin de ver qué puede hacer la OTAN para hacer frente a la crisis”, dijo el secretario general de la alianza, Jens Stoltenberg.

Merkel aprovechó su visita a Turquía para exigirle a Ankara medidas inmediatas para mejorar la situación de los refugiados sirios que sí están en el país. La canciller recordó que la Unión Europea se comprometió a otorgar casi 3.500 millones de dólares al gobierno turco a cambio de que tome medidas para mejorar la calidad de vida de los refugiados sirios en ese país, como una forma de evitar que continúen su viaje hacia Europa, y protestó porque todavía no ha habido “ni un proyecto” en ese sentido.

Por otro lado, el portavoz de la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados, William Spin-dler, pidió a Turquía que reabra su frontera a los sirios que huyeron de los ataques en Alepo y aclaró que la ayuda humanitaria que el país está brindando “no reemplaza la obligación de dar protección internacional” a quienes huyen de conflictos bélicos.